La alabanza a Dios, Dueño del dominio, Conductor del firmamento, Sujetador de los vientos, Despuntador del alba, Juez de la religión, Señor de los mundos, y que Dios bendiga a Muhammad y a la familia de Muhammad, los Imames y los Mahdis y les dé paz en entrega.
La profecía fue sellada con la profecía del Mensajero Muhammad (s), y Dios Exaltado ha perfeccionado la religión y completado la gracia para con los creyentes. La nación ha discrepado en el significado de “Sello de los profetas”. Algunos la han leído con una fatha (َ) en la Ta (ت), (خاتَم) jātam (sello), y algunos la han leído con una kasra (ِ) en la Ta (ت), (خاتِم) jātim (sellador), dando a cada lectura un significado distinto.
También se encuentran algunas narraciones que afirman que no hay profecía después de la profecía del Mensajero Muhammad (s), y que todo aquel que reivindique la profecía después de él, es un mentiroso infundioso. Mientras que se encuentran otras narraciones que determinan la continuación de la profecía después del Mensajero Muhammad (s), y que el Argumento sobre la creación después del Mensajero Muhammad (s) debe tener una conexión con el cielo, es decir, que es informado por Dios Exaltado. Es más, se encuentran algunas narraciones del Mensajero Muhammad (s) que determinan que la cuestión de la inspiración no se limita a los albaceas del Mensajero Muhammad (s), sino que se extiende al público en general, como la visión verídica que el Mensajero Muhammad (s) describió como una parte de la profecía.
De Ar-Reda (a), que dijo: «Mi padre me relató, de mi abuelo, de su padre: que el Mensajero de Dios (s) dijo: “… la visión verídica es una parte de las setenta partes de la profecía”».[1]
Del Mensajero (s), que dijo: «No hay profecía después de mí, excepto las buenas nuevas». Se dijo: “Oh, Mensajero de Dios, ¿y qué son las buenas nuevas?”. Dijo: «La visión verídica».[2]
Aquí el buscador de la realidad se encuentra entre dos caminos, y ambos contradicen a lo que ha traído el Mensajero Muhammad (s) y su familia purificada. Pues, si dice que la profecía fue absolutamente sellada con el Mensajero Muhammad (s), contradice a las narraciones que hablan de la continuación de la profecía después del Mensajero Muhammad (s), o al menos, de algunas partes de la profecía. Y si dice que hay una continuación absoluta de la profecía, contradice a las narraciones que hablan de la selladura de la profecía con el mensaje del más noble de toda la creación de Dios, Muhammad, el Elegido (s).
Así que la solución no es tomar y apoyarse en una parte de las narraciones y descartar la otra parte, intentando marginarla y disolver su significado, o diciendo que es incorrecta —Dios no lo permita. Pues, esto ha sido prohibido por él en decenas de narraciones que prohíben rechazar cualquier narración emitida por la gente de la infalibilidad,[3] a menos que contradiga al Corán y a la tradición confirmada.[4]
Por lo tanto, la cuestión de la selladura de la profecía es de las alegorías que solo pueden ser dirimidas por los albaceas del Mensajero Muhammad (s).
Dijo el Exaltado: {Él es el que ha hecho descender sobre ti el libro. En él hay aleyas explícitas que son la madre del libro y otras que son alegorías. Y en cuanto a los que en sus corazones hay una desviación, pues siguen lo que les parece de él deseando la sedición y deseando su interpretación. Y no sabe su interpretación sino Dios y los arraigados en la ciencia. Dicen: «Hemos creído en Él. Todo procede de nuestro Señor». Y no recuerdan sino los dotados de perspicacia}.[5]
El Imam As-Sadiq (a) dijo a Abu Hanifa cuando entró a lo de él: «Oh, Abu Hanifa, ¡¿conoces el libro de Dios como debe conocerse?! ¡¿Conoces lo abrogante y lo abrogado?!». Dijo: Sí. Él (a) dijo: «Oh, Abu Hanifa, has reivindicado ciencia. ¡Ay de ti! Dios no ha puesto eso sino en la gente sobre la cual ha descendido el libro. ¡Ay de ti! Eso es algo propio solo de la descendencia de nuestro Profeta (s). Dios no te ha legado del libro ni una letra. Así que si es como dices —y no es como dices—, infórmame…».[6]
En este libro La profecía selladora se encuentra lo que cura al enfermo y sacia la sed. El Sayed Ahmed Alhasan, Albacea y Mensajero del Imam Al-Mahdi (a), el Yamani prometido, ya ha explicado esta cuestión de la forma más clara a partir del Corán y de la tradición purificada, sin rechazar ninguna narración de ambas partes, es decir, las narraciones que hablan de la selladura de la profecía y las narraciones que hablan de la continuación de la profecía después del Mensajero Muhammad (s).
El Sayed Ahmed Alhasan ya ha explicado el significado de la profecía, distinguiendo entre la profecía que fue sellada con el Mensajero Muhammad (s) y la profecía que continuó después de él (a). También ha explicado el significado de “sello de la profecía” (خاتَم النبوّة) con una fatha (َ) en la Ta (ت) y el significado de “sellador de la profecía” (خاتِم النبوّة) con una kasra (ِ) en la Ta (ت).
Así que encontrará que este libro ya ha explicado con la prueba más clara que la profecía ha sido sellada con el Mensajero Muhammad (s) y que no hay profeta después de él, pero en un sentido que difiere de hablar de su continuación después de él (s). Así que no hay contradicción entre las narraciones, porque cada parte habla de un sentido de la profecía distinto al sentido de la otra.
Asimismo, el Sayed Ahmed Alhasan ha explicado la realidad del envío, ¿acaso el envío de profetas es algo exclusivo de parte de Dios Exaltado, o también es válido de parte de profetas y mensajeros? ¿Es cierto que los Imames infalibles (a) son mensajeros de Dios Exaltado o no? Si la respuesta es sí, ¿quién es el que envía a los Imames (a), y cuál es la diferencia entre el envío de ellos y el envío de los profetas (a)?
Todas estas verdades, para las que no se ha encontrado respuesta definitiva y confiable durante el transcurso de los siglos, encuentran su respuesta confiable con el descendiente de la familia purificada, Albacea y Mensajero del Imam Al-Mahdi (a), el Sayed Ahmed Alhasan en su libro, el que tiene en sus manos, La profecía selladora.
Y dijo la verdad: Este libro es una de las evidencias de la veracidad de la conexión del Sayed Ahmed Alhasan con el Imam Al-Mahdi (a); porque esta ciencia es solo propia de los Albaceas del Mensajero Muhammad (s).
Dijo el Exaltado: {Di: «¿Habéis visto? Si amaneciera vuestra agua hundida, pues, ¿quién os traería agua superficial?»}.[7]
Y la alabanza a Dios que nos ha guiado a esto, y no hubiéramos sido guiados si no nos hubiera guiado Dios. Y que Dios bendiga a Muhammad y a su familia, los Imames y los Mahdis, y les dé paz en entrega.
Jeque
Nadhim Aloqaili
[1] Amali del Jeque As-Saduq, pág. 121 | Uyun Ajbar Ar-Reda (a), vol. 1, pág. 288 | Man La Yahdarah al-Faqih, vol. 2, pág. 585 | Madina al-Maayiz, vol. 7, pág. 183 | Bihar al-Anwar, vol. 49, pág. 283, y otras fuentes distintas.
[2] Ad-Dar al-Manzur, vol. 3, pág. 312 | Bihar al-Anwar, vol. 58, pág. 192 y fue narrado también en el volumen, pág. 177 de esta forma: «No ha quedado de la profecía sino las alegorías». Dijeron: “¿Qué son las alegorías?” …, etc. Está narrado también de una forma diferente en esta fuente: Kitab Al-Muwata, vol. 2, pág. 957 | Musnad Ahmad, vol. 5, pág. 454 y vol. 6, pág. 129 | Sahih Al-Bujari, vol. 8, pág. 69 | Maymaa az-Zawaid, vol. 7, pág. 173 | Umda al-Qari, vol. 24, pág. 134 | Al-Muuyam al-Kabir, vol. 3, pág. 197, y otras fuentes distintas.
[3] As-Saffar narró en Basair ad-Darayat, en un capítulo llamado “Capítulo sobre quien no entiende el hadiz y lo rechaza”, en donde menciona varias narraciones, entre ellas: De Abu Ubaida Al-Hadá, de Abu Yafar (a), que dijo: Lo escuché decir: «Por Dios, el más amado de mis compañeros para mí es el más prudente, el más entendido y el que mejor guarda nuestros hadices. Y el peor de ellos para mí es aquel que, cuando escucha un hadiz atribuido a nosotros y narrado de nosotros, no lo razona y su corazón no lo acepta, siente repulsión por él, lucha contra él y acusa de incredulidad a quien cree en él, sin darse cuenta de que quizá, el hadiz provenga de nosotros y sea auténtico de nosotros, saliendo así de la lealtad a nosotros».
De Sufián Bin As-Sait dijo: Le dije a Abu Abdulá (a): “Sea yo tu rescate. Si viene a nosotros un varón de tu parte y nos informa de ti sobre un gran asunto que oprime nuestros pechos, lo desmentimos”. Dijo: Entonces Abu Abdulá (a) dijo: «¿Él no os dice que sea de mí?». Dijo: Dije: “Sí”. Dijo: «¿Y dice que la noche es día y que el día es noche?». Dijo: Le dije: “No”. Dijo: «Remítelo a nosotros, pues si lo desmentís, nos estaréis desmintiendo a nosotros».
De Alí As-Sinani, de Abul Hasan (a), que le escribió en una carta: «Cuando os llegue algo de nosotros y se nos atribuya algo no digáis “esto es falso”, aunque conozcáis lo opuesto, pues vosotros no sabéis, quizá sea verdad, y estaríais desmintiendo a Dios sobre Su trono», Basair ad-Darayat, págs. 557-558.
[4] El Jeque Al-Kulaini, en Al-Kafi, en un capítulo titulado “Capítulo sobre adoptar la tradición y los testimonios del libro”, en donde cita doce hadices, entre ellos:
De Abu Abdulá (a), que dijo: «El Mensajero de Dios (s) dijo: En cada verdad hay una realidad y en cada acción correcta hay luz. Así que lo que concuerde con el libro de Dios, tomadlo y lo que se oponga al libro de Dios, dejadlo».
De Husein Bin Abi Al-Alá, que estaba presente Ibn Abi Yaafur en esta reunión, que dijo: Pregunté a Abu Abdulá (a) sobre la diferencia de un hadiz narrado por aquel en quien podemos confiar del de aquel en que no podemos confiar. Dijo: «Cuando se os narre un hadiz y encontréis un testimonio de él en el libro de Dios o en las palabras del Mensajero de Dios (s), y si no, entonces es más digno de él el que os lo haya traído».
De Ayub Bin Al-Hurr, que dijo: Escuché a Abu Abdulá (a) decir: «Todo debe ser remitido al libro y a la tradición, y todo hadiz que no concuerde con el libro de Dios, es vanidad».
De Ayub Bin Rashid, de Abu Abdulá (a), que dijo: «Lo que no concuerda de un hadiz con el Corán, es vanidad», Al-Kafi, vol. 1, pág. 69.
[5] Sagrado Corán – sura «Al Imrán» (La familia de Imrán), 7.
[6] Ilal ash-Sharai, vol. 1, pág. 90 | Bihar al-Anwar, vol. 2, pág. 293 | Tafsir as-Safi, vol. 1, pág. 22 | Tafsir Nur az-Zaqalain, vol. 1, pág. 368.
[7] Sagrado Corán – sura «Al-Mulk» (El dominio)
Del libro La profecía selladora de Ahmed Alhasan