• Categoría de la entrada:Con el Siervo Bueno
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El Sayed Ahmed Alhasan (a) dijo: «Quiero aconsejaros respecto a los debates o diálogos con los opositores. Os ruego que no los rechacéis, porque a con de ellos llevamos la convocatoria al mayor número posible de personas. Y os ruego que tratéis a la gente y a vuestros invitados con buenos modales, especialmente a quienes vengan a vosotros y hablen con cortesía, aunque fueran wahabíes, pues no sabéis, quizá después Dios haga que suceda algo. Pues, ¿qué sabéis vosotros si Dios ha prescrito la guía para alguien de los que Dios ha prescrito el extravío?

También os ruego que organicéis los debates y os preparéis para ellos. Determinad los temas de discusión y luego preparaos para ellos de manera completa, y preparad vuestras fuentes y vuestros hadices, que necesitéis junto con sus fuentes».

Le pregunté acerca de los primeros debates que habían sido propuestos entre los auxiliares del Imam Al-Mahdi (a) y los wahabíes. Dijo (a): «Es preferible que el primer debate sea sobre la Sucesión de Dios en Su tierra, y exponed en él la ley de reconocimiento de la Prueba. Hay dos evidencias:

El primero es racional: que Él –Glorificado sea– es el Sabio Absoluto y que no va contra la sabiduría. Por lo cual, Él debe designar al que más sabe y orientar a seguirlo, y se pone el ejemplo de un barco o una fábrica para aclarar esto.[1]

Y el otro: las aleyas sobre el primer sucesor.

Antes de comenzar el debate, deben daros tiempo para explicar la convocatoria, aunque fuera de manera general. Y hay que enfocarse en el testamento del Mensajero (s) y en la evidencia de que él debía haber hecho un testamento según el Corán… la aleya,[2] porque ellos son sunníes y no shiíes, así que no aceptan narraciones de los libros shiíes. Pero si el testamento es la única narración que demuestra que el Mensajero de Dios Muhammad (s) no contradijo lo explícito del Corán, entonces debe ser aceptada, porque negarla significa decir que el Mensajero de Dios contradijo al Corán, y lejos está él de algo así.

Ellos os dirán lo siguiente: Que cuando estaban saliendo de su presencia él les había encomendado tal y tal cosa. Por ejemplo: “Expulsad a los politeístas”.[3] Entonces sacad el texto de los libros sunníes, encontraréis también que les encargó antes de su partida tres cosas; ellos cuentan dos, y sobre la tercera el narrador dice: “La olvidé”. Y esta es la lealtad a Alí (a) y su Sucesión al Mensajero de Dios (s). Pues, cuando ellos rechazaron un escrito en el que estaba su guía hasta el Día de la Resurrección, él les encomendó verbalmente lo que contenía su guía inmediata tras él.

En todo caso, el testamento es vinculante, así como escribirlo y dar testimonio de él para que no se pierdan los derechos. Cuando algunos de ellos lo rechazaron, es seguro que el Mensajero de Dios (a) lo escribió para quienes lo aceptarían además de ellos, y la Gente de la Casa (a) lo ha transmitido, desde Alí hijo de Abu Táleb (a) hasta el Imam As-Sádiq (a), y ha sido documentado en los libros shiíes.[4]

En todo caso, os ruego que os esforcéis muchísimo, y no vayáis a ellos con las manos vacías de evidencias. Revisad todo y presentad los hadices y sus fuentes. Revisad las narraciones sunníes, especialmente porque quizá hayáis desperdiciado parte de vuestra vida pasada en investigaciones que no enriquecen ni alimentan. Ahora expiad eso revisando las narraciones y evidencias de los libros sunníes y shiíes.

Ruego que cualquier participante en un debate con los sunníes esté informado y estudie sus libros y lo que contienen. Tened cuidado siempre en los debates de que el debatiente intente escapar cuando se vea acorralado en algo. Así que vosotros centraos en cada punto hasta zanjarlo completamente. Y si quiere pasar a otro tema, decidle y declarad ante todos que este punto ha sido resuelto a nuestro favor y que se ha rendido a la prueba, y que su huida y cambio de tema no lo libera de la consecuencia de aquello con lo que ha quedado comprometido y con lo que le hemos argumentado.

Vuestro objetivo no debe ser solo vencer en el debate, sino que vuestro objetivo debe ser aclarar la verdad a los hombres, así que poned un plan para aclarar la verdad a los hombres de la mejor manera, y considerad a quienes os dirigís: si son sunníes, que el planteamiento sea diferente, porque ellos no se comprometen con lo que está en los libros shiíes, por ejemplo. Y si tenéis alguna pregunta, estoy a vuestro servicio.

También: En sus debates siempre centraos en un ejemplo para refutar la objeción a una evidencia presentada, es decir, por ejemplo, les decís “esta es la evidencia de vuestros libros de que Umar irrumpió en la casa de Az-Zahra y quemó la puerta de su casa”, y ellos dicen: “¿Cómo y dónde estaba la valentía de Alí hijo de Abu Táleb, y cómo aceptó que golpearan a Az-Zahra y le rompieran una costilla?”.

Tú aquí te centras. ¿Qué han hecho ellos?

Primero: No han refutado la evidencia con otra evidencia que la anule. Por lo tanto, la evidencia ha quedado firme y han admitido el hecho desde el principio, porque fueron a discrepar contra ella, no a refutarla con una evidencia contraria. Es decir, si hubieran tenido una evidencia de refutación la habrían presentado, y como no presentaron una evidencia de refutación, la evidencia los ha comprometido y la han admitido, y están en la etapa de disipar las dudas sobre la evidencia presentando objeciones contra ella.

Céntrate aquí, pues con esto los pones en un gran aprieto, porque el hecho de que planteen una objeción significa que han admitido la evidencia, y el hecho de que planteen una objeción significa que carecen de una evidencia de refutación, y el hecho de que planteen una objeción significa que están en la etapa de aclaración de la evidencia y de disipar las dudas sobre ella.

Segundo: Lo que ya te he informado, que es refutar la objeción con un ejemplo. Porque la mayoría de las personas entiende mejor con ejemplos, un ejemplo es lo más familiar para ellos; la comparación se los hace más fácil. Esa objeción se refuta con este ejemplo: Sumaya, la madre de Ammar. Si la objeción fuera válida contra Alí (a), entonces sería válida contra el Mensajero de Dios (s). Sumaya fue asesinada como es sabido, y ella es de la gente del Paraíso como también es sabido, y el Mensajero de Dios (s) dio testimonio de ello.[5] En lo que respecta al Mensajero de Dios (s), ante Él no hay diferencia entre su esposa, su hija o cualquier otra musulmana, porque él es el padre de la nación y todos son iguales ante él y en su presencia.

En cuanto a la respuesta a la objeción sobre el Mensajero de Dios (s) y Alí (a), es que son siervos que actúan por orden de Dios, no son como las personas comunes que actúan para defenderse a sí mismas.

Otro ejemplo: Asia, la esposa de Faraón. ¿No es acaso de las mejores mujeres del Paraíso?[6] ¿Por qué Moisés (a) dejó que el Faraón y sus soldados la torturaran… etc.?

Lo importante es que la idea general se entienda. Siempre aquel a quien se le impone la prueba trata de escapar planteando una objeción contra la evidencia.

Encontré a uno de ellos, por ejemplo, que dice: “Si el sol es Muhammad,[7]  ¿cómo puede decir Abraham: que no ama a los que declinan, es decir, ¿acaso no ama a Muhammad (s)”?

Y esto es lo más repugnante que he escuchado, pues él interpreta “sol” como si fuera este sol. La misma pregunta, si se la hiciera a sí mismo y con su propia interpretación, sería: “¿Cómo puede decir Abraham (a) que no ama al sol?, ¿qué culpa tiene? ¿y qué hay de malo en él para que Abraham (a) no lo ame?”. Si se hiciera la pregunta a sí mismo, se respondería que no ama considerarlo como Señor Absoluto y Divinidad Absoluta, porque él (a), antes de decir “no amo”, dice “este es mi Señor”. Entonces, lo que Abraham no ama no es lo señalado en sí, sino la consideración que hizo de él, es decir, que sea un Señor Absoluto.

Pero la envidia los ha cegado a tal punto, que apenas pueden razonar, entonces hacen problemas con cuestiones cuyas respuestas se aclararían si se las remitieran a sí mismos.

Que vuestro objetivo también sean los shiíes y no solo los sunníes, porque muchos shiíes escucharán el debate. Os ruego que estéis en el debate completamente preparados. Primero estableced la ley, la ley de reconocimiento de la Prueba, y obligadlos a ella. Y el testamento, que es obligatorio por juicio del Corán, y no existe otro más que este, transmitido por la Gente de la Casa de su padre, el Mensajero de Dios (s)».

 


[1] Véase La ley de reconocimiento de la Prueba, en donde se encuentran los ejemplos del barco y la fábrica.

[2] Lo que dijo el Enaltecido es: {Se os ha prescrito que, si se presenta a uno de vosotros la muerte, si deja bienes, testamente a favor de sus padres y parientes con lo reconocido. Es un deber para los piadosos}, Sagrado Corán – sura «Al-Báqara» (La vaca), 180.

[3] Bihar al-Anwar, vol. 30, pág. 530 | Sahih Al-Bujari, vol. 4, pág. 31.

Y este es el texto del hadiz según Al-Bujari: Nos narró Ibn Uyayna, de Suleimán Al-Ahwal, de Said Bin Ŷubair, de Ibn Abbás (que Dios se complazca de ambos), que dijo: «El día jueves… ¡y qué día jueves!». Luego lloró tanto que sus lágrimas empaparon las piedrecillas. Entonces dijo: Ese día jueves se agravó el dolor del Mensajero de Dios –bendígale Dios y le de paz–, y dijo: «Traedme algo para escribir, para que os escriba un escrito con el que nunca os extraviaréis». Entonces discutieron –y no se debe discutir ante un profeta–, y dijeron: “El Mensajero de Dios –bendígale Dios y le de paz– delira”. Él dijo: «Dejadme, pues aquello en lo que estoy es mejor que aquello a lo que me invitáis». Y al morir encomendó tres cosas: “Expulsad a los politeístas de la Península Arábiga, conceded a las delegaciones lo mismo que yo solía concederles”, y olvidé la tercera.

[4] Véanse: Al-Gaiba de At-Tusi, págs. 150 y 111 | Mujtasar Basair ad-Daraŷat, 159 | Bihar al-Anwar, vol. 36, pág. 261.

[5] Cuando dijo (s): «Paciencia, familia de Yasir, pues vuestra cita es el Paraíso», Bihar al-Anwar, vol. 18, pág. 210 | Kanz al-Ummal, vol. 11, pág. 728.

[6] Del Profeta (s): «Las señoras de las mujeres de la gente del Paraíso son cuatro: María hija de Imrán, Fátima hija de Muhammad, Jadiŷa hija de Juwailid y Asia hija de Muzahim mujer del Faraón», Kashf al-Gumma, vol. 2, pág. 77.

[7] La interpretación del sol como el Mensajero de Dios (s), aparece con frecuencia en las narraciones de la Gente de la Casa –con ellos sea la paz. Entre ellas: de Abu Basir, de Abu Abdulá (a), que dijo: Le pregunté sobre la palabra de Dios: {Por el Sol y su claridad}. Él dijo: «El sol es el Mensajero de Dios (s), con el que Dios aclaró a los hombres su religión…», Bihar al-Anwar, vol. 24, pág. 70. Y de Ibn Abbás, que dijo: El Mensajero de Dios (s) dijo: «Mi ejemplo entre vosotros es como el sol y el ejemplo de Alí es como la luna, así que si se oculta el sol, guiaros por la luna», Bihar al-Anwar, vol. 24, pág. 76.


Del libro Con el Siervo Bueno de Ahmed Alhasan (a)