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CAPÍTULO CUARTO

LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN Y LA EVIDENCIA RACIONAL DE LA EXISTENCIA DE UN SEÑOR O DIOS

La teoría de la abiogénesis, y la evolución o desarrollo, para los biólogos evolucionistas, ofrece una explicación razonable y respaldada por evidencia científica de que la vida terrestre comenzó a partir de sustancias químicas que se unieron de una forma capaz de autorreplicarse. Estos fueron los primeros replicadores que evolucionaron gradualmente durante millones de años. Con esto se demuestra que la naturaleza es la causa del surgimiento de la vida terrestre, es decir, que, si consideramos a las criaturas vivientes como a un efecto, esto indica una causa. Pero no una causa oculta, sino una causa conocida por nosotros que es la naturaleza presente ante nosotros. Así pues, el creador de estas criaturas vivientes es la naturaleza y no otra cosa.

Por lo tanto, los que plantean el ateísmo dicen:

Tenemos una explicación completa de cómo surgió la vida sobre la Tierra y su evolución, así que no necesitamos suponer la existencia de una fuerza externa a la fuerza natural conocida, o de una fuerza invisible o un dios para explicar la vida y su evolución sobre la Tierra, pues el surgimiento de la vida a partir de sustancias inertes ha sido demostrado al menos en parte en el laboratorio. La evolución y el desarrollo es una cuestión demostrada con evidencia científica, así pues, la vida terrestre, por lo tanto, es un resultado natural, no un resultado de la existencia de un dios.

En realidad, con la explicación científica de la vida terrestre se demuestra la existencia de un dios y no al revés; ya que si ahondamos en la teoría de la evolución (la abiogénesis y el desarrollo) encontramos que se trata de un proceso de implementación de un mapa genético legislado con un propósito, y esto es un indicio de la existencia de un legislador con un propósito. Por consiguiente, no solamente no se opone, sino que coincide completamente con la evidencia racional que expone el Corán para demostrar la existencia de un dios, en particular la evidencia de que “la característica de un efecto indica la característica de su causa”, así que la evolución es un propósito en su conjunto.

Sin embargo, lo que hacen los biólogos evolucionistas que teorizan sobre el ateísmo y Dawkins es apelar al truco de la división de una sola gran entidad. Pues la naturaleza —o el entorno en el que vivimos— y nosotros, somos una sola entidad. Para aclararlo más: la naturaleza y los multiplicadores o replicadores son una sola entidad, o digamos, que todos ellos constituyen una sola entidad. El resultado de este conjunto o entidad, es inevitablemente, un propósito. Por esto Dawkins sostiene su división, para decir: ¡mirad, es una combinación en apariencia, como si tuviera un propósito, pero en realidad no es así!

Lo que hizo Dawkins es como zambullirse dentro de un ser humano que corre a toda prisa en dirección a un propósito determinado y luego decir: mirad, este corazón bombea sangre con fuerza; porque los músculos necesitan oxígeno y nutrientes, los riñones eliminan del cuerpo la urea, el hígado elimina del cuerpo los venenos, el estómago asimila el alimento, …, …, …, … y todo esto no tiene ningún propósito para mantener vivo el cuerpo sino que tiene varios propósitos que se limitan solo a su función, pues son ciegos, no ven la vida del cuerpo, por lo tanto, no tienen ningún propósito a largo plazo, así que no existe un propósito. Pese a que el propósito es su conjunto, pues es un propósito de todas las funciones y no de algunas de ellas.

En relación con la evolución, Dawkins y quienes buscan la comercialización del ateísmo partiendo de la negación y no del cuestionamiento, dividieron la evolución según la visión de ellos y dijeron: mirad, hay una mutación genética aleatoria y hay una selección natural no aleatoria con un propósito a corto plazo, solamente, ya que lo que ocurre es una selección del mejor y más apto para que viva en un medio natural, por lo tanto no hay un propósito final o a largo plazo, pues el resultado final o actual se obtuvo de la acumulación del resultado de este proceso con el tiempo, por lo tanto, es un proceso ciego, sin un propósito final.

Si no hubieran partido del ateísmo y la incredulidad en la existencia de un dios, y hubieran partido de la duda de la existencia de un dios observando la evolución como una sola entidad, hubieran visto que marcha con un sistema exacto y productor, como la mejor fábrica de cañerías que podamos ver, pues normalmente, en una fábrica de cañerías las piezas no salen pulidas del lugar de fusión, sino que sobre ellas se llevan a cabo diversos procesos de refinado y tal vez cortes, hasta obtener la pieza con su forma final que se busca. La evolución es así. Además, si la hubieran observado como una sola entidad, hubieran determinado que tiene un propósito, ya que es productora, pues la evolución ya ha producido la inteligencia, y, por ende, el juicio, el altruismo y la moral. Alguien que está privado de algo no puede darlo, así que, si no tuviera un propósito y tras este no hubiera un legislador, no habría producido este valioso resultado.

Pero lamentablemente, dividen la evolución y la observan por partes. Así no pueden ver que el resultado le pertenece. Ellos hacen exactamente igual a quien divide una gran industria en líneas de producción independientes en propósitos a corto plazo de las líneas de producción, para desviar la mirada del investigador del propósito final de la industria como conjunto.

La visión puede realizarse desde diferentes ángulos y a veces el ángulo de visión cambia completamente lo que se ve. Un filtro de visión que se coloca frente a sus ojos análogamente cambia por completo la visión, pues usted no ve un mapa tridimensional si no es a través de un filtro especial para ver, o digamos, desde un ángulo de visión determinado. Si se niega a mirar desde este ángulo, aunque fuera por el experimento, seguro que no verá el mapa tridimensional nunca, a pesar de que es un mapa tridimensional y que decenas de otros lo ven tridimensional.

Así que la evolución es un proceso complejo, combinado, que acciona como una sola entidad con un propósito, pues las mutaciones genéticas, la naturaleza circundante y la reproducción son todas partes de una sola entidad con un propósito que es la evolución. Lo que han hecho los biólogos evolucionistas fue dividirla para perjudicar al investigador científico que termina observando esta entidad como si fueran partes separadas. Quienes buscan la comercialización del ateísmo como el Dr. Dawkins dividen la evolución en mutaciones genéticas y desarrollo natural, para eliminar el hecho de que la evolución tiene un propósito y decir: mirad lo que tenemos, solo propósitos a corto plazo, no hay ningún propósito a largo plazo o final, por lo tanto, no existe detrás de este proceso ninguna fuerza consciente, y, por consiguiente, no existe ningún dios. Pero lo correcto es que observemos el conjunto y a lo que ha llegado el conjunto, para que veamos con claridad que tiene un propósito.

Lamentablemente, el Dr. Dawkins y todos los que hacen uso de la teoría de la evolución para justificar el ateísmo intentan cerrar sus ojos a la visión de señales claras de que la evolución está legislada como un conjunto y que este se les manifiesta cuando investigan las partes de la evolución por separado. Así se ven obligados a ver los propósitos a corto plazo y la posibilidad de atribuirlos a la selección natural o incluso a los genes. Admiten forzados que el caso de la evolución a corto plazo está legislado y que no es aleatorio, pues hay, por lo menos, una ley de supervivencia de los genes favorecidos, pues se sabe que hay genes que salieron de la competencia y hay genes que se quedaron, se instalaron y se perfeccionaron, como los genes que dan la fuerza, la velocidad, o el cerebro y la inteligencia.


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)