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A principios de los setenta del siglo pasado unos granjeros egipcios descubrieron en uno de los pueblos de la provincia de Menia aproximadamente a 300 kilómetros al sur del Cairo El Evangelio de Judá, un códice escrito en copto sobre papiro. El manuscrito circuló entre diferentes manos de mercaderes de antigüedades hasta llegar a las manos de los científicos, que se encargaron de compilarlo para formar El Evangelio de Judá.

El documento fue traducido del copto al inglés a fines del 2005. Esta traducción fue publicada el 6 de abril del 2006, cuando el Washington Times anunció el 7 de abril del 2006 que la National Geographic Asociation había revelado uno de los manuscritos o evangelios arqueológicos que datan de comienzos del siglo III d.C.

Con el propósito de documentar, conservar y traducir el manuscrito, la National Geographic Society, en colaboración con la Fundación Maecenas de Arte Antiguo y el Instituto Waitt de Descubrimientos Históricos contrataron al científico suizo Rodolphe Kasser, uno de los mayores científicos de estudios coptos, para restaurar, escribir, copiar y traducir el texto del manuscrito.

De hecho, los comités científicos y los expertos han documentado el manuscrito y confirmado su edad utilizando últimas técnicas y herramientas de análisis tales como:

La prueba de carbono que determina la edad del papiro:

Se han tomado muestras del papiro y se han hecho pruebas de radiocarbono (carbono 14) en la Universidad de Arizona, Tucson. Los resultados confirmaron que el manuscrito data entre el 220 y el 340 d.C., como afirma Tim Jull, director del laboratorio de Arizona Radiocarbon Dating Lab y Greg Hodings, especialista en investigación científica.

Análisis de tinta:

McCrone Associates Incorporated, que se especializa en el análisis de tinta, realizó una prueba de permeabilidad de tinta en muestras de la tinta utilizada en la escritura del Evangelio de Judá utilizando un microscopio electrónico, llamada Microscopía de Transmisión de Electrones (TEM). En su informe, la corporación anunció que los elementos y los componentes de la tinta coincidían con utilizados en la fabricación la tinta en los siglos III y IV d.C. Otros análisis de espectroscopía Raman revelaron que la tinta utilizada contenía también una sustancia mineral amarilla similar a la utilizada en la tinta del siglo III d.C.

Prueba de espectroscopía:

Las muestras del documento fueron sometidas a pruebas de imagen multi-espectral realizadas en el Laboratorio de Análisis de Imágenes Multi-Espectrales de la Universidad Brigham Young de Suiza, y los análisis en la planta de papiro del Evangelio de Judá, revelaron que el papiro respondió a las pruebas de la misma manera que los papiros antiguos. Los resultados de otros análisis del material y el texto mostraron que se trata de un documento egipcio original que data del siglo III o IV d.C.

Análisis del contexto textual semántico del Evangelio de Judá:

Tres de los principales científicos (el historiador Rodolphe Kasser, ex profesor de la Universidad de Ginebra y presidente del Comité de Traducción de manuscritos encontrados en Nag Hammadi en 1945 en Egipto, Marvin Mayer, especialista en estudios bíblicos de la Universidad Chapman de Orange, California y Stephen Emmel, profesor de coptología en la Universidad Munster de Alemania) analizaron el contexto textual y semántico del Evangelio de Judá, y coincidieron en que los conceptos teológicos y estructuras lingüísticas son similares a los contenidos en los manuscritos de Nag Hammadi. Esta gran colección de manuscritos y textos descubiertos en Nag Hammadi se remontan al mismo periodo en el que fue escrito el Evangelio de Judá.

Análisis de la caligrafía y paleografía del manuscrito:

Stephen Emmel, profesor de estudios coptos en la Universidad Munster de Alemania, analizó la caligrafía y el método de copia del manuscrito del Evangelio de Judá y presentó la siguiente valoración del documento: “El tipo de escritura me recuerda mucho a los códices de Nag Hammadi”.

Con estas palabras se refirió a los famosos manuscritos antiguos encontrados en la provincia de Nag Hammadi. Emmel también mencionó que un falsificador de hoy en día no podría copiar y falsificar dicho documento: “Para que un falsificador imite o falsifique un documento de este tipo necesitaría no solamente obtener el papiro real, lo cual no es simple, sino también el papiro antiguo”, y agregó: “también debería saber cómo imitar el modo de escritura y el antiguo trazo copto utilizado durante ese período antiguo. Cabe señalar que el número de científicos especializados en estudios coptos es pequeño y raro”.

Emmel añadió: “también tendría que componer un texto en copto que sea correcto en términos de lenguaje y el estilo copto, y que también, sea convincente. Y hay que notar que el número de científicos especializado capaces de esto es menor que el número de científicos que pueden leer copto”.

Estas son algunas declaraciones de los eruditos cristianos sobre el Evangelio de Judá.[1]

Terry García, Vicepresidente Ejecutivo de la National Geographic Society, dice: “El Evangelio de Judá es uno de los descubrimientos bíblicos más importantes de los últimos sesenta años como manuscrito antiguo no mencionado en la Biblia. Se han realizado una serie de pruebas para establecer su autenticidad, incluyendo dateo por radiocarbono, análisis de tinta, espectroscopía, análisis de texto y método lingüístico”. García dijo: “ha sido autenticado como una verdadera obra de la literatura cristiana apócrifa”.

Elaine Pagels, profesora de Princeton y conocida autora de una serie de libros sobre cristianismo gnóstico, dice en una declaración: “Estos descubrimientos destruyen el mito de la homogeneidad de la religión cristiana, y muestran cuán diversos y fascinantes fueron los primeros movimientos cristianos”.

Ted Waitt, propietario del Instituto Waitt de Descubrimientos Históricos, que donó un millón de dólares a la National Geographic Society para restaurar el Evangelio de Judá, conservarlo y poner el manuscrito a disposición del público, dijo: “No sabía mucho sobre los primeros días cristianos hasta que investigamos este descubrimiento. Para mí fue muy impresionante. Puedes cuestionar la traducción o la explicación, pero es imposible decir que el Evangelio de Judá haya sido inventado o que sea falso”.

Karen L. King, profesora de la Facultad de Teología de la Universidad de Harvard se maravilla con Judá en el Evangelio de Judá, y admite que no se trata del traidor Judas el Iscariote, sino de quien facilitó la salvación y el que hizo posible la crucifixión. Ella dice de Judas: “¿Acaso se trata del traidor? ¿O del que facilitó la crucifixión…?”.

Los eruditos de la Iglesia deberían haber hecho lo que hizo Karen King y no menos, y mantener, aunque sea, la posibilidad de que Judá, el crucificado en el Evangelio de Judá haya sido otra persona y no Judas el traidor, para que esta posibilidad los invitara a investigar y a responder científicamente a este tema en lugar de hacer de sus ilusiones una justificación para rechazar el Evangelio de Judá, pues está claro que lo de ellos fue un enfoque lejos de la credibilidad y la integridad científica.


[1] Ver el siguiente enlace: http://www.religioustolerance.org/gospj4.htm


Este apéndice comprende una breve documentación del descubrimiento y la verificación del evangelio de Judá luego de las declaraciones de los eruditos cristianos sobre él (comentador).

Extracto del libro El decimotercer discípulo de Ahmed Alhasan (a)