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Dijo: «Quizás vuestro Señor destruya a vuestro enemigo y os haga sucesores en la tierra, para ver cómo obráis. Luego os pusimos como sucesores en la tierra después de ellos, para ver cómo obráis».

La vida es como un examen, ni más ni menos.
Todo lo que en ella te rodea son las preguntas de este examen.
Tu riqueza y tu pobreza.
Tus bienes, tus hijos.
La gente que te rodea.
Tu ego, tu reputación, tu dignidad…
Cada día de tu vida te enfrentas a algunas preguntas, y Dios mira cómo respondes.
¿Rico? Dónde gastas tu dinero.
¿Pobre? ¿Acaso tu pobreza es un medio para acercarte a Dios?
¿Tienes hijos? ¿Cómo los educas y para qué los preparas?
Y si no los tienes, ¿cómo te complaces con tu destino y cómo es tu paciencia?
¿En la salud, el bienestar y la fuerza corporal? ¿Cómo es tu agradecimiento?
¿Enfermo? ¿Cómo es tu agradecimiento y tu paciencia?
¿Acaso elije tu ego o elije Dios Glorificado sea?
Y la pregunta más importante en esta vida es: ¿Quién es este que ha sido enviado entre vosotros?
Esta pregunta, si no la respondes correctamente en esta vida se repetirá en tu tumba y tu respuesta será como la del tonto que no entiende nada: ¿Eh?
Hay muchas preguntas y sus respuestas son tantas como los alientos de las criaturas.
Debes responder correctamente para aprobar este examen.
Husein –las bendiciones de Dios– es una de estas preguntas.
Y él también en Kerbala respondió a muchas de estas preguntas en tiempo récord.
¿Los hijos? Todos sacrificios y ofrendas a Dios, hasta el bebé. Y de no ser porque tenía la orden de proteger a Alí Zain Al-Abidín, lo habría ofrecido.
¿La reputación, la dignidad, el valor, la importancia, el respeto…? Enumera lo que quieras
Su cuerpo fue despedazado por tantos golpes.
Su cabeza, cortada.
Luego entregó su cuerpo bajo los cascos de los caballos.
Dios mío, toma mi mano, mi oído, mi vista y las fibras de mi corazón para responderte como te ha respondido Husein hijo de Alí, tus bendiciones sean con él, con sus padres, y con sus hijos infalibles.