Seguimos con el Siervo Bueno (a) en la explicación de esta importante cuestión ideológica, concretamente en la explicación del significado de la Prueba silenciosa en las narraciones que ellos malinterpretan. Pues ellos quieren negar la existencia de dos Pruebas en el mismo tiempo. El caso es que el significado de las narraciones sobre que dos Pruebas estén juntas ya ha sido aclarado: es cuando están en el mismo lugar y el Sucesor no tiene el permiso de hablar de parte de aquel al que está subordinado. En realidad ellos ni siquiera entienden el significado de la Prueba silenciosa, en primer lugar.
Al explicar su significado, el Sayed Ahmed Alhasan (a) dice: «En cuanto a la Prueba silenciosa, significa que está subordinado, pues no tiene un mandato junto a aquel al cual ha sido subordinado. Este es un mandato entre ellos dos, en el que no podéis intervenir. Y con la existencia de ambos al mismo tiempo, ¿acaso se rechaza al silencioso? ¿Acaso era lícito rechazar a Aarón o a Lot por ser denominados como “silenciosos” en presencia de Moisés y de Abraham? La denominación de “silencioso” solo quiere decir que si se encuentran en un mismo lugar, el hablante es la Prueba de época y el sucesor no hablar sino es con su permiso. Este es el único significado que concuerda con el Corán.[1]
Así que el significado que ellos pretenden, si insisten en él, implicaría que las narraciones del silencioso y el hablante se opusieran al Corán, y las narraciones que se oponen al Corán deben ser interpretadas alegóricamente o desechadas como nos lo ordenó la Gente de la Casa, y ellos dicen esto también. Así que las narraciones del hablante y del silencioso, según el entendimiento de ellos, contradicen al Corán, y por ende, o se interpretan o se abandonan.
Solo queda interpretar las narraciones del hablante y el silencioso en el sentido de que el silencioso está subordinado al hablante y no habla en presencia del hablante sin su permiso. Esto es todo el asunto. Algo distinto a esto pondría a las narraciones como opuestas al juicio del Corán, como ha quedado claro cuando Salomón habló en vida de su padre David y por orden de Dios, {Así pues, se lo hicimos comprender a Salomón}.
Esto que ellos dicen es solo para perder el tiempo. ¡Por Dios, por Dios, por Dios! Ya se los he explicado sólidamente y no tienen escapatoria ni en el Corán ni en las narraciones. No hacen más que malgastar el tiempo en discusiones, y ellos mismos lo saben. Ahora, ¿ellos saben más que sus propios juristas? ¿Qué es lo que dicen? Si sus juristas saben más que ellos entonces que se presenten. ¿No me he presentado yo a ellos y los he convocado, y ellos dijeron que no estoy en lo cierto? Entonces, ¿por qué abandonan a los hombres que me han seguido? ¡¿No es la obligación de ellos rescatarlos?!».
[1] Se narró que el Imam Hasan (a) emitió dictámenes durante la ausencia de su padre, el Comandante de los Creyentes (a), y que el Imam Alí (a) respaldó su dictamen y lo aprobó después. Dijo que él no tenía nada distinto a lo que había dicho Hasan (a). De Abu Abdulá (a), que dijo: «Vino al Comandante de los Creyentes (a) una gente buscando un dictamen y no lo encontraron. Entonces Hasan (a) les dijo: “Traed vuestra consulta. Si acierto, será de parte de Dios y del Comandante de los Creyentes (a), y si me equivoco, el Comandante de los Creyentes (a) está detrás de vosotros”. Entonces ellos dijeron: “Una mujer se unió con su marido, y se levantó con la calentura de su unión y se frotó lésbicamente con una doncella virgen, derramando sobre ella el semen y dejando a esta, embarazada”. Y él (a) dijo: “Inmediatamente, este mujer debe pagar la dote de esta virgen, porque el hijo no nacerá sin que se pierda su virginidad. Se deberá esperar hasta que dé a luz y luego se le aplicará la pena legal. El hijo se le atribuye al dueño del semen y la mujer casada debe ser lapidada”. Entonces ellos se marcharon y se encontraron con el Comandante de los Creyentes (a), y dijeron: “Le dijimos a Hasan y Hasan y nos dijo”. Y él dijo: “Por Dios, si os hubierais encontrado con el padre de Hasan, no tendría sino lo que dijo Hasan”», Wasail ash-Shia, “La familia de la casa”, vol. 28, pág. 169, hadiz 34476. Así que, si hablar hubiera sido ilícito para el Imam Hasan (a) en época del Comandante de los Creyentes (a), ¡¿cómo habría ocurrido algo así?! Es más, hay muchas narraciones que establecen que los Imames –con ellos sea la paz– en muchas ocasiones dan licitud a las respuestas de sus sucesores a las preguntas. Entonces, ¡¿cuando los sucesores responden, sus respuestas son una prueba para el que pregunta, o no?!
Del libro Con el Siervo Bueno de Ahmed Alhasan (a)