Pregunta 179: ¿Cuál es la historia de Jesús (a)? ¿Y cómo les pareció a ellos que era él, según lo dicho por el Altísimo: {Y por haber dicho: «Ciertamente, hemos matado al Mesías, Jesús, el hijo de María, el Mensajero de Dios». Y no lo mataron, y no lo crucificaron, pero les pareció que era él a ellos. Y ciertamente, los que discienten sobre esto, tienen dudas de ello. No tienen sobre esto ningún saber, sino que siguen suposiciones. Y no lo mataron, con certeza}, sura «An-Nisaa» (Las mujeres), 157?
[Respuesta: En nombre de Dios, el Misericordioso, el Misericordiosísimo.
Y la alabanza a Dios, Señor de los mundos, y que Dios bendiga a Muhammad y a la familia de Muhammad, los Imames y los Mahdis.
Jesús, la noche que ascendió, había concertado una cita con sus discípulos. Así que estaban con él excepto Judas que estaba guiando a los eruditos judíos hasta Jesús, pues había ido a la autoridad suprema de los judíos a negociar por la entrega de Jesús.
Fue después de medianoche que los discípulos se durmieron y Jesús se quedó. Entonces Dios lo hizo ascender a él e hizo descender a «alguien parecido a él que fue crucificado y matado», una armadura para él y un sacrificio. Esta persona parecida a él es de los albaceas de la familia de Muhammad, que fue crucificado y asesinado, y sufrió el tormento por la causa del Imam al-Mahdi.
Y Jesús no fue crucificado ni asesinado, sino que fue elevado, pues Dios lo salvó de las manos de los judíos y sus eruditos extraviados y falaces (que Dios los maldiga). Dijo el Altísimo: {Y por haber dicho: «Ciertamente, hemos matado al Mesías, Jesús, el hijo de María, el Mensajero de Dios». Y no lo mataron, y no lo crucificaron, pero les pareció que era él a ellos}.
En la narración sobre la interpretación de Alí Bin Ibrahim, de Abi Yáfar (a), que dijo: «La noche en que Dios le elevó, Jesús (a) llamó a sus compañeros para que se reúnan con él y se reunieron por la noche. Eran doce hombres. Él les hizo entrar a una casa, después salió a ellos desde un manantial de la esquina de la casa y secándose su cabeza dijo: “Dios me elevará hacia Él en esta hora y me purificará de los judíos. ¿Sobre quién de vosotros será arrojada mi semejanza para ser asesinado y crucificado, y tener mi rango?” Un joven entre ellos dijo: “Yo, Espíritu de Dios.” Dijo: “Entonces serás tú…”» Luego dijo (a): «Los judíos llegaron buscando a Jesús (a) por la noche… y se llevaron al joven sobre el que había sido arrojada la semejanza de Jesús (a), y éste fue asesinado, crucificado», Tafsir al-Qummi, vol. 1, pág. 103.
El Imam Al-Baqir (a) dijo: «se reunieron doce hombres», mientras que los discípulos que vinieron eran «once», pues Judas no vino, sino que había ido a los eruditos judíos para entregarles a Jesús (a). Esta es una de las cuestiones más mencionadas que no se pueden negar. Entonces el doceavo que vino, o digamos el que descendió del Cielo, es un albacea de la familia de Muhammad (a) que fue crucificado y asesinado, después de parecerse en imagen a Jesús.
Las últimas palabras de este albacea en su crucifixión fueron: «Eli, Eli, ¿lama sabactani?». En el Evangelio de Mateo: [46 A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza: Elí, Elí, lamá sabactani, que quiere decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» 47 Al oírlo, algunos de los presentes decían: «Está llamando a Elías.»… 49 Los otros le decían: «Déjalo, veamos si viene Elías a salvarlo.» 50 Pero nuevamente Jesús dio un fuerte grito y entregó su espíritu. 51 En ese mismo instante la cortina del Santuario se rasgó de arriba abajo, en dos partes], Mateo 27.
En realidad, la traducción de las palabras que dijo aquí es: «Oh, Alí, oh, Alí, ¿por qué me has hecho bajar?». Los cristianos las traducen como «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» como está claro para vosotros por el pasaje anterior del Evangelio.
Bajar o ser arrojado a la Tierra desde el Cielo es parecido a ser abandonado. El albacea no dijo estas palabras por ignorar el motivo de haber bajado, o por oponerse a la orden de Dios, Glorificado y Altísimo, sino que fue una pregunta que responde a los hombres: entended y sabed por qué he bajado, por qué me han crucificado y por qué me han asesinado, para que no volváis a fallar en el examen si se hace la misma pregunta, pues si veis a los romanos (o a sus semejantes) ocupando militarmente la Tierra y a los clérigos judíos (o sus semejantes) adulándose entre ellos, estaré en esta Tierra, pues ésta es la tradición de Dios que se repite, así que aprended vuestra lección y ayudadme si vengo, y no seáis socios otra vez en mi crucifixión y mi asesinato.
Quiso dar la respuesta con una pregunta clara para todo aquel dotado de razón y carácter puro: Me han crucificado, me han torturado y me han insultado los eruditos judíos, me han asesinado por la causa de la Resurrección Menor, la Resurrección del Imam al-Mahdi, y el Estado de Verdad y de Justicia Divina sobre esta Tierra.
Cuando los eruditos judíos y el gobernador romano le preguntaban a este albacea «¿eres tú el rey de los judíos?» respondía «tú lo has dicho», o «ellos lo dicen», o «vosotros lo decís» y no decía “sí”. Una respuesta extraña para el que ignora la verdad, pero que ahora ha sido aclarada.
No decía: “sí” porque él no era el rey de los judíos, sino que Jesús lo era, a quien Dios hizo ascender. Y aquél otro era alguien parecido que descendió para ser crucificado y asesinado en el lugar de Jesús.
Este es son los pasajes de sus respuestas –después de ser arrestado‒ en el Evangelio:
[63 El sumo sacerdote le dijo: —En el nombre del Dios viviente te ordeno que digas la verdad. Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. 64 Jesús le contestó: —Tú lo has dicho], Mateo 26.
[11 Jesús fue llevado ante el gobernador, que le preguntó: —¿Eres tú el Rey de los judíos?— Tú lo has dicho], Mateo 27.
[2 Pilato le preguntó: —¿Eres tú el Rey de los judíos? — Tú lo has dicho], Marcos 15.
[Luego todos le preguntaron: —¿Así que tú eres el Hijo de Dios? Jesús les contestó: —Ustedes han dicho que lo soy], Lucas 22.
[33 Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: —¿Eres tú el Rey de los judíos? 34 Jesús le dijo: — ¿Eso lo preguntas tú por tu cuenta, o porque otros te lo han dicho de mí? 35 Le contestó Pilato: —¿Acaso yo soy judío? Los de tu nación y los jefes de los sacerdotes son los que te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 36 Jesús le contestó: —Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí. 37 Le preguntó entonces Pilato: —¿Así que tú eres rey? Jesús le contestó: —Tú dices que soy rey. Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad. Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan], Juan 18.
En este último texto el albacea aclara que él no es de la gente de la Tierra de esa época, sino que descendió a ella para cumplir una tarea, que es ser sacrificado por Jesús, ya que veis que este albacea dice [Mi reino no es de este mundo], [Pero mi reino no es de aquí y vine al mundo para decir lo que es la verdad].
Del Mensajero de Dios (s) que dijo: «Jesús, el hijo de María (a), desciende al romper la mañana entre dos túnicas de telas amarillas de azafrán, blanco de cuerpo, rubicundo de cabeza, distinguido de cabello, como si de su cabeza goteara aceite. En su mano hay una lanza, rompe la cruz, mata al cerdo, destruye al anticristo y recolecta el dinero del Resurgente. Detrás de él caminan los compañeros de la Caverna. Él es la mano derecha del Resurgente, su ordenanza y su delegado, y propaga en el occidente y el oriente la seguridad de la nobleza de la autoridad del hijo de Alhasan (a).»[1]
El Comandante de los Creyentes, Alí Bin Abi Tálib (a), dijo: «… y la soberanía regresa a Az-Zaura (Iraq) y termina habiendo asuntos de consulta. Quien gane para hacer algo lo hará. En eso está la salida del Sufiani, que recorre la Tierra durante nueve meses infligiendo las peores torturas. Ay de Egipto, ay de Iraq, ay de Kufa y ay de Wasit. Es como si estuviera viendo Wasit y no hubiera en ella nadie que informe y en eso sale el Sufiani. Escasea el alimento, hay sequía para los hombres y escasea la lluvia. No hay suelo fértil ni cielo que precipite. Entonces sale el Mahdi, el Guía Guiado que toma la bandera de la mano de Jesús, el hijo de María…»[2]
Hay muchas narraciones que prueban que Jesús (a) no fue crucificado ni asesinado, sino que el crucificado y asesinado fue alguien parecido a Jesús (a).
De Abi Abdulá (a), que dijo: «Jesús, el hijo de María (a), ascendió en un alba de lana hilada y cocida por María. Cuando estaba llegando al Cielo se escuchó una proclama: «Oh, Jesús, hijo de María, deja caer los adornos del mundo».[3]
Ar-Reda (a) dijo: «Ninguna cuestión de los profetas de Dios y sus autoridades (a) fue tan confusa para los hombres como la cuestión de Jesús, el hijo de María (a), porque ascendió de la Tierra vivo y su espíritu fue recogido entre el Cielo y la Tierra, luego fue elevado al Cielo y su espíritu retornó a él. Esas son las palabras del Glorioso y Poderoso: {Cuando dijo Dios: «Oh Jesús, te tomaré y te haré ascender hacia mí»}, sura «Al Imrán» (La familia de Imrán), 55».[4]
El Profeta (s) dijo: «Jesús (a) no está muerto y regresará a vosotros antes del Día de la Resurrección.»[5]
Prestad atención a que Jesús es un profeta enviado, que pidió a Dios, Glorificado y Altísimo, que lo exima y lo libre de la crucifixión, la tortura y el asesinato. Dios, Glorificado y Altísimo, no rechaza las oraciones de ningún profeta enviado, así pues, Dios le respondió y lo hizo ascender, e hizo descender al albacea que fue crucificado y asesinado en su lugar. En el Evangelio hay numerosos pasajes donde Jesús suplica ser liberado de la crucifixión y el asesinato.
Y son: [… En seguida Jesús se fue un poco más adelante, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y oró diciendo: «Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo…], Mateo 26.
[… En seguida Jesús se fue un poco más adelante, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y pidió a Dios que, de ser posible, no le llegara ese momento. * En su oración decía: «Abbá, [y] Padre, para ti todo es posible: líbrame de este trago amargo…], Marcos 14.
[… Se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y se puso de rodillas para orar. * Dijo: «Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; [c] pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya…] Lucas 22.
Y en la Torá, en el libro de Isaías, y en el Evangelio, en Hechos 8, está este pasaje: [… Fue llevado como una oveja al matadero; como un cordero que se queda callado delante de los que lo trasquilan, así tampoco abrió él la boca…]
Todos los profetas y albaceas enviados hablaban, ninguno de ellos fue callado al matadero, sino que fueron enviados para hablar, amonestar y predicar a los hombres. Jesús (a) en especial reprochaba a los eruditos y a los hombres, y cuánto les predicó. Así que no es cierto que él haya ido al matadero callado.
Sino que el que fue al matadero callado fue el albacea (parecido a Jesús) que fue crucificado y asesinado sin hablar, sin pedir a Dios que lo libre de la tortura, la crucifixión y el asesinato, y sin hablar a los hombres. Incluso, si le hubieran insistido y le hubieran preguntado con insistencia “¿quién eres tú? ¿acaso eres el Cristo?” no les hubiera respondido más que una frase «tú lo dices».
Así fue a la tortura, la crucifixión y al asesinato, callado, conforme con la orden de Dios, ejecutando aquello para lo que había bajado: ser crucificado y asesinado en lugar de Jesús.
Debido a que no era su momento de ser enviado, de llegar a oídos de los hombres y hablar con ellos, fue así, como una oveja llevada al matadero, como un cordero silencioso ante su verdugo, así fue, sin abrir la boca.
Espero que todo creyente que busque saber la verdad se beneficie de esta actitud, pues este ser humano descendió a la Tierra, fue crucificado y asesinado sin que nadie lo sepa, sin pedir que lo recuerden o lo reconozcan. Descendió callado, fue crucificado callado, fue asesinado callado y subió hacia su Señor callado, por lo tanto, si buscáis ser así, entonces sed así.
[1] Gaya al-Maram, sayed Hashim Al-Bahrani, vol. 7, pág. 93.
[2] Al-malahím wa al-fitan, sayed Bin Tawus Al-Hasaní, pág. 134.
[3] Bihar al-Anwar, vol. 14, pág. 338.
[4] Qasas Al-Anbiyaa, Al-Yazairí, pág. 474, cita de Uyun al-Ajbar
[5] Bihar al-Anwar, vol. 14, pág. 344.
Este apéndice fue tomado del volumen 4 del libro Las alegorías del sayed Ahmed Alhasan.
Extracto del libro El decimotercer discípulo de Ahmed Alhasan (a)