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Y sobre la tiranía de sus enemigos y el daño que le causaron a él y a sus auxiliares, dijo (a): «Nosotros tal vez soportamos mucho, y muchísimo. Pero la consecuencia de la enemistad de cualquiera contra nosotros quizá sea lo peor para quien nos odie, tanto en este mundo como en el otro. Sus predecesores mataron a Abu Husein (a) en un desierto, ¿y acaso terminó el asunto? ¡No! ¡Dios los humilló en la vida mundana y en la otra!

 ¡Por Dios! Aunque Ahmed Alhasan estuviera solo, y lo mataran en un desierto ocultando su cuerpo, el resultado para ellos sería la vergüenza en este mundo y en el otro, aunque fuese con el tiempo, si es que Ahmed Alhasan viene de parte de Dios. ¡Qué ignorantes son! ¿Pueden ser tan ciegos?

Después de lo que hicieron en Muharram del año 1429: mataron, mutilaron, quemaron los cuerpos, encarcelaron y aterrorizaron a todo aquel que alcanzaban sus manos. Todo lo que hicieron no logró apagar la convocatoria de la verdad. Usaron los recursos de Estados, los ejércitos de Estados, los medios de comunicación de Estados, para apagar la convocatoria de la verdad y acabar con Ahmed Alhasan y a decenas con él. Sin embargo, el resultado fue que no pudieron, sino que quedaron en evidencia. ¿Acaso no es esto un signo para ellos, si es que razonan?».


Del libro Con el Siervo Bueno de Ahmed Alhasan (a)