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Dijo el Enaltecido: {Di: «Ciertamente, me ha guiado mi Señor a una senda recta, una religión erguida, credo de Abraham, haníf, y él no fue de los politeístas» * Di: «Ciertamente, mi azalá, mi rito, mi vivir y mi morir son para Dios, Señor de los mundos * Él no tiene copartícipe. Eso se me ha ordenado y soy el primero de los musulmanes»}.[1]

Antes del envío del profeta Muhammad (s), había en la península arábiga tres religiones celestiales: la hanifía, el judaísmo y el cristianismo. Todas ellas estaban alteradas respecto de la senda recta y, por consiguiente, sus seguidores estaban desviados de la senda, salvo unos pocos que permanecían firmes en la verdad, pues nunca hay un período que esté desprovisto de ellos. La mayoría de la gente de La Meca profesaba la hanifía, que algunos imames de la perdición adulteraron cuando trajeron estatuas de piedra y afirmaron que esas estatuas eran imágenes de los ángeles; engañaron a los hombres, les hicieron venerarlas y acercarse a ellas mediante diversos tipos de ofrendas, e hicieron creer a los hombres que Dios quería que se acercaran a Él por medio de esas estatuas. Les hicieron creer que perjudicaban y beneficiaban, aparte de Dios, y no solo eso: las convirtieron en divinidades junto a Dios, Glorificado y Enaltecidos sea con gran enaltecimiento.

Y así como se adulteraron las creencias en la sharía hanifía, se adulteraron los estatutos religiosos, pues su adulteración es más fácil y sencilla. Se narró que el Mensajero de Dios (s) dijo a Akzam Bin Al-Ÿaun: «He visto a Amr arrastrando una caña en el Fuego. Él fue el primero en cambiar la religión de Abraham, el primero en establecer zonas vedadas,[2] en soltar las ofrendas liberadas,[3] en consagrar la hendida,[4] en unir la unida,[5] en erigir los ídolos y en cambiar la religión de Ismael. No he visto a nadie que se le parezca más que tú». Él dijo: «Oh, Mensajero de Dios, ¿me perjudica eso en algo?». Dijo: «No, porque tú eres creyente y él es infiel».[6]

Y se narró que el Mensajero de Dios (s) dijo: «He visto a Amr Bin Amir Al-Juzaí arrastrando una caña de fuego, y fue el primero en soltar las ofrendas liberadas».[7]

Y no todos los hanífes de La Meca se desviaron; antes bien, permaneció entre ellos un pequeño grupo, pocos pero firmes, apostados en la verdad. Entre ellos estaban Abdul Muttálib, abuelo del Profeta (s), Abdulá, padre del Profeta (s) y Abu Táleb, tío del Profeta (s). En el legado del Profeta (s) a Alí (a) se dice: «Oh, Alí, ciertamente, Abdul Muttálib instituyó en la época de la ignorancia cinco tradiciones que Dios, Poderoso y Majestuoso, ratificó para él en el islam. Hizo ilícitas a las mujeres de los padres, así pues Dios, Poderoso y Majestuoso hizo descender: {Y no os caséis con las mujeres que se han casado vuestros padres}».[8] Oh, Alí, Abdul Muttálib no consultaba las flechas adivinatorias,[9] no adoraba los ídolos, no comía de lo que era sacrificado sobre los altares, y decía: “Yo estoy sobre la religión de mi padre Abraham (a)”…».[10]

Y en los libros de historia consta que el Sayed Abdul Muttálib supo el lugar de Zamzam después de que quedara oculto, por la inspiración divina, es decir, la visión, y cavó en el lugar que vio, y ese era el lugar de Zamzam.[11] En cuanto a Abu Táleb, él es el sayed de los hanífes y un albacea entre los albaceas de Abraham (a), más aún, es el sello de ellos; y fue la Prueba sobre el Profeta antes de que fuera enviado, y después fue seguidor del Mensajero de Dios (s) tras el envío. Así pues, es el sayed de los musulmanes en La Meca. La gente narra mucho acerca de su virtud, narra muchas poesías sobre él que indican su islam, y narra muchos de sus posturas en defensa del islam. Y aun así dicen que Abú Táleb murió infiel, no por nada, sino por odio a su hijo Alí (a), cuya mención ha colmado los dos horizontes, y no encontraron defecto alguno para reprocharle en carácter, conducta o religión. Y si Abu Táleb no tuviera más que su frase:

«¿Acaso no sabéis que hemos encontrado a Muhammad

profeta, como Moisés, escrito en los primeros libros?»,

eso bastaría como evidencia de su islam. ¿Y cómo no, si sus posturas en defensa de la religión islámica son más claras que el sol a pleno mediodía, aunque ocultara su islam durante un tiempo, como el creyente de la familia del Faraón.[12]

[1] Sagrado Corán – sura «Al-Anaam» (Los ganados), 161-163.

[2] Sitios a los que las personas comunes se les vedaba el paso por motivos religiosos. (N. del T.)

[3] Animales, que en la era preislámica, se liberaban por motivo religioso (no se montaban, no se ordeñaban, no se sacrificaban ni se les impedía pastar donde quisieran). Se decía que estaban consagrados a los ídolos. (N. del T.)

[4] La hendida (bahira) es una camella o una oveja a la que, tras cumplir cierta condición –por ejemplo, parir varias veces–, se le rajaba la oreja (de ahí el nombre bahr, hender), se la declaraba sagrada y se prohibía montarla, ordeñarla, sacrificarla. (N. del T.)

[5] La unida (wasila) era una práctica supersticiosa ligada al ganado. Si una hembra paría dos crías seguidas, o una pareja de macho y hembra en ciertas condiciones, se decía que la cría estaba unida a la anterior y por esa unión se declaraba prohibida para el sacrificio o reservada para los ídolos. (N. del T.)

[6] Al-Awail de Ahmad Bin Abi Ásim, pág. 40 | Véanse también Musnad Ahmad, vol. 2, pág. 366 y Sahih al-Bujari, vol. 4, pág. 160.

[7] Al-Awail de Ahmad Bin Abi Ásim, pág. 26 y véanse también las fuentes en la nota anterior.

[8] Sagrado Corán – sura «An-Nisá» (Las mujeres), 22.

[9] Las flechas adivinatorias (azlam) se usaban en la era preislámica para echar suertes. No tenían punta ni plumas; llevaban inscripciones como: haz, no hagas, sí, no, espera. Se sacaban al azar ante los ídolos, y según lo que saliera, se tomaban decisiones: viajar, casarse, guerrear, sacrificar. (N. del T.)

[10] Man La Yahdarahu al-Faqih, vol. 3, pág. 366 | Makarim al-Ajlaq, pág. 440.

[11][11][11] Narró el Jeque Al-Kulaini, diciendo: Alí Bin Ibrahim y otros lo elevaron, diciendo: “En la Kaaba había dos gacelas de oro y cinco espadas. Cuando Juzáa venció a Ÿurhum en el Santuario, Ÿurhum arrojó las espadas y las dos gacelas en el pozo de Zamzam, y arrojaron allí piedras, lo colmataron y borraron su rastro. Cuando Qusai venció a Juzáa, no conocían el lugar de Zamzam y se les ocultó su ubicación. Y cuando venció Abdul Muttálib –a quien se le extendía un lecho en el patio de la Kaaba, y no se le extendía a nadie más allí–, mientras dormía a la sombra de la Kaaba, vio en sueños que se le presentó alguien y le dijo: «Excava Barra». Dijo: «¿Y qué es Barra?». Luego se le presentó al segundo día y le dijo: «Excava Tayiba». Luego se le presentó al tercer día y le dijo: «Excava Al-Masuna». Dijo: «¿Y qué es Al-Masuna?». Luego se le presentó al cuarto día y le dijo: «Excava Zamzam: no se agota ni se desprecia; es el abrevadero del más grandioso de los peregrinos, junto al cuervo manchado, junto a la colonia de hormigas». Y había junto a Zamzam una piedra de la que salían hormigas, y el cuervo manchado se posaba sobre ella cada día para recoger las hormigas. Cuando Abdul Muttálib vio esto, reconoció el lugar de Zamzam y dijo a los Quraish: «Se me ha ordenado durante cuatro noches excavar Zamzam. Es nuestra herencia y nuestra honra. Venid, pues, a excavarla». Pero no le respondieron. Entonces se puso a excavarla él mismo, y tenía un solo hijo, Háriz, que le ayudaba a cavar. Cuando la tarea se le hizo difícil, avanzó hasta la puerta de la Kaaba, levantó las manos y suplicó a Dios, Poderoso y Majestuoso, y Le hizo voto: si le concedía diez hijos, sacrificaría al que más amara de ellos como acercamiento a Dios, Poderoso y Majestuoso. Cuando excavó y alcanzó la Tuwa –la Tuwa de Ismael– y supo que había llegado al agua, pronunció el takbir [decir Al-Lahu Ákbar], y los Quraish también lo pronunciaron. Dijeron: «¡Oh, padre de Háriz! Esta es nuestra herencia y tenemos en ella parte». Y él les dijo: «No me ayudasteis a excavarla; es mía y de mis progenie hasta el fin de la eternidad», Al-Kafi, vol. 4, pág. 219.

[12] Del Imam Hasan hijo de Alí “Al-Áskari”, de sus padres (a): «Ciertamente, Dios, Bendito y Enaltecido, reveló a Su Mensajero (s): “Te he apoyado con dos grupos de seguidores: un grupo que te auxilia en secreto, y un grupo que te auxilia públicamente. En cuanto al que te auxilia en secreto, su señor y el mejor de ellos es tu tío, Abu Táleb. Y en cuanto al que te auxilia públicamente, su señor y el mejor de ellos es su hijo, Alí hijo de Abu Táleb”. Luego dijo: “Y ciertamente Abu Táleb es como el creyente de la familia del Faraón: ocultaba su fe”». Al-Gadir: vol. 7, pág. 395 | Véanse también Al-Kafi: vol. 1, pág. 448, Bihar al-Anwar: vol. 17, pág. 141, y otras.


Extracto del libro El becerro de Ahmed Alhasan (a)