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Es una tesis que desarrolló el Dr. Richard Dawkins y su origen, o el origen de la idea, es de George Christopher Williams.[1]

Podemos decir: que ambos se vieron obligados en un intento por resolver la incapacidad de la teoría del gen egoísta para explicar muchos comportamientos culturales del ser humano —como el altruismo verdadero— que no puede atribuirse al egoísmo del gen o el altruismo recíproco. Por lo tanto, fue un intento por explicar nuestra facultad de inventar el altruismo verdadero y debatirlo. También fue un intento por resolver el dilema del determinismo moral que da hasta a los crímenes una justificación biológica ya que todo en el comportamiento del ser humano dependería de sus genes. Y para esto Dawkins encontró que la solución es la tesis de los memes, o del meme egoísta, la cual se supone que funciona en los puntos en los que se traba la teoría del gen egoísta o la selección al explicarlos.

A diferencia de la tesis anterior del determinismo genético, la tesis de los memes de Dawkins aparece para decir: que ahora tenemos la libertad y la capacidad de controlar el egoísmo genético, y que ahora tenemos suficiente independencia para impedir que los genes nos gobiernen completamente como si fuéramos máquinas de supervivencia mortales utilizadas por los genes para sobrevivir. Es preferible que deje al mismo Dawkins hablar de este tema:

«Para los reduccionistas, los cerebros son determinados objetos biológicos cuyas propiedades producen las conductas que observamos y los estados de pensamiento o intención que inferimos de dichas conductas […] Esta posición está, o debe estar, en total armonía con los principios de la sociobiología enunciados por Wilson y Dawkins. Sin embargo, adoptarla les involucraría en el dilema de defender primero el carácter innato de gran parte de la conducta humana, algo que, siendo como son liberales, encuentran obviamente poco atractivo (rencor, adoctrinamiento, etc.), y enzarzarse luego en las preocupaciones éticas liberales acerca de la responsabilidad por las acciones criminales, si es que éstas, como todos los demás actos, están determinados biológicamente. Para evitar este problema, Wilson y Dawkins invocan un libre arbitrio que nos permite ir contra los dictados de nuestros genes si así lo deseamos… Esto constituye esencialmente el regreso a un cartesianismo integral, a un deus ex machina dualista. Creo que Rose y sus colaboradores nos están acusando de querer guardar el pastel y comerlo. O bien debemos ser “deterministas genéticos” o creer en el “libre arbitrio”; no se puede creer en ambas cosas. Pero —y aquí creo hablar por el profesor Wilson además de por mí mismo— somos “deterministas genéticos” sólo a los ojos de Rose y sus colaboradores. Lo que éstos no comprenden (al parecer, aunque resulta difícil de creer) es que es perfectamente posible decir que los genes ejercen una influencia estadística en la conducta humana y, al mismo tiempo, creer que dicha influencia puede modificarse, anularse o invertirse por obra de otras influencias. Los genes deben ejercer una influencia estadística en cualquier pauta de conducta que surja por selección natural. Presumiblemente, Rose y sus colaboradores están de acuerdo en que el deseo sexual humano se ha desarrollado por selección natural, en el mismo sentido en que todo se ha desarrollado por selección natural. Por lo tanto, tienen que estar de acuerdo en que ha habido genes que han influido en el deseo sexual —en el mismo sentido en que los genes han influido en todo. Pero es de suponer que no tienen problemas en contener sus deseos sexuales cuando es socialmente necesario hacerlo. ¿Qué hay de dualista en esto? Obviamente, nada. Y no es más dualista que yo defienda rebelarme “contra la tiranía de los reproductores egoístas”. Nosotros, es decir nuestros cerebros, estamos lo suficientemente separados e independientes de nuestros genes como para rebelarnos contra ellos. Como ya he dicho, lo hacemos en cierta medida cada vez que utilizamos medidas anticonceptivas. No hay razón para que no nos rebelemos también de forma más general».[2]

El meme en la cultura es como el gen en el organismo, pues si un gen consiste en información heredable trasmitida en los cromosomas, un meme consiste en una actividad cultural determinada que los organismos trasmiten y aprenden de algunos individuos y grupos, generación tras generación. La máquina que los conserva y los trasmite es el cerebro, que, según la tesis de los memes, cumple el rol de recipiente de caldo primigenio —y tal vez de caldo también— en el cual se forman los replicadores o primeros duplicadores que evolucionaron luego en el ácido desoxirribonucleico o ADN.

Así que los memes consisten en una actividad cultural determinada (vocabulario verbal o no verbal, vestimenta, comportamiento, etc.) repetida entre miembros de una sociedad animal o humana. La tesis de los memes fue elaborada para explicar la evolución cultural del ser humano, en particular la trasmisión del meme preferido entre los miembros, ya que algunos biólogos consideran que los memes —como las expresiones lingüísticas y culturales— son una de las causas que explican la llegada del ser humano a un cerebro superior que le permite copiar los memes más cualitativa y cuantitativamente, cuyo rol depende del gran tamaño del cerebro y su calidad.

En general, la tesis de los memes se puede considerar un intento por explicar el avance civilizador cultural en la historia humana, y lo que los genes y la evolución son incapaces por sí solos de explicar biológicamente de manera completa.

«Siento gran simpatía hacia esta actitud y no dudo que existen ciertas ventajas genéticas en tener cerebros del tipo que tenemos. Pero, sin embargo, pienso que estos colegas, si estudiasen cuidadosamente las bases de sus propias hipótesis, encontrarían que dan por supuesto tanto como yo. Fundamentalmente, la razón por la cual es una buena política el que intentemos explicar los fenómenos biológicos en términos de ventaja para los genes, es que los genes hacen réplicas de sí mismos. Tan pronto como el caldo primario presentó las condiciones en que las moléculas pudieron hacer copias de sí mismas, los propios replicadores asumieron la dirección del proceso. Durante más de tres mil millones de años, el ADN ha sido el único replicador del cual vale la pena preocuparse en el mundo. Pero eso no quiere decir que mantenga estos derechos monopolistas para siempre. Siempre que surjan condiciones en las cuales un nuevo replicador pueda hacer copias de sí mismo, estos nuevos replicadores tenderán a hacerse cargo de la situación y a empezar un nuevo tipo de evolución propia. Una vez que empiece dicha evolución, en modo alguno se verá necesariamente subordinada a la antigua. La antigua evolución seleccionadora de genes, al hacer los cerebros, proveyó el “caldo” en el cual surgieron los primeros memes. Una vez que surgieron estos memes capaces de hacer copias de sí mismos, se inició su propio y más acelerado tipo de evolución. Nosotros, los biólogos, hemos asimilado la idea de evolución genética tan profundamente que tendemos a olvidar que ésta es sólo uno de los muchos posibles tipos de evolución. Por la imitación, considerada en su sentido más amplio, es como los memes pueden crear réplicas de sí mismos».[3]

Además: Dawkins supuso que el efecto de los memes puede ser muy rápido y que no es igual al efecto lento de los genes, en un intento por justificar el corto período de tiempo en el que evolucionó culturalmente el ser humano, y para justificar con esta hipótesis cualquier avance civilizador cultural.

«Pienso que un nuevo tipo de replicador ha surgido recientemente en este mismo planeta. Lo tenemos frente a nuestro rostro. Se encuentra todavía en su infancia, aun flotando torpemente en su caldo primario, pero ya está alcanzando un cambio evolutivo a una velocidad que deja al antiguo gen jadeante y muy atrás».[4]

La trasmisión de los memes y su arraigo depende del concepto de imitación y copia. En cuanto a su surgimiento, pues es de esperar que dependa en algunos casos de su invención por necesidad o que se produzca por una falla durante la imitación, lo cual lleva al surgimiento de un meme nuevo. Así varían y se trasmiten entre miembros animales o humanos.

De este modo los memes son el material cultural replicable, y los animales y las personas son las máquinas de replicación que los copian, los conservan, actúan con ellos y los trasmiten a otros. Estas máquinas evolucionan —cuando hay disponible una mutación genética hacia la mejora— según los memes y su expansión, su reproducción y su acumulación. Así que pueden ser una de las causas de la consolidación de los genes de mejora. Esto puede explicar el tamaño y la calidad de nuestro cerebro, porque puede decirse: que la expansión de la cultura ha influido en el aumento del tamaño del cerebro y su evolución cualitativa considerando que es un factor que empuja en esta dirección.

«Se han observado diferencias en la conducta de grupo —que nos sentimos fuertemente tentados a llamar diferencias culturales— entre chimpancés, babuinos, macacos y muchos otros primates. Así, por ejemplo, puede ocurrir que un grupo de monos sepa cómo comer los huevos que depositan las aves, en tanto que un grupo o comunidad que habita en las proximidades desconoce la manera de hacerlo. Este género de primates tiene un repertorio de unas cuantas docenas de sonidos o gritos que facilitan la comunicación entre los miembros del grupo. Así, uno de ellos tiene a buen seguro el significado de: «Huid, que viene un depredador». Pero el timbre y tono de los sonidos puede variar de un grupo a otro; existen, por decirlo de algún modo, acentos regionales.

Pero el experimento más curioso fue el que por vía accidental llevaron a cabo un grupo de científicos japoneses especialistas en el estudio de los primates que trataban de solucionar el exceso demográfico y el problema del hambre en una comunidad de macacos de una isla situada al sur del Japón. Los antropólogos en cuestión arrojaron granos de trigo en una playa arenosa. Piense el lector en lo difícil que resulta separar uno por uno los granos de cereal de los granos de arena, hasta el punto de que la tentativa podría requerir un consumo de energía mayor de la que podría procurar comer el trigo así esparcido. Sin embargo, una talentosa macaco hembra llamada Imo, bien por casualidad bien por despecho, arrojó puñados de arena y trigo mezclados al mar. Ahora bien, la arena se hunde mientras que el cereal flota, circunstancia de la que Imo se apercibió plenamente. Con tan singular proceso de cribado logró dar satisfacción a su estómago, aunque, eso sí, a base de comer trigo reblandecido por el agua. Los macacos de más edad siguieron hurgando por su cuenta, ignorando el hallazgo del macaco hembra, pero los especímenes más jóvenes parecieron comprender la gran importancia del descubrimiento y siguieron el ejemplo de Imo. A la siguiente generación, la práctica se hallaba ya más extendida, y en la actualidad, los macacos que pueblan la isla utilizan este método de cerner el cereal, constituyendo con ello un ejemplo de tradición cultural entre los monos.

Una serie de investigaciones realizadas tiempo antes en el Takasakiyama, una montaña del sector noreste de Kyushu habitada por macacos, arrojaron una muestra similar de progreso cultural. Los visitantes arrojaban a los monos caramelos envueltos en papel, costumbre muy extendida en los zoológicos japoneses, pero que los macacos del monte Takasakiyama desconocían. En el curso del pasatiempo, algunos monos jóvenes aprendieron a desenvolver los caramelos y a comerlos, costumbre que fue transmitida sucesivamente a sus compañeros de juego, a las madres, a los machos dominantes (que en las comunidades de macacos hacen las veces de «niñeras» de las crías) y, por último, a los monos jerárquicamente inferiores, que son los que socialmente se hallan más distantes de las crías. El proceso de culturalización requirió más de tres años».[5]

En general, la cuestión de que los memes se inventen por necesidad o se imiten de otros no es específico del ser humano, pero la tesis o la teoría de los memes que puede explicar la trasmisión de una actividad cultural determinada, no puede explicar la invención de una actividad cultural determinada original si en un individuo no hay ninguna necesidad de esta actividad cultural. Esto se agrava cuando esta actividad cultural es perjudicial para el individuo y para sus genes individuales.

Ahora, lo que nos importa saber es: ¿acaso la tesis o teoría de los memes puede explicar lo más importante de la cultura del ser humano que son sus atribuciones, como el altruismo verdadero, que la teoría del gen egoísta es incapaz de explicar?

La realidad es que la teoría de los memes también es completamente incapaz de explicar el altruismo verdadero, no solo porque no hay ningún beneficio que gane el altruista como para que el altruismo sea una invención por una necesidad que tenga, sino también porque el altruismo verdadero es una característica negativa para los genes individuales, una característica que no puede favorecerse de la naturaleza; porque es una característica que trabaja en contra del interés de los genes individuales.

Así que los genes no pueden explicar la característica del altruismo verdadero, porque es una característica contraria y archienemiga de los genes individuales. Los memes tampoco pueden explicar la existencia de esta característica; porque como meme cultural tampoco puede llegar a existir, ni tener éxito, ni sobrevivir, porque es una característica contraria y enemiga de la estructura egoísta que estableció el egoísmo de los genes en nosotros, que nos estructuró como organismos egoístas para garantizar su supervivencia. No hay otra excepción al egoísmo de los organismos (es decir, nuestros cuerpos) más que estos casos altruistas construidos sobre el mismo egoísmo genético o el altruismo recíproco que hemos explicado anteriormente, como el altruismo de los padres con sus hijos y la alimentación del murciélago vampiro con su vecino de la cueva basado en el “rasca mi espalda hoy para que yo rasque la tuya mañana”. Y este tipo de altruismo no tiene ninguna relación con el altruismo verdadero voluntario.

En su libro El gen egoísta, en el capítulo de los memes en particular, el Dr. Dawkins no debate este tema, a pesar de que es el tema más importante sobre esta cuestión, pues no se pide —a los ateos para demostrar la validez de su enfoque— que elaboren una teoría que explique la invención de unidades culturales cuando son necesarias o se obtenga un beneficio de ellas, y que sean copiadas y trasmitidas después de eso. Sino que se pide que expliquen la actividad cultural propia del ser humano, como el altruismo, la causa de su aparición y su comienzo.

«Es posible que otra cualidad única del hombre sea su capacidad para un altruismo verdadero, genuino y desinteresado. Lo espero, aun cuando no voy a discutir el caso asumiendo una u otra posición ni a especular sobre su posible evolución mémica».[6]

¿Acaso podemos considerar esta declaración como una confesión del Dr. Dawkins de su incapacidad para encontrar una explicación lógica del altruismo verdadero que se ajuste a su teoría atea o qué? ¿Es posible, por ejemplo, que tenga una explicación de la cuestión más importante que revoque su doctrina atea pero que elija omitirla? Dejo la respuesta para el lector.

Dawkins continúa diciendo:

«El punto que deseo subrayar es el siguiente: aun si nos ponemos pesimistas y asumimos que el hombre es fundamentalmente egoísta, nuestra previsión consciente —nuestra capacidad de simular el futuro en nuestra imaginación— nos podría salvar de los peores excesos egoístas de los ciegos replicadores. Contamos, al menos, con el equipo mental para fomentar nuestros intereses egoístas considerados a largo plazo, en vez de favorecer solamente nuestros intereses egoístas inmediatos. Podemos apreciar los beneficios que a la larga nos reportaría el participar en “una conspiración de palomas”, y podemos sentarnos juntos a discutir medios para lograr que tal conspiración funcione».[7]

En todas las situaciones en las que defendemos nuestros intereses egoístas, es igual que el fundamento de nuestra defensa sea mímico y cultural o genético, o que sean intereses egoístas a corto o largo plazo, pues estaremos actuando por egoísmo y no por altruismo. Un altruismo momentáneo por causa de un egoísmo a largo plazo no cambia el hecho de que el comportamiento sea egoísta y tenga el propósito de alcanzar un interés, aunque fuera a largo plazo, como es el caso del altruismo por reputación. Por lo tanto, este tipo de comportamiento no puede ser una justificación válida para explicar el altruismo verdadero original y neutral.

Luego el Dr. Dawkins continúa diciendo:

«Tenemos el poder de desafiar a los genes egoístas de nuestro nacimiento y, si es necesario, a los memes egoístas de nuestro adoctrinamiento. Incluso podemos discurrir medios para cultivar y fomentar deliberadamente un altruismo puro y desinteresado: algo que no tiene lugar en la naturaleza, algo que nunca ha existido en toda la historia del mundo. Somos construidos como máquinas de genes y educados como máquinas de memes, pero tenemos el poder de rebelarnos contra nuestros creadores. Nosotros, sólo nosotros en la Tierra, podemos rebelarnos contra la tiranía de los replicadores egoístas».[8]

Sí, pero:

Una característica contraria a la supervivencia de los genes individuales no puede existir ni crecer dentro nuestro. Es imposible que esto crezca y se consolide en la naturaleza; porque es:

Una característica contraria a nuestro egoísmo como mecanismo de supervivencia construido por los genes.

Una característica que actúa en contra de los intereses individuales de los genes.

Y esta es una cuestión a la que los ateos no pueden responder de manera científica.

Pues una barca no puede ir contra la corriente sin una remada que supere a la corriente torrencial que arrastra consigo a todas las demás maderas —o a los organismos a excepción del ser humano— y no puede haber remada sin remo.

Se supone que después de esta demostración científica aceptemos y reconozcamos la existencia de un remo, pues ya se nos ha demostrado la existencia de su efecto manifestada con fuerza por nuestro movimiento en contra de la corriente torrencial y nuestra rebelión contra la tiranía de nuestros genes.

Está claro que no nos referimos a Dios cuando decimos remo, sino que el remo es el alma o el espíritu. Ciertamente, demostrar su existencia es una manera de demostrar el mundo de la espiritualidad y, por consiguiente, demostrar la existencia de Dios.

En cuanto a por qué no vemos el alma con nuestros ojos es simple, es que está en otro mundo, que no es el mundo físico material en el que vivimos. En cuanto a cómo nos afecta físicamente, pues esto puede explicarse de manera científica, al menos a través de las fuerzas trasuniversales, cuyo tema se explicará en el capítulo sexto. Así que está la posibilidad de un efecto de universo a universo y de entidades de un universo a entidades de otro universo, incluso aunque no haya contacto sensorial físico directo entre ellos. De la misma manera podemos entender el efecto del mundo de las almas en este universo físico en el que vivimos.

[1] George Christopher Williams (12 de mayo de 1926 – 8 de septiembre del 2010) fue un científico estadounidense especialista en biología evolutiva y profesor emérito de ciencias de la biología en la Universidad Stony Brook, de Nueva York.

[2] Fuente: Dawkins, El gen egoísta, págs. 331-332.

[3] Fuente: Dawkins, El gen egoísta, págs. 193-194.

[4] Fuente: Dawkins, El gen egoísta, pág. 192.

[5] Fuente: Sagan, Los dragones del Edén. Especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana, págs. 125-126.

[6] Fuente: Dawkins, El gen egoísta, pág. 200.

[7] Misma fuente.

[8] Misma fuente.


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)