Hay alta tecnología o dispositivos compuestos y complejos, como el ojo y el sonar, a los que han llegado animales lejanos entre sí. Su evolución comenzó a partir de puntos separados y líneas completamente separadas de evolución, pero llegaron al mismo resultado. La determinación de una ubicación por el eco está presente en los murciélagos, en los guácharos que construyen sus nidos en cuevas semioscuras y también en las ballenas y los delfines que viven en el agua. Aunque son animales completamente diferentes uno del otro y sus entornos son distintos, han llegado a un mismo resultado. Sin importar que el medio de trasmisión de ondas sea el aire como en el murciélago o el agua como en la ballena, sin importar que las ondas sean de ultrasonido como en el murciélago o que las ondas fueran un sonido audible para nosotros como en los guácharos, el resultado al que llegan todos es el mismo, la capacidad de utilizar las ondas para determinar una ubicación.
Por otra parte, el ojo del pulpo se parece a nuestro ojo, aunque anatómicamente se diferencia considerablemente; ya que los filamentos que unen las fotocélulas con el cerebro en nosotros se encuentran sobre la superficie de la retina para formar una red de filamentos que bloquean la luz en cierta medida, mientras que en el ojo del pulpo los filamentos que salen de las fotocélulas no van hacia adelante para pasar por delante de ellas y bloquear la luz. Esto significa con seguridad que el punto de partida de la evolución del ojo del pulpo es completamente diferente al punto de partida de la evolución de nuestro ojo, aun así, la evolución del pulpo y de nosotros llega a un mismo resultado que es el ojo para la vista casi idéntica. Esto significa que la vista es una meta parcial que la evolución tiene el objetivo de alcanzar, ya que son caminos evolutivos completamente divergentes y con comienzos completamente independientes que alcanzan el mismo resultado al final de la evolución que conocemos, es decir, en la época actual. Hasta el Dr. Dawkins confirma esta realidad, pero sin darse cuenta de que al demostrar esto ha demostrado que la evolución tiene un objetivo:
«es muy poco probable que el mismo trayecto evolutivo sea recorrido dos veces. Y parece también poco probable, por las mismas razones estadísticas, que dos líneas de evolución converjan exactamente en el mismo punto final, desde distintos puntos de partida.
Constituyen, por tanto, el testimonio más llamativo del poder de la selección natural, los numerosos ejemplos que encontramos en la vida real, en los que líneas de evolución independientes han convergido desde puntos de partida muy distintos, en lo que parece ser un mismo punto final. Cuando los examinamos detenidamente, encontramos —sería preocupante si no fuera así— que la convergencia no es total. Las diferentes líneas de evolución dejan ver sus orígenes independientes en numerosos detalles. Por ejemplo, los ojos de los pulpos son muy parecidos a los nuestros, pero los cables que salen de sus fotocélulas no apuntan hacia la luz, como los nuestros. A este respecto, están diseñados con una mayor “sensibilidad”. Han llegado a un punto final similar, desde un punto de partida muy distinto. Y el hecho se revela en detalles como éste».[1]
Por lo tanto, la evolución de las partes como el ojo, ha alcanzado un mismo resultado, un solo objetivo, a pesar de que los comienzos fueron diferentes y los caminos de la evolución fueron diferentes. Dawkins expresó su asombro, por este resultado en común a pesar de la diferencia de los comienzos y la diferencia de los caminos:
«Constituyen, por tanto, el testimonio más llamativo del poder de la selección natural».
Se asombra, sí, de que el resultado sea el mismo a pesar de la diferencia de los comienzos y los caminos, pero se niega a reconocer que este resultado común, a partir de diferentes caminos, sea un objetivo claro de la evolución; porque reconocer el objetivo significa reconocer la existencia de Dios y él no quiere llegar a este resultado, aunque fuera claro e imponente.
«Así pues, por lo menos dos grupos de murciélagos, dos grupos de pájaros, las ballenas dentadas, y probablemente otras clases de mamíferos, en menor extensión, han convergido independientemente en un momento dado en la tecnología del sonar, durante los últimos cientos de millones de años. No tenemos forma de saber si esta tecnología evolucionó también por separado en algún otro animal ahora extinguido, ¿quizá los pterodáctilos?».[2]
«Durante mucho tiempo, se creyó que el puercoespín africano estaba relacionado con los puercoespines americanos, pero ahora se piensa que las dos coberturas de espinas han evolucionado de manera independiente en los dos grupos. Presumiblemente, las espinas fueron útiles para ambos en los dos continentes, por razones similares. ¿Quién puede decir que las futuras generaciones de taxonomistas no cambiarán sus criterios? ¿Qué confianza podemos depositar en la taxonomía, si la evolución convergente es una simuladora tan poderosa de semejanzas engañosas?».[3]
El Dr. Dawkins ve en estos hechos una evidencia del poder de la selección natural, pero lamentablemente no ve la evidencia más fuerte de que lleguen —a pesar de la diferencia de sus comienzos y sus entornos— al mismo resultado (el objetivo), ¡que la evolución tiene un objetivo!
¡¿Acaso alguien racional que ve varios objetos que llevan información de su movimiento y que se mueven por caminos que los llevan a todos a un punto que reúne en torno a sí a estos objetos, diga que estos objetos no tienen ningún objetivo, y que afirme que la información del movimiento que dirige su movimiento cambia de forma aleatoria sin ley y sin objetivo?!
Podríamos preguntarnos: si la actividad de la mutación y el cambio genético son completamente aleatorios y no tienen ninguna ley para alcanzar un objetivo y la selección no tiene el objetivo de alcanzar determinados objetivos a largo plazo, entonces, ¿cómo es que esta información llevó a todos a completar sus caminos evolutivos en un mismo punto?
Fuente:[4] Ogura and al., Comparative analysis of gene expression for convergent evolution of camera eye between octopus and human
[1] Fuente Dawkins, El relojero ciego, pág. 97.
[2] Fuente Dawkins, El relojero ciego, pág. 97.
[3] Fuente: Dawkins, El relojero ciego, pág. 269.
[4] Fuente: Ogura, A., Ikeo, K., & Gojobori, T. (2004). Comparative analysis of gene expression for convergent evolution of camera eye between octopus and human. Genome research, 14(8), 1555-1561. Available at:
http://genome.cshlp.org/content/14/8/1555/F1.expansion.html
Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)