Seguimos con el Siervo Bueno (a) y la cuestión de la ascensión.
Le pregunté diciendo: En el libro Alegorías, primera parte, y sobre el tema de la explicación de la ascensión de Adán –una ascensión manifiesta– has explicado, mi señor, que su cuerpo tuvo una existencia en la tierra, y que si no, habría estado muerto. El Imam Al-Mahdi (a) también fue ascendido –una ascensión manifiesta–, así que, ¿su cuerpo material físico existe en la tierra como el de Adán (a)? ¿O hay algo distinto en esta cuestión?
Y me respondió (a): «Sí. Tiene una existencia en cierta forma, y no es que exista como los demás hombres. Adán ascendido tiene una existencia, tal como los demás ascendidos. Hay algo que talvez te aclare un poco esta cuestión. ¿Sabes lo que es la envidia, cómo es su efecto y por qué la envidia es de las cosas más graves, y su portador debe rendir cuentas aunque no haya cometido una acción con sus propias manos?
Ahora, examinemos primero al ser humano y su existencia en el mundo físico. El mundo físico en su realidad es una condensación de fuerza o capacidad, y esta condensación tiene un alcance que varía entre su valor más alto y su valor más bajo. Supongo que ves esto con claridad en los diferentes materiales físicos que conoces. Aunque estén en niveles cercanos y las diferencias entre ellos no sean grandes, seguramente, al gas que rodea la tierra lo clasificarías de manera diferentes al agua, así como a una piedra también. No ves el aire o el gas que rodea la tierra, y que no los veas no significa que no existan en esta tierra.
Ahora, la existencia del ser humano –es decir, de cualquier ser humano– se extiende desde el Primer Cielo o su límite más bajo, que es su alma, hasta lo más denso que existe en este mundo físico, por eso encuentras minerales en la composición del cuerpo humano. Así que en realidad, consta de un alma, de un cuerpo material visible y de un cuerpo material invisible. Para simplificar esta cuestión, diré que hay un cuerpo invisible, pero la realidad es que hay muchísimas manifestaciones y muchísimas apariciones, y en número igual a ellas existen cuerpos para el ser humano. Por eso el Enaltecido dijo: {Y si enumerarais las gracias de Dios, no las contabilizaríais. Ciertamente, el hombre es injusto, ingrato}.[1] Enumerarlas es posible, pero contabilizarlas, imposible. El motivo es que las existencias del ser humano sobre las que se derraman las gracias es igual a la extensión de su existencia dividida por su manifestación.[2] Y dado que la manifestación debe ser la menor posible para que se complete la conexión entre las diferentes existencias del ser humano, quiere decir que debe ser como una diferencial de integración, lo más cercano posible al cero.
Entonces, ¿cuál es el resultado de dividir cualquier número por cero? El resultado es infinito y el infinito no se enumera, ni se contabiliza. Pero nosotros no tenemos cero, sino un número lo más cercano posible al cero, y ¿cuál es el resultado de dividir cualquier número lo más cercano posible al cero, por cero? El resultado es enorme. Está dentro del dominio de los números, pero es imposible de contabilizar, mayor que la capacidad de contabilizar.
Para aclararte al panorama: imagina que este número es un uno seguido de tantos ceros que necesitarías mil millones de años luz para contabilizarlo. Pues si las gracias de Dios fueran diez gracias, cien o mil, serían enumerables y contabilizables. Y si te dijera “enumérame las gracias de Dios sobre ti”, por más que las enumeraras no llegarías a un millón, es más, dudo que pudieras enumerar mil gracias. Entonces, ¿cómo es que el Enaltecido dice que son incontabilizables y a la vez dice que aunque imposibles de contabilizar, se hallan dentro de lo enumerable?
Estas cuestiones y aparentes contradicciones las resuelves sabiendo que el ser humano tiene muchas manifestaciones y muchas existencias, tal como te he explicado: se enumeran, pero no pueden contabilizarse. Pues cada una de las gracias de Dios es derramada sobre cada una de estas manifestaciones, y por consiguiente, una sola es suficiente para llamarla “incontabilizable”. Ahora bien, basta con que uno solo de estos cuerpos o manifestaciones exista para que haya una tercera existencia, capaz de influir como influye este cuerpo en este mundo físico.
Ahora volvamos a la envidia: una persona desea –por ejemplo– el coche de otra persona, y desea que le sea arrebatado y pase a ser suyo. Y este coche, mientras circula por la carretera, se vuelca y se destroza. ¿No es este un tipo de envidia? ¿Por qué es ilícito y por qué se castiga al envidioso aunque no haya sido él que haya hecho volcar el coche con sus propias manos?
Sí. Él lo ha hecho volcar, con su tercer cuerpo o existencia física invisible, que sin embargo, influye en este mundo físico. Así que estas manifestaciones que te he mencionado antes, tienen diferentes niveles. Son invisibles, pero poseen tanta densidad que bastan para influir en este mundo físico y en lo este contiene. Así, Dios Glorificado, examina al ser humano dándole la capacidad de influir sobre los demás a través de esta manifestación o cuerpo invisible, y le ordenó que no haga el mal con esta capacidad. Pues si hiciera el mal, deberá rendir cuentas, porque lo habrá hecho con sus propias manos. La envidia no es solamente algo psicológico, como la gente se imagina.
Ahora, la existencia del ascendido es un tipo de estas manifestaciones y existencias, pues él posee un cuerpo de este tipo».
Entonces dije: ¿Acaso todos estos niveles están por debajo del punto al que ha sido ascendido, o forman también parte de los niveles de la ascensión?
Y dijo (a): «La ascensión consiste en que él no tenga un cuerpo material como este cuerpo, pero sí le queda una manifestación y un cuerpo en un nivel que está por encima de la existencia de este cuerpo material. Esto quiere decir ahora, cuando sostienes una hoja con tu mano, esta tiene una parte superior y una parte inferior. Supón que el punto más alto de la hoja es el alma del ser humano y que el punto más bajo de la hoja es el cuerpo del ser humano, visible en este mundo físico. Esta hoja es la existencia del ser humano. Imagina que esta hoja está compuesta de finísimas tiras paralelas, de una cantidad innumerable. Estas tiras son las otras manifestaciones del ser humano, que no son visibles y no son el alma situada al final del Primer Cielo.
Ahora, la ascensión consiste en anular la existencia del ser humano en la parte inferior de la página, es decir, lo haces manifestarse hacia arriba, por ejemplo, un centímetro por encima del nivel inferior. Y desde este centímetro hacia abajo de la página no tiene existencia. Se anula su existencia en este nivel. Este es un ejemplo que te pongo para aclararte más el panorama».[3]
Dije: ¿El punto más alto del ascendido es el Primer Cielo? Es decir, ¿asciende y aún sigue estando en este mundo? ¿O puede superarlo para elevarse?
Entonces dijo (a): «Por supuesto que lo supera, según su posición. Te he hablado de un ser humano en su existencia más baja, así que su alma está en la parte más baja del Primer Cielo. Pero quien se eleva, se eleva, y obtendrá aquello a lo que se ha elevado por el favor de Dios, y entonces, la página de su existencia más elevada es la posición más alta que haya alcanzado».
Dije: ¿Y se eleva con su alma también, de modo que el alma sobrepase a su mundo, o se eleva con otra cosa? Es decir, siendo que el mundo de las almas esté por debajo del Primer Cielo, entonces, ¿con qué se eleva por encima del Primer Cielo?
Y él (a) dijo: «El mundo de las almas no está por debajo del Primer Cielo, sino en su parte más baja, en su fondo. En esto todos tienen una parte. Pero por encima de esto, depende del esfuerzo del ser humano. Cuanto más se eleve el ser humano, más cambiará su estado. Tú quieres comprender la diferencia entre el alma y el espíritu. Hay un libro que he escrito hace un tiempo sobre la cuestión del espíritu, si Dios quiere, intentaré publicarlo, pues esto requiere mucha discusión».
[1] Sagrado Corán – sura «Ibrahim» (Abraham), 34.
[2] Es decir, para obtener el número de las existencias del ser humano desde el Primer Cielo hasta este Mundo Físico necesitamos dividir “su extensión desde el Primer Cielo hasta este mundo” por “su manifestación”, la cual debe ser de la forma más favorecida. Y con “más favorecida” nos referimos a que permita que la luz se filtre hacia la manifestación y la aparición que hay después. Esto no puede ser, a menos que fuera delgada y lo más pequeña posible, de manera que parezca que hay en ella la extensión de una sola columna conectada, a pesar de que en realidad, sea una unión de manifestación a manifestación y de aparición a aparición.
[3] El Jeque Nadhim Aloqaili dijo: “No hay una opinión única y establecida sobre la naturaleza del Imam Al-Mahdi (a). Según lo que he revisado, el primero que abordó este tema en detalle fue el mártir Sayed Muhammad Muhammad Sadiq As-Sadr en Musuua al-Imam Al-Mahdi (a) (Enciclopedia del Imam Al-Mahdi), segundo volumen, llamado [Historia de la Ocultación Mayor], donde planteó dos teorías sobre la naturaleza de la vida del Imam Al-Mahdi (a). Una de ellas es la teoría de [el ocultamiento de la persona] y la segunda teoría, [el ocultamiento de la identidad]. El mártir As-Sadr se inclinó por la teoría de [el ocultamiento de la identidad], apoyándola con fundamentos discutibles desde varias perspectivas, e incluso contradiciendo otros reportes y narraciones.
Lo que me interesa ahora es exponer la teoría de [el ocultamiento de la persona], qué es, ¿se refiere a la ascensión o no?
El mártir As-Sadr (Dios tenga misericordia de él) mencionó que esta es la conocida teoría de admitida tácitamente, asentada en la mente de muchas personas y a la que aparentemente apuntan algunas evidencias de las narraciones.
Esta teoría se resume en que el Imam Al-Mahdi (a), oculto por el ocultamiento de su cuerpo a los hombres de manera milagrosa, de modo que ninguno de los hombres puede verlo, escucharlo o percibirlo aunque él se encontrara entre ellos… Esto se opone a la teoría de [el ocultamiento de la identidad] que significa que su cuerpo se ve, su voz se escucha y vive normalmente entre la gente… pero no lo reconocen como al Imam Al-Mahdi (a).
Resumiré ahora lo mencionado por el mártir As-Sadr sobre la teoría del ocultamiento de la persona, y conoceremos después que se refiere a que él ha ascendido, que no está presente en la tierra como lo están los demás hombres. Él dijo: [Es la conocida teoría aceptada tácitamente, asentada en la mente de muchas personas y a la que aparentemente apuntan algunas evidencias de las narraciones como escucharemos. Esta es que el Imam Al-Mahdi (a) oculta su cuerpo de las miradas, él ve a los hombres y ellos no le ven, y a pesar de estar presente en un lugar, el lugar se ve vacío, sin él.
… Se demuestra con claridad cómo y por qué el propósito divino se relacionó con su custodia y preservación, así como con la prolongación de su vida. Pues, si su preservación estuviera limitada únicamente al ocultamiento de su persona, entonces sería necesario que Dios Poderoso y Majestuoso realizara este milagro en cumplimiento de su gran propósito.
Esta primera teoría añade además que estos ocultamientos pueden cesar en ocasiones, cuando haya una utilidad en que así sea. Por ejemplo, si el Mahdi (a) quisiera encontrarse con alguien para satisfacerle una necesidad, para darle orientación o para advertirle, el encuentro requiere que se lo vea, lo cual no ocurriría con el ocultamiento. Y el grado de su aparición a los hombres estaría limitado por la medida de la utilidad: si se requiere que aparezca plenamente a la vista de todos los hombres, eso ocurre, la visión se mantiene hasta que se cumple el propósito de este encuentro. Luego se oculta de repente, de modo que nadie lo ve, aunque él no haya abandonado el lugar en el que estaba. Y si se requiere que aparezca solo ante una persona y no ante otra, también así sucede, pues su revelación podría ser un peligro para los otros y para él.
Con base en esto se llevan todos los reportes de avistamientos del Mahdi (a) durante su Ocultación, incluso los de la Ocultación Menor. En particular, sobre lo que hemos escuchado de la historia de la Ocultación Menor, que el Mahdi (a) se le apareció a tu tío materno Yafar Al-Kaddab dos veces, y luego se ocultó sin que nadie supiera a dónde había ido, indica que el ocultamiento fue de la forma de esta teoría. En cuanto a los reportes de los avistamientos durante la Ocultación Mayor, aparentemente algunos son evidencia de ello, y entre estos, algunos incluso lo declaran…], Tarij al-Gaiba al-Kubra (Historia de la Ocultación Mayor), págs. 35-37, Dar al-Qari, Beirut, Líbano, 1ra. Ed. 1428 H.
Aunque el mártir As-Sadr intentó dar una interpretación al ocultamiento del Imam Al-Mahdi (a) en su Ocultación con esta teoría, está lejos, especialmente después de que hemos escuchado la explicación del Sayed Ahmed Alhasan (a) sobre la esencia de la ascensión y cómo es, pues es algo muy aceptado y no es como algunos se imaginan.
El mártir As-Sadr (Dios tenga misericordia de él) explicó que el ocultamiento de la persona del Imam Al-Mahdi (a) de las miradas podría ser o bien mediante la intervención en el [observador] o mediante la intervención en lo [observado].
Sobre la intervención en el observador, dijo: [La intervención en el observador consiste en hacerlo incapaz de percibir la realidad que tiene ante sí; de modo que ve el lugar vacío de la presencia del Imam al-Mahdi (a), aunque en realidad él sí está allí…}, Tarij Ma Baad ad-Duhur, pág. 47.
Y dijo acerca de la intervención en lo observado: [En cuanto a la intervención del milagro en lo observado —es decir, en la realidad objetiva susceptible de ser vista—, el camino más claro para ello es que el milagro impida que la imagen luminosa emitida por el cuerpo del Mahdi (a), o sus vibraciones sonoras, y otras cosas que son percibidas por los cinco sentidos… impida que lleguen al observador o al oyente. Con ello, el individuo queda incapaz también de percibir la realidad objetiva que tiene delante], misma fuente anterior.
Y según lo que explicó el Sayed Ahmed Alhasan (a) acerca del tema de la [ascensión], se aclara que el ocultamiento de la persona del Imam Al-Mahdi (a) se da a través de la intervención en [lo observado] y no en [el observador]. A veces, sin embargo, puede ser en el observador, pero de un modo diferente a la interpretación del mártir As-Sadr (Dios tenga misericordia de él). O mejor dicho, es la misma interpretación, salvo que el mártir Al-Sadr no explicó cómo la imagen luminosa emanada del cuerpo del Imam Al-Mahdi (a) o las vibraciones de su voz no llegan a los sentidos de las personas, y se limitó a atribuirlo simplemente al milagro.
Y el mártir As-Sadr (Dios tenga misericordia de él) recurrió a la explicación del milagro en su sentido habitual, porque todo cuerpo material denso, como el del ser humano, necesariamente está sometido a las leyes de la materia en lo que respecta a verlo, escuchar su voz, percibirlo sensorialmente y cosas similares, y no se libera de estas leyes a menos que su cuerpo se separe de su densidad material que implica ser visto, escuchado y percibido… etc.
Y al investigar y reflexionar, no existe diferencia entre el milagro al que se refirió el mártir As-Ṣadr en esta teoría y [la ascensión] según lo explicado por el Sayed Ahmed Alhasan, porque el milagro de impedir que la imagen del cuerpo del Imam Al-Mahdi (a) y las vibraciones de su voz lleguen a los sentidos de la gente, lo más cercano que puede concebirse es que su cuerpo se eleve por encima de la densidad material necesaria para ello. O, como lo expresa el Sayed Ahmed Alhasan: que sea ascendido a una de sus manifestaciones por encima del nivel de lo material y de sus leyes. Así pues, él tiene existencia en este mundo, pero no es como la existencia puramente material de la gente. Y siempre que desee encontrarse con alguien, su cuerpo recupera su densidad material, de modo que se aplican sobre él las leyes de la materia: la visión de su cuerpo, la audición de su voz, etc.
De lo contrario, ¡¿cómo podría el ser humano existir con su existencia material densa, estando bajo las leyes de la materia, y que no se apliquen sobre él esas leyes?!
Pues incluso el milagro debe estar regido por una ley formativa. Dijo el Enaltecido: {Ciertamente, toda cosa la hemos creado en medida}, Sagrado Corán – sura «Al-Qámar» (La Luna), 49. {Y no hay nada de cosa alguna que no tenga junto a Nosotros sus tesoros, y no la hacemos descender sino en una medida sabida}, Sagrado Corán – sura «Al-Ḥiŷr» (El rocoso), 21. {y ha creado toda cosa y le ha determinado una determinación}, Sagrado Corán – sura «Al-Furqán» (El discernimiento), 2. {Ya ha puesto Dios, para toda cosa, un decreto}, Sagrado Corán – sura «At-Talaq» (El divorcio), 3.
Así que hasta el fuego de Abraham (a), cuando Dios quiso salvarlo de él, no fue sin una ley formativa, aunque nosotros no la sepamos. El Enaltecido dijo: {Dijimos: «Oh, fuego, sé frescura y paz para Abraham»}, Sagrado Corán – sura «Al-Anbiyá» (Los profetas), 69. [Formativa], es decir, que Dios –Majestuosa sea Su Majestad–, cambió su constitución de fuego a frescura. No es que siguiera siendo fuego y que no quemara, sino que el Enaltecido le quitó la naturaleza que implicaba su combustión, o bien lo transformó en otra cosa distinta al fuego abrasador.
Así pues, en este caso, [el cuerpo material], si Dios Enaltecido quiere que se libere de las leyes aparentes de la materia, necesariamente su constitución debe transformarse en una sobre la cual las leyes de la materia no tengan dominio; como si se elevara a una existencia separada de la materia y de su densidad. Y esta comprensión concuerda con el Corán, con la determinación y con las leyes, ya que no se interrumpe la luz en la transmisión de la imagen, ni el aire o el espacio en la transmisión del sonido, ni los sentidos del tacto en cuanto a palpar. Del mismo modo, se mantiene para el cuerpo o para la existencia su armonía con las leyes de Dios: las leyes de la materia actúan sobre él cuando es material y denso, y estas leyes no actúan sobre él cuando se despoja de su densidad y se eleva a otra existencia con leyes particulares diferentes a las leyes de la materia.
Y son muchos los relatos que nos narran acerca de la visión del Imam al-Mahdi (a) y de su repentino ocultamiento … Entonces, ¡¿adónde fue si todavía estaba con su existencia material densa?!
Y talvez esta explicación nos aclare muchos de los prodigios y milagros que acontecieron al Mensajero de Dios Muhammad (s) y a los Imames puros –con ellos sea la paz–, o a algunos de los Patronos de Dios, como que quedaban ocultos de la vista de los hombres o que se les plegaba la tierra y cosas semejantes. La diferencia está en que esa condición con ellos era circunstancial… mientras que con el Imam al-Mahdi (a), después de su ascensión, se convierte en una condición permanente. No obstante, puede sobrevenirle la existencia material densa siempre que el Imam al-Mahdi (a) desee encontrarse con alguien o cumplir un deber o realizar una determinada tarea que lo requiera.
Y la principal evidencia del mártir As-Ṣadr (que Dios tenga misericordia de él) al preferir la teoría de [el ocultamiento de la identidad] sobre la teoría de [el ocultamiento de la persona], es que la teoría del ocultamiento de la persona depende de que ocurra un milagro continuo en el ocultamiento y aparición de la persona del Imam al-Mahdi (a). Y esto –como él dice– no concuerda con la ley general de los milagros, la cual debe estar sujeta a intereses y normas determinadas, y no producirse en cualquier circunstancia o ante cualquier ocasión.
Y esto, en realidad, no se sostiene ante el debate, porque determinar el beneficio o la conveniencia de algo no lo sabe en realidad excepto Dios Bendito y Enaltecido, especialmente en la cuestión del Imam Al-Mahdi (a). Dijo el Enaltecido: {… y no se os ha dado de la ciencia sino un poco»}, Sagrado Corán – sura «Al-Isra» (El viaje nocturno), 85. Si asumimos que la cuestión a del ocultamiento de la persona [la ascensión] es uno de los milagros que solo se da según un beneficio y sabiduría que Dios Enaltecido sabe, no obstante podría ser que esto no sea un milagro de ese tipo, sino una ley formativa que no entra en ese tipo de milagro del que habla el mártir As-Sadr, especialmente si prestamos atención a la explicación del Sayed Ahmed Alhasan sobre el cuestión de [la ascensión].
Hay narraciones de la Gente de la Casa –con ellos sea la paz–, que hablan sobre la cuestión de [el ocultamiento de la persona] en relación con el Imam Al-Mahdi (a), entre ellas:
De Ar-Rayán Ibn As-Salt, que dijo: Escuché a Abul Hasan Ar-Reda (a) decir –cuando se le preguntó sobre el Resurgente–: «No se ve su cuerpo, ni se pronuncia su nombre», Al-Kafi, vol. 1, pág. 333.
De Daud Bin Al-Qasim Al-Ŷáfari, que dijo: Escuché a Abul Hasan Al-Áskari (a) decir: «El sucesor después de mí es Hasan; ¿cómo vais a ver al sucesor después del sucesor?». Entonces pregunté: “¿Por qué –que Dios me ponga como tu rescate–?». Dijo: «No veréis su persona, ni os es lícito mencionarlo por su nombre», Al-Kafi, vol. 1, págs. 332–333.
De Ubaid Bin Zurara, que dijo: Escuché a Abu Abdulá (a) decir: «Los hombres pierden a su Imam; él atestigua la temporada y los ve, pero ellos no lo ven», Al-Kafi, vol. 1, págs. 337–338.
Estas narraciones son explícitas –especialmente la primera y la tercera– en que el cuerpo del Imam Al-Mahdi no se ve. Sin embargo, el mártir As-Sadr intentó refutarlas usando lo que se narra sobre el segundo embajador: De Abdulá Bin Ŷáfar Al-Himyari, de Muhammad Bin Uzmán Al-Amri –que Dios se complazca de él–, que dijo: Lo escuché decir: «Por Dios, el compañero de este asunto se presenta en la temporada cada año, ve a los hombres y los reconoce, y ellos lo ven pero no lo reconocen», Kamal ad-Din wa Tamam an-Nima, pág. 440.
Pero el mártir As-Sadr –Dios tenga misericordia de él– pasó por alto que este reporte son palabras del segundo embajador [Muhammad Bin Uzmán (a)] y no es una narración del Imam Al-Mahdi (a). Podría ser que las palabras del embajador se refieran al estado del Imam Al-Mahdi durante la Ocultación Menor. Es más, es así, como lo demuestra el hecho de que el embajador se dirigía a los que estaban a su alrededor, jurándoles sobre un asunto que conocía o del que estaba informado objetivamente en cada temporada de aquel tiempo, mientras que nuestras referencias acerca de la Ocultación del Imam Al-Mahdi (a) son sobre la época de la Ocultación Mayor y no la Menor… Y aunque esto fuera solo una mera posibilidad, sirve para conciliar las narraciones… pues no hay contradicción.
Luego, puede que esta narración esté refiriéndose específicamente a la temporada de la peregrinación, y de hecho ese es su sentido aparente. Y demostrar algo en un tiempo determinado no implica demostrarlo en todos los tiempos. Asimismo, puede que en las temporadas de la peregrinación el Imam Al-Mahdi (a) sea visto por algunas personas y no por otras… de ese modo, todas las narraciones resultan verídicas y tampoco existe contradicción.
Si dijeras: ¿cómo es posible que algunos lo vean y otros no, estando todos en el mismo lugar y tiempo? Pues si estuviera presente con su existencia material densa, necesariamente todos lo verían y se aplicarían sobre él las leyes de la materia sin excepción… tal como ya se explicó.
Yo digo: en tal caso, no es necesario que esté presente con su existencia material densa, sino que puede estar presente con una existencia inmaterial. Y quienes lo ven, o bien se les descorre el velo de su visión, o bien lo ven también con la existencia inmaterial de ellos. Pues el Sayed Ahmed Alhasan (a) explicó que todo ser humano tiene existencias sucesivas, desde el [cielo de las almas] hasta este mundo material, y por encima del [Cielo de las Almas] –es decir, debajo del Primer Cielo– cada ser humano se encuentra según su rango.
Las narraciones nos indican que la vida del Verdeante (a), es como la vida del Imam Al-Mahdi (a), en lo que respecta a la invisibilidad de su cuerpo, tal como se refleja en las palabras de la Gente de la Casa –con ellos sea la paz–, que explican que el Verdeante (a) vino a ellos y les habló sin que vieran su cuerpo ni su persona:
De Abul Hasan Alí hijo de Musa Ar-Reda (con ambos sea la paz), que dijo: «Cuando falleció el Mensajero de Dios (s), vino alguien que se detuvo a la puerta de la casa y les dio el pésame, y la Gente de la Casa escuchaba sus palabras sin verlo. Entonces Alí hijo de Abu Táleb (a) dijo: “Este es el Verdeante (a) que ha venido a daros el pésame por vuestro Profeta (s)», Kamal ad-Din wa Tamam an-Nima, pág. 391.
Y de Alí hijo de Husein –con ellos sea la paz–, en un largo hadiz que al final dice: «Cuando partió el Mensajero de Dios y llegaron las condolencias, vino a ellos alguien cuyo sonido oían pero sin ver su persona, y dijo: “La paz sea con vosotros, y la misericordia de Dios y Sus bendiciones. Toda alma ha de degustar la muerte, y solo se os pagará completamente vuestra recompensa el Día de la Resurrección. Ciertamente, en Dios hay consuelo ante toda desgracia y sucesión ante todo fallecimiento…”». Alí hijo de Abu Táleb (a) dijo entonces: «¿Sabéis quién es este?». [Dijeron: «No». Él dijo:] «Este es el Verdeante (a)», Amali ad-Din wa Tamam an-Nima, pág. 392.
De aquí se nos aclara que el Verdeante (a) también fue ascendido como Jesús (a) y que está vivo como lo están el Imam Al-Mahdi (a) y Jesús (a), según la ascensión que el Sayed Ahmed Alhasan (a) explicó con una exposición clara, sin precedente, y que jamás podría encontrarse sino en la familia del Elegido –con ellos sea la paz. Y tal vez la siguiente narración indique que hay una casa en el cielo para el Imam Al-Mahdi (a) llamada [Casa de la Alabanza]: De Al-Mufaddal, que dijo: «Escuché a Abu Abdulá (a) decir: “Ciertamente, el compañero de este asunto tiene una casa llamada la Casa de la Alabanza, en la que hay una lámpara que brilla desde el día en que nació hasta el día en que se levante con la espada, y no se apaga”» Al-Gaiba de Numani, pág. 245. Y lo narró también el Jeque At-Tusi con su cadena de transmisión de Salam Bin Abu Umaira, del Imam Al-Baqir (a), véase Kitab al-Gaiba de At-Tusi, pág. 467.
Asimismo, quizás la siguiente narración contenga un texto o alusión clara al ascensión del Imam Al-Mahdi (a): De Ayyub Bin Nuh, de Abul Hasan el tercero (a), que dijo: «Cuando se alce vuestro estandarte de en medio de vosotros, entonces esperad el alivio desde debajo de vuestros pies». Al-Kafi, vol. 1, pág. 341.
Podría entenderse por [vuestro estandarte] el dueño de vuestro estandarte, o vuestra señal hacia Dios, es decir, el Imam infalible, el Mahdi (a). Y quizá haya también una alusión a la ascensión en las siguientes dos narraciones: De Marwán Al-Anbari, que dijo: salió de lo de Abu Ŷáfar (a): «Cuando Dios quiere apartarnos de la vecindad de una gente, nos retira de en medio de ellos», Ilal ash-Sharai, vol. 1, pág. 244.
De Muhammad Bin Al-Faraj, que dijo: Abu Ŷáfar (a) me escribió: «Cuando Dios Bendito Enaltecido se enoja con Su creación, nos aleja de su vecindad», Al-Kafi, vol. 1, pág. 343. Y Dios es el que más sabe y tiene más juicio.
Del libro Con el Siervo Bueno de Ahmed Alhasan (a)