En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Misericordiosísimo.
La alabanza a Dios, Señor de los mundos.
Y que Dios bendiga a Muhammad y a su familia, los Imames y los Mahdis, y les conceda abundante paz.
El Mensajero de Dios (que Dios lo bendiga a él y a su familia) dijo:
«Pronto las naciones se lanzarán sobre vosotros desde todas las direcciones, tal como los comensales se abalanzan sobre su plato».
Dijimos: «¡Oh Mensajero de Dios! ¿Será por ser pocos ese día?»
Dijo: «Ese día seréis muchos, pero seréis como la espuma arrastrada por la corriente: sin peso ni firmeza. Se arrancará el respeto que vuestros enemigos os tenían, y se implantará en vuestros corazones la wahn.»
Dijimos: «¿Y qué es la wahn?»
Dijo: «El amor a la vida y el odio a la muerte.»
A la luz de este noble hadiz, no puede ocultarse el grado de semejanza entre lo que el Profeta (s) advirtió y la realidad actual de la nación islámica, sometida a la conspiración y el asedio de las fuerzas del mal y la arrogancia, encabezadas por Estados Unidos y la entidad sionista, junto con quienes orbitan en su esfera.
Lo que presenciamos hoy en términos de escalada militar e incitación política contra la República Islámica de Irán, forma parte de un plan maligno que busca debilitar a la nación islámica, quebrar su voluntad, borrar su identidad doctrinal y cultural, e imponer el dominio de las fuerzas tiránicas sobre el mundo musulmán, para saquear sus recursos y someterlo.
La guerra que se libra hoy no es simplemente un conflicto militar tradicional, sino una guerra ideológica que intenta imponer a la fuerza la doctrina y la política estadounidense-sionista, doblegando a la nación islámica ante el vil «policía del mundo». De no someterse, su destino será la destrucción y el colapso, como claramente se perfila en los planes actuales contra Irán.
Estados Unidos ha fracasado en confiar exclusivamente en la entidad sionista para alcanzar ese objetivo, tras el derrumbe del mito de su superioridad militar y de seguridad. Por ello, hoy busca una intervención directa para apoyarla en su guerra contra Irán, no por otra razón más que por ser Irán un Estado musulmán fuerte que representa un obstáculo ante los proyectos de arrogancia y hegemonía.
Ante estas amenazas existenciales, creemos que es deber tanto religioso como humano que la nación islámica se alce como un solo cuerpo en defensa de su hermana Irán, que levante su voz en apoyo a los musulmanes y en rechazo a la prepotencia. La responsabilidad principal recae sobre quienes poseen una palabra escuchada: las autoridades religiosas, los líderes políticos, los jeques tribales y los hombres libres de esta comunidad.
La historia no tendrá piedad con los cobardes. Cada ser humano escribe su historia con su propia mano, y las generaciones futuras leerán lo que hoy estamos escribiendo, así como nosotros leímos las posturas de quienes nos precedieron.
Pedimos a Dios que proteja las tierras de los musulmanes de todo mal, y que nos conceda la firmeza para tomar la posición que le sea grata.
Y la alabanza a Dios, Señor de los mundos.