Dijo (a): «Trabajad con todo lo que podáis, pues es una batalla contra Iblís. Él quiere llevarse al mayor número posible al Infierno… Después de morir, los hombres verán la vida de este mundo temporal como si fuera una hora, apenas reconocerán algo de ella. Él quiere cumplir su promesa de extraviar a la creación, y aunque no pueda posponer el día prometido, quiere cumplir su promesa de extraviar a todos excepto a los elegidos.[1]
Su fracaso final en posponer el último enfrentamiento, y el cumplimiento de la promesa divina de que trescientos trece vencerán sus propias almas, no lo hace desistir del objetivo con el que siempre amenazó: extraviar a las hombres. Así que vuestra victoria es guiar a los hombres, guiarlos y no solo establecer la prueba contra ellos. Trabajad todo lo que podáis para guiarlos. Solo os encargo que luchéis contra Iblís con todo lo que podáis, humilladlo y humillad a su ejército de humanos y genios».
Y cuando le pregunté sobre el golpe más doloroso que se puede dirigir a Iblís (maldígalo Dios), dijo (a): «¿No has leído en el hadiz y en lo transmitido: “Cuando el hijo de Adán se prosterna, el rostro de Iblís se ennegrece”?[2]
Te contaré una visión que vi hace tiempo que quizás te aclare más el asunto: Vi un gran ejército que yo lideraba. Ocurrieron grandes batallas y hubo mártires del ejército de los auxiliares. Sus almas ascendían y sus formas eran muy hermosas. Los profetas estaban parados en la puerta del cielo recibiéndolos, muy alegres por ellos. Entre los profetas estaba Abraham (a), que estaba muy alegre. Y ellos dijeron: “Esto no ha ocurrido desde que Dios creó a Adán, que este gran número venza al “yo”, al mundo temporal, a los deseos y al demonio. Fin.
Lo que quiero que entiendas es que seguir la Prueba de Dios, en su exacta medida, ennegrece el rostro de Satanás. La prosternación que Iblís rechazó es lo que ennegrece su rostro. Él rechazó prosternarse ante el sucesor de Dios, prometió extraviar a los hombres y hacer que rechacen prosternarse ante el sucesor de Dios. Entonces, ¿qué es lo que más ennegrece su rostro que la anulación de su meta y objetivo?
Entonces, es lo que te dije primero: trabajad para guiar a los hombres, haced que se prosternen como los ángeles, y humillad a Iblís que quiere que le sigan en rechazar la prosternación ante el sucesor de Dios».
Y cuando le pedí que suplicara para que Dios Enaltecido nos inscriba entre los que se prosternan ante Su sucesor en Su tierra, dijo (a): «Oh Dios, haz que todos seamos de los que se prosternan ante el primero en prosternarse, el primero en adorar, el primero en entregarse, y el que hable cuando las lenguas enmudezcan en las explanadas de la Resurrección».
[1] Para que apoyen al Resurgente (a), que se presentará ante Iblís y le golpeará el cuello en la mezquita de Kufa. Ellos serán pocos, tal como lo mencionó la familia de Muhammad en muchas narraciones: que son como la sal en la provisión, y el kohl en el ojo, y lo más raro de lo más raro. También en los libros anteriores se alude a ellos; en la Biblia, Mateo 22:14, está escrito: [Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos], Compendio de las Iglesias Orientales, pág. 97.
[2] Véanse: Al-Kafi, vol. 3, pág. 264 | Al-Jisal As-Saduq, pág. 616.
Del libro Con el Siervo Bueno de Ahmed Alhasan (a)