• Categoría de la entrada:La ilusión del ateísmo
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Lo mencionado anteriormente en este capítulo es suficiente para demostrar que la evolución tiene un propósito. Por consiguiente, queda demostrado que detrás de ella hay alguien que quiere que este propósito se alcance. En conclusión, hemos demostrado la existencia de un dios dentro del marco de una ley según la cual la característica del efecto indica la característica de su causa, pues en el efecto, que es la vida terrestre, vemos que se caracteriza por tener un propósito. Con esto hemos demostrado la característica de perseguir un propósito y la consciencia de su causa. Y con esto hemos demostrado la existencia de un dios consciente y sabio. Sin embargo, con esto debatiré, en lo que queda de este capítulo, la cuestión de que la evolución tiene un propósito, aún desde el punto de vista de su división. Es más, me centraré en esto: porque los biólogos utilizan la cuestión de la división de la evolución y los ateos insisten entre ellos en examinarla solamente desde el punto de vista de esta división, a pesar de que verla desde un solo ángulo es igual a ser como el tuerto, que ve con un ojo solo.

Con respecto a la evidencia de que “la nada no es productora”, debe notarse que el efecto que se debe discutir para demostrar a Dios como causa, es el origen del universo físico y lo que hay después de él. Y de esto no se puede hablar dentro de los límites de la teoría de Darwin o la biología. Sin embargo, se puede debatir científicamente dentro de los límites de la investigación y las teorías de la física que se especializan en el universo y en cómo surgió. Esto será discutido en el capítulo sexto en detalle.


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)