• Categoría de la entrada:Con el Siervo Bueno
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Uno de los que buscaban la verdad pidió ayuda a algunos de los auxiliares, y dudamos en ayudarle, no por otra cosa sino por temor de que tuviera alguna intención oculta, como suele hacer la gente de falsedad con la verdad y su gente. Transmití esto al Siervo Bueno (a), y él dijo: «En todo caso, no habéis hecho sino un bien, y si es sincero o no, no os perjudicará. Si él no es sincero, solo se perjudica a sí mismo. Lo máximo que vosotros podéis perder es una suma de dinero, pero él perderá su honor si no es veraz.

Tratad siempre a las personas según su apariencia externa. Dios no ordenó ni siquiera a los profetas que trataran a los hombres según lo que guardan en su interior. Quien pide ayuda y dice estar en un problema o en peligro, como lo dice, le ayudamos, ya sea que haya dicho la verdad o no diga la verdad».

Luego volvió a preguntar por él y dijo (a): «El Comandante de los Creyentes (a) dijo: “Si el que pide está en lo cierto, entonces el que se niega a darle perecerá. Así pues, tratad a las personas según su apariencia externa, y Dios es quien juzga a las personas el Día de la Resurrección. ¡Por Dios! Me resulta más llevadero que se diga de mí, mil y mil veces, que no sé, que soy un ignorante y que cualquiera me engaña con dos palabras, antes que encontrarme con Dios el Día de la Resurrección habiendo cometido una injusticia contra alguno de Sus siervos».


Del libro Con el Siervo Bueno de Ahmed Alhasan (a)