La infabilidad es: refugiarse en Dios de lo prohibido por Dios. Tiene un aspecto por parte del siervo, que es la sinceridad, y otro aspecto por parte del Señor Glorificado, que es el acierto.

Cada ser humano, en este caso, tiene depositada en su naturaleza la capacidad de la infalibilidad. Lo que distingue a los Argumentos (a) es la medida de su sinceridad, pues han alcanzado una sinceridad con Dios Glorificado y Altísimo a un grado tal que el acierto que desciende sobre ellos es una fortaleza que los protege de lo prohibido por Dios. Además, los Argumentos se distinguen en que Aquel que conoce las verdades, el destino de cada ser humano y en lo que este se convertirá, ya ha estipulado su infalibilidad y ya ha hecho obligatorio seguirlos, porque ellos no llevan a los hombres a la perdición ni los sacan de la guía.

Moisés (a) es un profeta entre los mensajeros dotados de resolución.

Moisés (a) es un profeta enviado por Dios, infalible por una estipulación de infalibilidad.

Aun así, Dios Glorificado le ordena seguir al Siervo Bueno y a no oponérsele, y es él mismo el que promete no oponerse, {Dijo: «Me encontrarás, si quiso Dios, paciente y no te desobedeceré ninguna orden»}. Sin embargo, fue contra su promesa y se opuso al Siervo Bueno.

Si la oposición hubiera sido una y solo una vez, hubiera sido insignificante. Pero él se opuso en todas las pruebas y exámenes. Pues, fueron tres y él se opuso en las tres. Significa que aquí, Moisés (a), se opuso a la orden de Dios. Y si no quieres decir que se ha opuesto a una orden directa, entonces sea que se ha opuesto a su propia promesa, y esto definitivamente quiebra aquí la infalibilidad en esta situación.

De esta situación, de este viaje y de lo que ocurrió en él, podemos:

  • Entender el significado de la infalibilidad con claridad.
  • Entender además, que es en niveles.
  • Entender también que con respecto a los Argumentos de Dios, la infalibilidad estipulada tiene un límite mínimo que no se puede traspasar y este límite es en donde se cumple la condición de la estipulación de su infalibilidad, que es no sacar a los hombres de la guía ni llevarlos a lo falso.
  • Entender también que si al infalible (a) se le encarga algo que está por encima de él, no será infalible en ese nivel al que no ha ascendido.
  • Entender también que esta falta a la infalibilidad del infalible en un nivel superior de infalibilidad no invalida su infalibilidad a un nivel inferior.
  • Y entender y saber también la respuesta a la infalibilidad de Adán, y cómo no invalida su infalibilidad, {Y desobedeció Adán a su Señor y se descarrió},[1] puesto que su prueba había sido en un nivel superior, para aclararle a él y a los demás que él no tenía resolución, y que el dueño de resolución y el verdadero sucesor de Dios en Su tierra es de su descendencia, que es Muhammad (s). Así que el verdadero sucesor al que se pretende llegar es Muhammad (s) y no Adán, pues se refiere al sucesor de Dios que envía, no al sucesor de Dios enviado.[2]
  • También entender que la ciencia y el conocimiento son la base de la infalibilidad y del infalible. Por eso el infalible es infalible en la medida de su ciencia y su conocimiento, que en realidad se corresponden a los dos mismos aspectos (la sinceridad y el acierto). {Y di: «Señor mío, auméntame en saber»}.[3] Desde aquí, el motivo de la falla en un nivel superior es la falta científica y cognitiva del infalible (a) para abarcar ese nivel y posición superior.
  • Entender también por qué Dios se dirigió a algunos infalibles como “injustos” cuando el Altísimo dijo {Luego legamos el libro a los que habíamos elegido de nuestros siervos. Y entre ellos estaba quien era injusto consigo mismo, y entre ellos estaba quien era moderado, y entre ellos estaba quien estaba adelantado en bondades con el permiso de Dios. Ese es el favor grande},[4] pues esos a los que describió como “injustos consigo mismos” están entre los elegidos que heredaron el libro y que son infalibles. La injusticia contra sí mismos era su falta para ascender, o se podría decir una falta en la sinceridad que impedía el acierto en un nivel superior, o en particular, que impedía el derrame de ciencia y conocimiento a un nivel superior. Esta falta definitivamente es una injusticia contra sí mismo; porque es una pérdida de posición superior y una pérdida de ascenso a un nivel superior. Por consiguiente, la prueba en ese nivel superior es equivalente a fallar para ellos.[5]
  • Entender también que la prueba en un nivel superior no está tanto en la acción o inacción como lo está en quien recae la acción, es decir, el poseedor en sí del nivel superior y lo que se relaciona con él, como la ciencia y el conocimiento. Así que la desobediencia de Adán (a) estaba relacionada con el árbol y con la trasgresión contra este más que su relación con la fruta, pues la verdadera desobediencia fue la trasgresión contra el árbol, no comer la fruta. {«y no os acerquéis a este árbol, pues seríais de los injustos»}.[6] El árbol era Muhammad y la familia de Muhammad (s). Además, con respecto a Moisés (a), la equivocación que él repitió fue la objeción al Sabio. Así que su prueba no estuvo tanto en las tres cuestiones como lo estuvo en el Sabio mismo, {Dijo: «Es que tú no podrás tener conmigo paciencia» * «¿Y cómo serías paciente con aquello en lo que no abarcas experiencia?» * Dijo: «Me encontrarás, si quiso Dios, paciente y no te desobedeceré ninguna orden»}. Reflexiona bien sobre estas aleyas y presta atención a la palabra “conmigo”, pues él le dijo “mientras yo te acompañe, serás descuidado y rechazarás mi liderazgo sobre ti”.

Así que en realidad, todas las objeciones de Moisés (a) fueron objeciones al liderazgo infalible que él sabía que provenía de Dios. Por eso las respuestas del Sabio a Moisés (a) eran fuertes y severas, pues si la cuestión estuviera solamente relacionada con la ignorancia de Moisés (a) sobre los motivos, Moisés (a) habría sido disculpado y no hubiera habido necesidad de tratar a Moisés (a) con tanta severidad.

Luego, si reflexionamos sobre estas aleyas y cómo el Sabio explica el motivo de la impaciencia de Moisés (a) con él como ignorancia y desconocimiento de él, vemos que es porque está por encima de él y es de una posición superior a él {«¿Y cómo serías paciente con aquello en lo que no abarcas experiencia?»}. Es decir, “tú, no podrás ser paciente conmigo porque tú no me conoces”. No es como imaginan quienes leen la aleya que talvez se refiera a que Moisés (a) solamente ignora los motivos de las acciones del Sabio. Por eso, observa cuál fue la respuesta de Moisés (a) y reflexiona bien: {Dijo: «Me encontrarás, si quiso Dios, paciente y no te desobedeceré ninguna orden»}. Reflexionemos sobre las palabras de Moisés (a), {«y no te desobedeceré ninguna orden»}, pues la orden está relacionada con el Siervo Bueno en sí, no con sus acciones. La prueba de Moisés (a) era con el Siervo Bueno (a) en sí, no con las acciones de este, es decir, que la prueba era una copia de la primera prueba conocida, la prueba de los ángeles e Iblís con Adán (a). Era la prueba de prosternarse otra vez que se repitió con Moisés (a) esta vez. Y Moisés (a) no rechazó la prosternación como Iblís —maldígalo Dios—, lejos está él (a) de esto. Tampoco puso objeciones a la prosternación como los ángeles (a), sino que emprendió la prosternación, pero levantó la cabeza en la prosternación tres veces. Y podría decirse que fueron tres veces de diferente intensidad, la última de ellas la de menor intensidad. El que entiende esto sabe que la diferencia entre Moisés (a) y los ángeles es grande e importante, pues Moisés (a) es mejor que los ángeles y esto se aclara aquí. Los ángeles discutieron buscando saber de Adán antes de prosternarse ante él, mientras que Moisés (a) emprendió la prosternación sin preguntas, {Dijo: «Me encontrarás, si quiso Dios, paciente y no te desobedeceré ninguna orden»}. Entonces, ¿cómo no habría de ser este puro y santo Moisés un profeta de los dotados de resolución entre los mensajeros, siendo este su estado de obediencia?

  • Y entender también que la prueba del inferior por el superior solo puede ser con el descenso del superior al inferior. En realidad, el ascenso del inferior al superior es imposible sin que cambie el nivel de sinceridad relacionado con él y su trabajo. Por consiguiente, el asunto queda restringido al descenso del superior al inferior, y aquí está la prueba. Puesto que la criatura, o el ser humano en particular, siempre imagina que lo que existe junto a él en el mismo plano es igual a él o inferior a él:

{«No te vemos sino un ser humano como nosotros»}.[7]

{Dijeron: «No sois sino seres humanos como nosotros»}.[8]

{Dijeron: «¿Habríamos de creer en dos seres humanos como nosotros?»}.[9]

{«No eres sino un ser humano como nosotros. Trae, pues, un signo, si eres de los veraces»}.[10]

{«Y no eres sino un ser humano como nosotros, y es que suponemos de ti que eres de los mentirosos»}.[11]

{Dijeron: «No sois sino seres humanos como nosotros y no ha hecho descender el Misericordioso nada. No sois sino de los que mienten»}.[12]

De hecho, generalmente no cree que sea superior a él a menos que encuentre algo que lo distinga con claridad, como la ciencia, por ejemplo, que hizo que los ángeles reconocieran el favor para con Adán. O talvez se llegue al punto en el que el ser humano quiera algo que lo obligue a creer en este favor. Por eso los ignorantes —que son la mayoría de los hombres— piden milagros que los subyugue a creer en la preferencia de los mensajeros (a), para tener fe en su preferencia y en su derecho al liderazgo, {«No eres sino un ser humano como nosotros. Trae, pues, un signo, si eres de los veraces»}.

Definitivamente, cada uno según su medida. Pues, los profetas (a) son mejores que los ángeles y no son como esos ignorantes. No obstante, la oscuridad que hizo que los ángeles objetaran e hizo que esos ignorantes no creyeran en los mensajeros (a), también existe en los profetas (a) y en Moisés (a), pero en un grado tan minúsculo que hizo que Moisés (a) solamente se distrajera y se opusiera para lamentarse momentos después de su distracción y objeción, {Dijo: «No me tomes a mal por lo que he olvidado y no me impongas algo difícil»}. Presta mucha atención a las palabras de Moisés: {«y no me impongas algo difícil»}. Es decir, que Moisés está diciendo al Siervo Bueno “este soy yo, este es mi situación y tú lo sabes, así que no me abandones y completa conmigo este viaje para que aprenda más”. Luego, después de esto, él se distrae y pregunta, y no encuentra sino la promesa de no preguntar, solo encuentra reconocer que se ha distraído, que ha fallado y que no ha sido paciente con el Siervo Bueno, {«Si te pregunto sobre algo después de ello, no dejes que te acompañe. Ya has alcanzado de mi parte una disculpa»}. Por eso, las palabras de Moisés (a) la tercera vez no fueron en forma de objeción o de pregunta, sino una sugerencia, {… «Si hubieses querido, podrías haber tomado por él una retribución»}.


[1] Sagrado Corán – sura «Ta Ha» (Ta Ha), 121.

[2] Véase el apéndice 4. También se encuentran detalles en el libro La profecía sellante.

[3] Sagrado Corán – sura «Ta Ha» (Ta Ha), 114.

[4] Sagrado Corán – sura «Fatir» (Iniciador), 32.

[5] Véase el apéndice 5, el libro La respuesta clara, vol. 2 y Alegorías para detalles.

[6] Sagrado Corán – sura «Al-Báqara» (La vaca), 35 y sura «Al-Aaraf» (Las alturas), 19.

[7] Sagrado Corán – sura «Hud» (Hud), 27.

[8] Sagrado Corán – sura «Ibrahim» (Abraham), 10.

[9] Sagrado Corán – sura «Al-Muuminín» (Los creyentes), 47.

[10] Sagrado Corán – sura «Ash-Shuará» (Los poetas), 154.

[11] Sagrado Corán – sura «Ash-Shuará» (Los poetas), 186.

[12] Sagrado Corán – sura «Ya Sin» (Ya Sin), 15.


Extracto del libro El viaje de Moisés a la confluencia de los dos mares del Imam Ahmed Alhasan (a)