El Siervo Bueno se le manifestó a Moisés (a) después de que el Yo interior de este se encontrara con él, porque el Siervo Bueno era un mensajero de Dios para Moisés (a) y Moisés no debía objetar, pues objetar en esta situación sería objetar a Dios Glorificado. Por eso, el Siervo Bueno al final le aclara a Moisés (a), “has objetado a Dios y te has enfrentado a Dios con estas objeciones”, {Y no lo he hecho por orden mía}. ¿Ahora se te ha manifestado lo que hay en tu alma del Yo?

Es decir, que el Siervo Bueno le dice “este no soy yo, pues yo soy la piedra con la que Dios te ha probado y tu objeción ha sido contra el que te ha puesto a prueba”. Por eso ves quebrarse a Moisés (a) cada vez que falla en la prueba; porque desde un principio él sabe el motivo de haber venido y que había prometido paciencia y éxito, y aún así se encontraba fallando una vez tras otra. {Dijo: «No me tomes a mal por lo que he olvidado y no me impongas algo difícil»}, esto en la primera vez. En la segunda, el quiebre de Moisés fue mayor y el reconocimiento de su falta fue más claro, {Dijo: «Si te pregunto sobre algo después de ello, no dejes que te acompañe. Ya has alcanzado de mi parte una disculpa»}. Y la tercera, Moisés quedó callado y no se pronunció, sino que solo permaneció escuchando.

Por lo tanto, Moisés se benefició, aprendió y logró el propósito de su encuentro con el Siervo Bueno, {dijo Moisés a su muchacho: «No desistiré hasta que alcance la confluencia de los dos mares, o he de pasar una era»}.

El Siervo Bueno quería decirle a Moisés que la lucha contra el Yo tiene interminables niveles, como la gracia de Dios que es incalculable, y como las posiciones que el ser humano puede alcanzar, incalculables. Además, al final, el Siervo Bueno amonesta a Moisés y le informa el progreso gradual que hay en los niveles del monoteísmo. El primero es el Yo; el segundo, nosotros; y el tercero, Él. Aunque fue por una orden de Dios, consecutivamente apunta a la incredulidad en cierto nivel (Yo y no Él), al politeísmo en cierto nivel (Yo y Él) y al monoteísmo (Él solamente).

{«En cuanto al barco, pues era de unos pobres que trabajan en el mar, y quise…»[1]

«Y en cuanto al joven, pues eran sus padres creyentes, y temimos que él les impusiera idolatría e incredulidad» * «Así que quisimos…»[2]

«Y en cuanto a la pared, pues era de dos jóvenes huérfanos en la ciudad, y había debajo de ella un tesoro de ambos, y era su padre bueno. Así que quiso tu Señor…  Y no lo he hecho por orden mía…»}.[3]

***

{Así pues, partieron ambos, hasta que cuando llegaron a la gente de un poblado, pidieron comida a su gente y ellos les negaron hospitalidad. Entonces encontraron una pared que quería derrumbarse y él la arregló. Dijo: «Si hubieses querido, podrías haber tomado por ella una retribución» * Dijo: «Esto es una separación entre yo y tú. Te informaré de la interpretación de aquello con lo que no has podido tener paciencia»}.

Si Moisés (a) no hubiera dicho {«Si te pregunto sobre algo después de ello, no dejes que te acompañe. Ya has alcanzado de mi parte una disculpa»}, el Siervo Bueno hubiera continuado con Moisés (a), y si Moisés hubiera objetado, él solo lo hubiera amonestado como en la primera y segunda ocasión.

Pero al final, el Siervo Bueno, que no era de este mundo y no comía alimentos,[4] tuvo que abandonarlos a Moisés (a) y a Josué (a) que ya estaban hambrientos, para que pudieran tomar su parte de descanso y alimento, pues habían comenzado su viaje con el Siervo Bueno estando extremadamente cansados y hambrientos. {Entonces cuando ya habían pasado dijo a su muchacho: «Tráenos nuestro almuerzo, ciertamente ya hemos sufrido por nuestro viaje esta fatiga» * Dijo: «¿Has visto? Cuando nos retiramos a la roca, pues, olvidé el pescado. Y no me ha hecho olvidar sino el demonio mencionarlo. Y tomó su camino en el mar milagrosamente»}, es decir, que su almuerzo se había ido hacia el mar y no habían comido nada de él, y continuarían el viaje sin comer, porque el Siervo Bueno como comía alimentos. Así que frente a Moisés (a) solo estaba el hambre y en el hambre hay mucho bien.

As-Sadiq (a) dijo: «Ciertamente, el vientre se revela contra el credo. El siervo está más cerca de Dios Altísimo cuando su estómago está vacío. Y el siervo está más indignado de Dios Altísimo cuando su estómago está lleno».[5]

Y As-Sadiq dijo: «El siervo está más cerca de Dios cuando su estómago está vacío».[6]

En el hecho de que la provisión de Moisés y Josué en este viaje fue el hambre hay una sabiduría divina. Al final del viaje, en su tercer y último incidente, se ve que Moisés (a) y Josué (a) solo podían pedir comida a la gente del poblado para que ambos pudieran continuar con el sabio y tener la fuerza para andar con él, {Así pues, partieron ambos, hasta que cuando llegaron a la gente de un poblado, pidieron comida a su gente y ellos les negaron hospitalidad}. Incluso Moisés, agotado por el hambre, no pudo quedarse callado y volvió a pedir comida otra vez cuando el Siervo Bueno construyó la pared, pues le dijo “si hubieras querido, podrías haber tomado un pago de ellos por esta construcción, comida para mí y para Josué (a), {Dijo: «Si hubieses querido, podrías haber tomado por ella una retribución»}. Entonces, el Imam Sabio (el Siervo Bueno) solo podía abandonar a Moisés (a) y a Josué (a), porque ambos estaban agotados por el hambre y el cansancio.

De Abu Abdulá (a), sobre lo que Moisés dijo a su muchacho, {«Tráenos nuestro almuerzo»}, dijo: «{«Señor, soy por lo que hagas descender hacia mí de algún bien, un pobre»}». Y dijo: «Se refería a alimento».

Y Abu Abdulá (a) dijo: «Moisés (a) solía pasar hambre».[7]


[1] Yo.

[2] Yo y Él.

[3] Él.

[4] Ya se ha aclarado que el Siervo Bueno no estaba en su tiempo y no era de la gente de este mundo físico. En Alegorías hay una explicación más detallada y también la encontrará en el Apéndice 2.

[5] Bihar al-Anwar, vol. 63, pág. 336 | Wasail Ash-Shia, vol. 1, pág. 242.

[6] Bihar al-Anwar, vol. 63, pág. 331.

[7] Al-Burhan, vol. 16, tomo 5, pág. 54 | Al-Ayashi, vol. 2, pág. 330 | Bihar al-Anwar, vol. 13, pág. 303.


Extracto del libro El viaje de Moisés a la confluencia de los dos mares del Imam Ahmed Alhasan (a)