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El significado (religioso) de la palabra “profeta” (nabí en árabe) es: la persona que conoce las noticias del cielo. Así que la palabra “profeta” en su origen se deriva de la palabra naba’a, es decir, noticia, y no de la palabra naba, que significa aparecer y elevarse. En realidad, la palabra naba’a es tomada de la palabra naba, pues la noticia es lo oculto que aparece y se eleva para que los hombres la vean, y se conoce después de haber estado cubierta e ignorada.

Las noticias del cielo llegan al ser humano por diversos medios, aunque todos se unen en un camino original. Puede ser que Dios hable al ser humano directamente detrás de un velo, o que le inspire lo que Él quiera, es decir, que escriba en la página de la existencia del ser humano lo que quiera Él, Glorificado y Exaltado, o que envíe ángeles que hablen al ser humano directamente o que escriban en la página de su existencia lo que quiera Dios, Glorificado y Exaltado.

Dijo el Exaltado: {Y no es de ser humano que le hable Dios sino por inspiración, o detrás de un velo, o que Él envíe un mensajero y que él le inspire con Su permiso lo que Él quiera. Él es el Altísimo, el Sabio}.[1]

En cuanto al modo de este habla, inspiración y escritura, talvez sea a través de la visión en el sueño, o por revelación en la vigilia.

Y digo revelación, porque el mundo de los espíritus es distinto a este mundo físico, por lo cual, para que el ser humano lo observe y se conecte con él, debe revelársele el velo de este mundo físico.

No es necesario que todo profeta[2] sea enviado por Dios Glorificado y Exaltado, sino que talvez haya más de un profeta en la misma época, pero Dios Glorificado y Exaltado envía a uno de ellos y lo hace Argumento sobre los demás y sobre los demás hombres. Por supuesto, que esta persona a la que Dios ha elegido entre ellos es el mejor de ellos. Él, Glorificado y Exaltado, la hace infalible y le hace ver lo que necesita saber de lo oculto por Su favor, Glorificado y Exaltado sea.

{Sabedor de lo oculto, pues, Él no muestra lo oculto de Él a nadie * Si no es a quien le ha complacido como mensajero, y Él hace pasar entre sus manos y detrás de él a un observador}.[3]

Estos son los ángeles que Dios ha dispuesto para este profeta enviado:

{Tiene siguientes de entre sus manos y por detrás de él, que lo protegen por orden de Dios}.[4]

Están de entre sus manos y por detrás de él para protegerlo por orden de Dios Glorificado y Exaltado, de la maldad de los demonios de hombres y genios, y de sus insinuaciones y falsedades. Este observador angelical es un impedimento y un obstáculo para los demonios, impidiéndoles intervenir o imponerse en el mensaje del cielo cuando desciende a este mundo físico inferior. Por consiguiente, el mensaje del cielo llega al profeta enviado de manera correcta, impoluta y protegida del arrojo del demonio:

{No llegará a él la falsedad de entre sus manos ni por detrás de él. Desciende de un Sabio, Alabable}.[5]

{Nosotros hemos hecho descender el recuerdo y Somos para él, ciertamente, protectores}.[6]

En cuanto a aquellos profetas o los que han alcanzado la posición de la profecía por un período de tiempo, es decir, que han sido informados de las noticias del cielo con el permiso de Dios Glorificado y Exaltado, después de su obediencia y adoración a Él, Glorificado sea, y sus ascensos en el Reino de los Cielos por un período de tiempo, ellos también entran en el examen con este profeta enviado a ellos y a otros. Se supone que el asunto debería ser más fácil para ellos, porque Dios, Glorificado y Exaltado, les informa en un nivel superior de que Él ha enviado al mensajero. Pero debe quedar en ellos alguna minúscula proporción de ignorancia de la realidad para el examen, para que la fe de ellos a un nivel determinado, sea fe en lo oculto:

{Alif, Lam, Mim * Ese es el libro, no hay duda, en él, hay una guía para los piadosos * Los que creen en lo oculto, y levantan el azalá, y de lo que les hemos provisto gastan}.[7]

Y por supuesto, que esta distinción de ellos del resto de los hombres es un derecho por su distinción en la obediencia y adoración previas. Pero quien de ellos descrea por causa de la envidia y el Yo, cae en el abismo de la Gehena, como le ocurrió a Balam Bin Baura. Él había sido informado de algunas noticias del cielo, y se enteró por Dios del mensaje de Moisés (a). Sin embargo, descreyó del mensaje de Moisés (a) e hizo de las dudas una excusa para su caída que lo arrojó en el abismo de la Gehena. Y no lo beneficiaron ni su obediencia ni su adoración previas, tal como no lo beneficiaron antes a Iblís (maldígalo Dios), cuando descreyó de Adán, el profeta enviado (a), y se convirtió en una de las más horribles criaturas de Dios después de haber sido el pavo real de los ángeles. En las narraciones está que Bin Baura tenía el Nombre Supremo y que veía debajo del trono.

De Abul Hasan Ar-Reda (a), que dijo: «A Balam Bin Baura se le entregó el Nombre Supremo, y solía suplicar con este y se le respondía. Entonces se inclinó hacia el Faraón. Cuando el Faraón pasó en busca de Moisés y sus compañeros, el Faraón le dijo a Balam: “Suplica a Dios para que Moisés y sus compañeros se detengan contra nosotros”. Y él montó en su burra para pasar en busca de Moisés y sus compañeros. Así pues, su burra se le rehusó y él empezó a golpearla. Entonces Dios (a) la hizo hablar y ella dijo: “¡Ay de ti!, ¿por qué me pegas? ¡¿Acaso quieres que vaya contigo a suplicar contra Moisés, el profeta de Dios, y la gente creyente?!”. Entonces él continuó pegándole hasta matarla y el Nombre Supremo fue despojado de su lengua. Y son Sus palabras:

{Pues se despojó de ellos, siguió al demonio y fue de los descarriados. Y, si hubiésemos querido, le habríamos elevado mediante aquellas, pero él se inclinó hacia la tierra y siguió sus deseos. Así que su ejemplo es como el ejemplo del perro, si lo atacas, jadea o si lo dejas, jadea}.

Es un ejemplo que dio». Y Ar-Reda (a) dijo: «Las bestias no entran al Paraíso, excepto tres: la burra de Balam, el perro de los compañeros de la caverna y el lobo. El lobo fue porque un rey injusto había enviado a un policía a congregar creyentes y torturarlos. El policía tenía un hijo. Entonces vino el lobo y devoró a su hijo. El policía se angustió por él. Así pues, Dios hizo entrar a ese lobo al Paraíso, por haber angustiado al policía».[8]

En el Corán, Dios mencionó a Bin Baura, el que envidió a Moisés (a) y se ensoberbeció contra él, y terminó jadeando tras el Yo y el deseo, como el perro, después de haber estado en la posición de la profecía, de haber visto lo que hay debajo del trono y de haber tenido el Nombre Supremo:

{Y recítales la noticia de aquél al que le dimos nuestros signos. Pues se despojó de ellos, siguió al demonio y fue de los descarriados * Y, si hubiésemos querido, le habríamos elevado mediante aquellas, pero él se inclinó hacia la tierra y siguió sus deseos. Así que su ejemplo es como el ejemplo del perro, si lo atacas, jadea o si lo dejas, jadea. Este es el ejemplo del pueblo que desmiente nuestras señales. Así pues, relátales la historia. Quizás reflexionen}.[9]


[1] Sagrado Corán – sura «Ash-Shura» (La consulta), 51.

[2] Como he presentado previamente, el profeta es el que conoce algunas noticias del cielo, pues Dios le informa sobre la verdad y lo oculto a través de la visión y la revelación. No se refiere aquí al profeta infalible enviado.

[3] Sagrado Corán – sura «Al-Yinn» (El genio), 26-27.

[4] Sagrado Corán – sura «Ar-Raad» (El trueno), 11.

[5] Sagrado Corán – sura «Fussilat» (Detalladas), 42.

[6] Sagrado Corán – sura «Al-Hiyr» (El rocoso), 9.

[7] Sagrado Corán – sura «Al-Báqara» (La vaca), 1-3.

[8] Es otro tirano, no el Faraón de Egipto.

[9] Sagrado Corán – sura «Al-Aaraf» (Las alturas), 175-176.


Del libro La profecía selladora de Ahmed Alhasan