• Categoría de la entrada:Con el Siervo Bueno
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Que Dios, Glorificado sea, ponga a Su sucesor en esta tierra y lo designe sobre los hombres como fundamento de la religión de Dios es algo que ningún monoteísta puede disputar. El Enaltecido dijo: {Y cuando dijo tu Señor a los ángeles: «Yo soy el que pone en la Tierra un Sucesor»}.[1] Y dijo: {Oh, David, te hemos puesto como Sucesor en la Tierra}.[2] Ni el ser humano ni ninguna otra criatura tiene rol alguno en compartir con su Señor –Dios no lo permita– esa designación, elección y selección divina. El Enaltecido dijo: {Y tu Señor crea lo que quiere y elige. No fue de ellos la elección. Glorificado sea Dios y Enaltecido de lo que asocian}.[3]

De Amro Bin Al-Ashaaz, que dijo: Escuché a Abu Abdulá (a) decir: «¿Acaso pensáis que el testador de nosotros designa a quien quiere? ¡No, por Dios! Pero es una promesa de Dios y de Su Mensajero (s) para un varón, luego para otro varón, hasta que el asunto llega a su verdadero dueño».[4]

Que el ser de la religión de Dios sea igual a la soberanía de Dios es un asunto claro, por el favor de Dios para con Sus siervos. Pero algunos que se hacen llamar del Islam intentan ponerlo en duda, con la intención de justificar el dominio de los hipócritas sobre la sucesión, aun cuando esa justificación signifique renunciar al fundamento mismo de la religión.

Y entre las preguntas que habitualmente se nos hacen sobre este tema está la siguiente: ¿Ha sido el establecimiento del Imamato y de la sucesión de las Pruebas de Dios un asunto legislativo o un asunto ontológico? Entonces pregunté al Siervo Bueno (a) y dije: Algunos de nuestros hermanos, cuando se les pregunta sobre el hecho de que Dios haya establecido la sucesión para Sus Pruebas o el Imamato para algunos de ellos, responden que es un establecimiento legislativo. ¿Es correcto esto?

Me respondió (a): «Dios te conceda el éxito. Debes saber que el término, antes que nada, requiere que se aclare su definición. ¿Qué se entiende por legislativo? Tienes que definirlo primero. ¿Y qué quieres decir tú con ello, para que yo te diga “sí” o “no”? Esto es necesario también en los debates: es decir, hay que delimitar el término antes de entrar en aplicarlo a sus casos concretos. De lo contrario, vuestras palabras carecerán de sentido».

Entonces dije: Se dice que el establecimiento legislativo es aquello que está ligado a un mandato o a una prohibición, en lo cual el siervo es parte implicada, como en los actos de adoración. En cambio, el establecimiento ontológico es aquello que depende únicamente de la voluntad de Dios, sin que el hombre intervenga en absoluto. Y yo ya sabía que el Imamato y la sucesión divina, en términos generales, están establecidos por Él, Glorificado sea, con este tipo de establecimiento».

Dijo (a): «Dios te conceda el éxito. Entonces, si la definición del establecimiento legislativo es aquello que consiste en un mandato y una prohibición, y el siervo es parte en aceptar o no, ¿acaso la sucesión para el mismo sucesor no es también un mandato? ¿Y la sucesión, para aquellos sobre quienes recae la obediencia al sucesor, no es igualmente un mandato?

¿Acaso no has leído que el Enaltecido ha dicho: {Ha creído el mensajero en lo que ha descendido hacia él de su Señor}? Y entre aquello en lo que ha creído, ¿acaso no están los mensajeros, siendo él –las bendiciones de Dios sean con él– uno de ellos? Por lo tanto, primero creyó que era el Mensajero de Dios y Su sucesor en la tierra: {Ha creído el mensajero en lo que ha descendido hacia él de su Señor, y los creyentes. Todos han creído en Dios, y los ángeles, y sus libros, y Sus mensajeros. No discriminamos entre ninguno de Sus mensajeros. Y dijeron: «Hemos escuchado y hemos obedecido. Tu indulgencia, Señor nuestro, y hacia Ti es el destino}.[5] Esto respecto al sucesor. La sucesión es un mandato, y él la aceptó y creyó en ella. Entonces, ¿no sería este caso uno de los ejemplos de tu definición anterior?

En cuanto a la sucesión respecto de aquellos sobre quienes recae obedecer al sucesor, está claro que es un mandato; y ellos pueden aceptarlo o rechazarlo: si lo aceptan serán recompensados, y si lo rechazan serán castigados».

Dije: Entonces, ¿qué significa que sean Imames (a) tanto si la creación está complacida con ellos o no, tanto si los siguen o no, como se expresa en el contenido de muchas narraciones?

Dijo (a): «Sí, ellos son Imames, es igual que la creación esté complacida o que no se complazcan; son los sucesores de Dios en Su tierra, complazca a los hombre o lo rechacen. ¿Qué contradicción hay, pues, entre este mandato y aquel?»

Dije: Es decir, que fueron puestos como Imames por la voluntad coercitiva de Dios y es un establecimiento ontológico, y pido disculpas por usar ciertas expresiones que solíamos leer en lo que llaman teología escolástica».

Dijo (a): «¿A qué te refieres con “coercitiva”? ¿Y coercitiva sobre quién? ¿Acaso Dios los hizo Imames estando ellos forzados a ser Imames y sucesores de Dios en Su tierra, por ejemplo? ¿Acaso la gente está forzada a obedecerlos? Si el asunto fuera coercitivo, serían Imames y sucesores de Dios en Su tierra, pero no tendrían mérito por ello ni serían recompensados por un asunto en el que han sido forzados. ¿Y dónde quedaría entonces la Justicia de Dios? Y si la gente estuviera forzada a obedecerlos, nadie se habría rebelado contra ellos».

Dije: Entonces, es un mandato legislativo.

Él (a) dijo: «En cuanto a mí, el término no me importa, que Dios te conceda el éxito. Como te he dicho, cuando alguien habla conmigo usando un término, le pido que lo defina, para que no pueda escapar de su falsa creencia si se le presenta la prueba verdadera. Así, él y los demás podrán ver claramente la falsedad de su asunto después de conocer su término.”

 


[1] Sagrado Corán – sura «Al-Báqara» (La vaca), 30.

[2] Sagrado Corán – sura «Sad» (Sad), 26.

[3] Sagrado Corán – sura «Al-Qasas» (El relato), 68.

[4] Al-Kafi, vol. 1, pág. 278, hadiz 2.

[5] Sagrado Corán – sura «Al-Báqara» (La vaca), 285.


Del libro Con el Siervo Bueno de Ahmed Alhasan (a)