Con lo mencionado se ha aclarado que hay problemáticas reales, o al menos, áreas difusas y confusas en la mecánica cuántica y en particular, en lo que se refiere a la probabilidad y la incertidumbre. No hay una respuesta convincente para todos por parte de la escuela de Bohr, de Heisenberg o de otros, acerca del destino de las otras posibilidades esperadas para la partícula o la onda, no registradas por la observación ni por el colapso de la función de onda. Para resolver esta problemática un estudiante de posgrado de la universidad de Princeton llamado Hugh Everett planteó la teoría de los múltiples universos.
«La importancia del trabajo de Everett, publicado en 1957, está en que fundamentó su teoría con una rigurosa base matemática utilizando las reglas ya establecidas de la teoría cuántica. Una teoría se basa en la especulación sobre la naturaleza del Universo, y otra muy diferente en el desarrollo de tales especulaciones hasta elaborar una teoría completa y autoconsistente de la realidad».[1]
A estos múltiples universos corresponden todas las otras posibilidades de un suceso, o las llamaremos realidades alternativas, aunque nosotros no observemos sino una de estas posibilidades, que es la realidad que vivimos y vemos. Así pues, en lugar de responder de una forma ilógica y decir: que las otras posibilidades desaparecen en el instante de la observación o que se disipan, y que el instante de observación crea una de las posibilidades que es la realidad, eliminando a las otras realidades alternativas, y en lugar de dar al proceso de medición del observador un efecto incomprensible en la creación de una realidad y en la desaparición de las otras, Hugh vino con una respuesta según la cual todas las posibilidades existen en realidad y son creadas, pero en otros mundos, u otros universos. Es decir, que no hay ningún colapso de función de onda. Más bien hay más de una realidad, pero en mundos y universos diferentes, que aparecen en la interferencia que se puede medir a nivel cuántico. Lo que ocurre cuando efectuamos la medición de una partícula, por ejemplo, es que elegimos una de estas imágenes de la realidad y la observamos, y el mismo proceso de observación impide que observemos y midamos las demás imágenes de la realidad. Por eso podemos medir y observar solo una de las imágenes de la realidad.
O sea, en el experimento de las dos rendijas, cuando se dispara el electrón hacia una de las dos rendijas y la pantalla del fondo registra una interferencia, en realidad, hay una partícula que entra por la primera rendija y una partícula que entra por la segunda rendija. Pero cuando observamos las dos rendijas y vemos la partícula atravesando una de ellas, lo que ocurre es que vemos lo que sucede en uno de los universos, y lo que ocurre en el otro universo se nos oculta por nuestra misma observación de la partícula que observamos, en el universo que la observamos.
En realidad, esto no solamente significa que hay múltiples universos, sino que también significa que una partícula tiene más de una existencia, es decir, una existencia por lo menos en cada universo. Esto significa que nosotros tenemos una existencia en otros universos.
También significa, y lo que es más importante: que la causalidad ha regresado a la mecánica cuántica y que los sucesos cuánticos se han vuelto justificables y lógicos.
«LOS GATOS DE SCHRÖDINGER: Es difícil asimilar completamente el párrafo anterior hablando en términos de colapso de la función de onda del universo entero, pero es mucho más sencillo comprender lo que significa la positiva aportación de Everett si se ofrece un ejemplo más familiar. La búsqueda del gato oculto en la paradójica caja de Schrödinger proporciona exactamente el ejemplo necesario para ilustrar la potencia de la interpretación de la existencia de otros mundos de la mecánica cuántica. La sorpresa está en que, siguiendo sus pasos, no aparece un solo gato real, sino dos.
Las ecuaciones de la mecánica cuántica indican que en el interior de la caja del famoso experimento imaginado por Schrödinger hay aspectos de una función de onda de un gato vivo y de otra de un gato muerto. La interpretación convencional de Copenhague considera a ambas posibilidades desde una perspectiva según la cual ambas funciones de onda son igualmente irreales, y sólo una de ellas es una realidad cuando se observa dentro de la caja. La interpretación de Everett acepta las ecuaciones cuánticas en sentido literal y afirma que ambos gatos son reales. Hay un gato vivo y hay un gato muerto; pero están localizados en mundos diferentes. No se trata de que el átomo radiactivo en el interior de la caja se desintegre o no, sino que hace ambas cosas. Por tanto, el universo se desdobla en dos versiones de sí mismo, idénticas en todo excepto en que en una de ellas el átomo se desintegró y el gato está muerto, y en la otra el átomo no se desintegró y el gato está vivo. Suena a ciencia ficción, pero es mucho más profundo y se basa en unas ecuaciones matemáticas inobjetables, de acuerdo a la premisa de aceptar literalmente el formalismo cuántico».[2]
En la vieja solución a este problema, las situaciones o posibilidades se acumulan y todas son previsibles. En el momento de la observación las situaciones se separan unas de otras y para el observador solo una de las situaciones se manifiesta (la realidad), sin que haya una explicación de la desaparición de las otras situaciones o posibilidades (las realidades alternativas). Es como si no existiera nada real en la interpretación de Copenhague. Según la solución de Hugh Everett, todas las situaciones o posibilidades ocurren y el proceso de observación o medición no concreta una situación sin las otras, ya que en la observación todas las posibilidades o situaciones se hacen realidad y se concretan, pero en más de un universo. Lo que se observa de ellas es solo la situación que hay en uno de estos universos. Es decir que todas las posibilidades son realidad en la interpretación de los múltiples universos, pero nosotros obtenemos solamente la que observamos, esto es lo que ocurre en pocas palabras. Por consiguiente, los múltiples universos puede ser una solución que ponga fin al problema de las posibilidades y su desaparición, o como dijo Einstein: “Dios no juega a los dados”.
Está claro que la interpretación de los múltiples universos es más lógica; porque no suprime la causalidad, ya que supone que existe más de una realidad. Así pues, cuando observamos elegimos una realidad, nos dirigimos hacia ella y con esto, se vuelve parte de nuestro universo. En la interpretación de los múltiples universos, el pasado está determinado, pero es un pasado o historia de más de un universo. Nuestra observación determina para el universo en el que vivimos una historia en particular entre todas estas historias reales. Por lo tanto, estas historias reales permanecen como una realidad que se separa de nosotros debido a la observación. Esto significa al menos, que nuestra realización de la historia del Big Bang no implica que el resto de las posibilidades o historias hayan simplemente desaparecido para siempre, porque son historias reales y porque existen como universos dentro de un súper universo, donde el nuestro forma parte de éste.
Con respecto al futuro, es imposible conocerlo según la interpretación de los múltiples universos; porque éste se divide en numerosos caminos y nosotros, en algún momento del futuro, estaremos en alguno de ellos.
Esto nos recuerda las palabras que descendieron hace casi mil cuatrocientos años:
{Borra Dios lo que quiere y confirma, y junto a Él está la madre del libro}.
La física de hoy confirma la validez del Corán y confirma más la validez de la escuela de la familia de Muhammad (con ellos sea la paz); porque nadie, excepto ellos, ha explicado este versículo, con el concepto de revisión (bidá’), la flexibilidad de la voluntad divina y su carácter no definitivo en relación con nosotros, al contrario, los opositores a la Gente de la Casa han desfigurado lo dicho sobre este punto. Y aquí tenemos, que después de más de mil años, en la mecánica cuántica se demuestra la validez de lo que dijo la familia de Muhammad (con ellos sea la paz) desde un principio.
La teoría de los múltiples universos ha sido utilizada, como se mencionó, para responder al argumento de la constante cosmológica ajustada a un valor que permita la formación de la materia y del universo en el que vivimos; ya que la existencia de un gran número de universos ofrece un gran número de posibilidades y según esto, no es de extrañar que una de estas posibilidades sea el universo en el que vivimos. No obstante, ya hemos aclarado la debilidad de esta solución al problema del ajuste de la constante cosmológica.
[1] Fuente: Gribbin, En busca del gato de Schrödinger, pág. 211.
[2] Fuente: Gribbin, En busca del gato de Schrödinger, pág. 211.
Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)