He aclarado que el viaje de Gilgamesh habla de la inmortalidad espiritual y la vida eterna del más allá, y no de la inmortalidad del cuerpo efímero. Los necios saben de su extinción, entonces ¿cómo no Gilgamesh, que es descripto en la epopeya como sabio y conocedor de la realidad de las cosas?
Como la inmortalidad y la muerte mencionadas en el relato se refieren a la inmortalidad y la muerte del espíritu, la muerte de Enkidu es así. Pues Enkidu no pudo completar el viaje de la inmortalidad sin caer o tropezar en el camino cometiendo actos prohibidos y oponiéndose a la recomendación que Gilgamesh le dio. El resultado fue caer en las garras del inframundo mientras Gilgamesh intentaba salvarlo de las garras del inframundo y de levantarlo de su tropiezo:
«Enkidu cayó al inframundo,
pero no respetó las palabras de su maestro.
Se puso ropa limpia,
y como enemigos, los dueños del poder lo atacaron,
se untó con el buen aceite del bur,
con su olor, todos se apiñaron a su alrededor.
lanzó el bumerang en el inframundo,
y aquellos a los que tocó el bumerang lo rodearon.
llevaba un bastón en la mano,
y los fantasmas de los muertos se agitaron a su alrededor,
se calzó sandalias,
hizo ruido en el inframundo,
besó a su esposa bienamada,
pegó a su esposa detestada;
besó a su hijo bienamado,
pegó a su hijo detestado.
el clamor del inframundo se apoderó de él
…
…
No cayó en batalla, en un lugar de valentía,
fue el inframundo el que lo atrapó con fuerza».[1]
«Es bastante improbable que el relato de la muerte de Enkidu y sus exequias pueda ser de origen babilónico. En efecto, según el autor sumerio de Gilgamesh, Enkidu y los Infiernos, Enkidu no murió como suelen morir los hombres, sino que fue capturado por el demonio Kur, por haber violado a sabiendas los tabúes del universo infernal. Este incidente de la muerte de Enkidu sirve a los autores babilónicos para intercalar el episodio de la Busca de la Inmortalidad, punto culminante de su poema. …Sin embargo, como ya hemos visto, los poetas babilónicos no se han limitado a copiar servilmente estos poemas, sino que han modificado su contenido y su forma, según el temperamento y las tradiciones propias de cada cual, hasta tal punto que en su obra solo se reconoce el esqueleto de los originales sumerios».[2]
[1] Fuente: Kramer, La historia empieza en Sumeria, págs. 196-197. (Traducción de la versión árabe)
[2] Fuente: Kramer, La historia empieza en Sumeria, pág. 149. (Traducción de la versión árabe)
Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)