• Categoría de la entrada:La ilusión del ateísmo
  • Tiempo de lectura:11 minutos de lectura

Literas seleccionadas de los puertos de Sumeria y Acadia:

Lo presentado es suficiente para mostrar lo que quería señalar, que hubo una transformación, un avance y una gran transición del Homo sapiens, que talvez ocurrió hace decenas de miles de años y que se ha manifestado en lo que ha llegado hasta nosotros del país de Sumeria y Acadia. No obstante, no hay problema en repasar rápidamente algunos temas conceptuales que respaldan lo que ya he explicado y arrojar también algo más de luz a los hechos de los textos que nos llegaron de Sumeria y Acadia.

Las epopeyas de Sumeria y Acadia y la religión divina:

Algunos o la mayoría de los investigadores de la historia del Cercano Oriente o de Oriente Medio consideran que la religión es un producto puramente humano, que habría comenzado con la deificación de la diosa Ishtar con sus diversas denominaciones, cuyas estatuas se encuentran en diversos tamaños diseminadas en las civilizaciones antiguas del Cercano Oriente que abarcan más de nueve mil años antes de Cristo. Y propusieron una justificación para este comienzo religioso; que la sociedad humana en sus comienzos habría sido una sociedad dominada por la mujer, en la forma de madre, en torno a la cual se reúnen los hijos, los cual no conocían sino su afiliación a ella. De esta manera, según ellos, la mujer (la gran madre Ishtar) fue consagrada y se le fabricaron estatuas. Después de un tiempo, la sociedad humana se volvió patriarcal cuando se descubrió la agricultura y se volvieron sedentarios, constituyendo hogares y familias. Esto condujo a la introducción de dioses masculinos en los templos, y de esta manera se habría formado la religión que habría evolucionado más tarde en el judaísmo, el cristianismo, el islam y otras.

Pero los que construyeron esta teoría basada en antiguas estatuas femeninas olvidan que su teoría puede ser socavada fácilmente suponiendo que estas estatuillas fueron fabricadas para incitación sexual y que no representan nada sagrado. Pues la existencia de una figura femenina santificada para la cual se fabrican estatuillas en un período histórico determinado, no da derecho al investigador a atribuir un carácter sagrado a todas las estatuas femeninas fabricadas que previamente la representen. La opinión de “que el hombre antiguo haya fabricado objetos de incitación sexual” existe y algunos arqueólogos la proponen.

Además: hay textos arqueológicos que describen a la diosa Ishtar o Inanna, conocida en el país de Sumeria y Acadia, con características del mundo en el que vive el ser humano, pues en los textos no se refiere a una madre, ni siquiera a una figura femenina real.

Más bien se refiere a la vida terrenal ante la cual el rey Dumuzi se rehusó a prosternarse cuando ésta subió al trono, como se prosternaban ante ella los otros reyes. Así pues, ella entregó a Dumuzi (el hijo fiel) a los demonios para que lo maten:

«Acompañada de esta cohorte implacable, Inanna llega sucesivamente a las ciudades de Umma y Bad-Tibira, cuyas dos divinidades principales se prosternan ante ella, humildes y temblorosas, salvándose así de las garras de los demonios. A continuación, Inanna llega Kullab, cuyo dios tutelar es Dumuzi; y el poema continúa:

Dumuzi, revestido de un noble ropaje, se había sentado orgullosamente en su trono.

Los demonios lo cogieron por los muslos…

Los siete demonios se le echaron encima como a la cabecera de un hombre enfermo.

Y los pastores ya no tocaron más la flauta ni el caramillo ante él.

Inanna fijó su mirada en él, una mirada de muerte,

Y pronunció una palabra contra él, un grito de condenación:

“¡Él es, lleváoslo!”».[1]

Esta es la vida terrenal ante la cual Gilgamesh se negó a someterse cuando se ella se sentó en su trono y se puso la corona:

«[Gilgamesh] abrió su boca para hablar, [diciendo] a la Señora Ishtar:

[Y si en efecto] te tomo en matrimonio,

[A ti,

una escarcha que no cuaja en] hielo,

una puerta de lamas [que] [no] resiste brisa ni sequía,

un palacio que aniquila … guerreros,

Un elefante que … sus arreos,

betún que [mancha las manos] de quien lo transporta,

odre que [corta las manos] de quien lo transporta,

piedra caliza que [debilita] un muro de mampostería,

un ariete que destruye [los muros del] enemigo,

un zapato que aprieta el pie de su dueño.

¿Cuál de tus novios te duró para siempre?

¿Cuál de tus valerosos guerreros subió [a los cielos?]…».[2]

En líneas generales, la hipótesis de que el origen de la religión es la deificación de una figura femenina de madre es una mera hipótesis que no se basa en ninguna evidencia científica firme. Por esto no encuentro que haya necesidad de responder en detalle a esta hipótesis.

Sin embargo, encuentro necesario aclarar la evidencia y los indicios del origen divino de la religión sumeria. Pues este tema se relaciona con demostrar que la religión sumeria es una religión divina anterior pero distorsionada. Así que aquí queremos aclarar que los sumerios, que conocían la ablución con agua, el azalá, el ayuno, la súplica y el ruego, eran un pueblo religioso y que su religión era divina. Así pues, las epopeyas sumerias y los relatos sumerios contienen noticias imprevisibles que ocurrieron miles de años después de que los sumerios las comunicaran.

Sí, talvez su religión fue distorsionada en algunos períodos, pero es una religión divina, como ocurrió con la gente de la Meca, dueños de una religión abrahámica hanifí distorsionada que adoraban y santificaban ídolos, o como los salafis o los wahabis hoy, que adoran un ídolo y son herederos de los antiguos siervos de ídolos de la Meca, pues dicen: que son musulmanes, pero adoran a un gran ídolo que creen que está presente en el cielo y que no está presente en la Tierra, que tiene dos manos, dedos, dos pies y dos ojos, similar a los de los humanos. Pues la cuestión de la distorsión de la religión divina ha existido y no ha dejado de existir.

Si volvemos al principio de la religión divina encontramos que Adán vino a la Tierra con la primera religión divina. En ella hay relatos de sus hijos justos posteriores a él. Se suponía que la gente, como es su costumbre, conservara estos relatos, los narraran y los heredaran.

Los relatos y las epopeyas sumerias en algunos casos no eran sino trasmisiones de algunos de estos relatos sagrados heredados. Los sumerios han narrado la historia del Diluvio en detalle mucho tiempo antes que la Torá:

«Diluvio — El Primer Noé:

Se sabía ya desde 1862, año en que George Smith, del Museo Británico, descubrió y descifró la tablilla XI de la epopeya babilónica de Gilgamesh, que la narración bíblica del Diluvio no es una creación hebraica. Pero los entendidos se apercibieron más tarde, y no sin alguna sorpresa, que el mito babilónico no era ni más ni menos que de origen sumerio. Ello quedó demostrado por un fragmento de tablilla descubierto en el Museo de la Universidad de Filadelfia, entre la colección de Nippur. Este fragmento, publicado en 1914 por Arno Poebel, representa el tercio inferior de una tablilla de seis columnas, tres en el anverso y tres en el reverso. Se trata de un documento único; no se ha descubierto ningún otro ejemplar hasta la fecha, … a pesar de su estado fragmentario…estas líneas nos proporcionan informaciones utilísimas sobre la creación del hombre y el origen de la realeza, y se mencionan concretamente cinco ciudades que habían “existido antes del Diluvio”».[3]

Sí, talvez en algunos casos el relato haya sido distorsionado —especialmente desde la perspectiva de otras religiones— como resultado del paso del tiempo y la introducción del temperamento humano confundido por las obsesiones. Sin embargo, ¡¿acaso algo distorsionado carece completamente de verdad?!

¡¿Acaso nos hemos preguntado: a dónde ha ido el legado de Adán y Noé?!

¡¿Dónde estaba este legado en tiempos de los sumerios o acadios?!

¡¿Dónde ha ido el legado de la religión divina que hubo antes del Diluvio?!

No es razonable que a Noé y a los que estaban con él les importe reubicar cabras y vacas y no les importe trasmitir la religión divina que después de Adán (con él sea la paz) guardaban sus pechos. La humanidad después de Noé (con él sea la paz) —representada por los sumerios o acadios, y sus herederos, los babilonios y los asirios—así como ha trasmitido la historia de reyes, agricultores y artesanos, debe haber trasmitido también el legado de Adán, de Noé y sus sagrados ideales, aunque fueran distorsionados en relatos trasmitidos por las generaciones. El resultado es que la religión sumeria es la religión de Adán y Noé, distorsionada en algunos casos por la deificación de toda cosa que deificable, como la vida mundanal o los virtuosos.

Como ejemplo de distorsión: está el intento de distorsionar la Epopeya de Gilgamesh descubierto en los restos arqueológicos.

Esto señala dos cosas:

Primero: que la Epopeya de Gilgamesh es un texto religioso, ya que, por lo general, no hay nadie que se interese por distorsionar un texto literario.

Y segundo: que el texto de la Epopeya de Gilgamesh que llegó a nosotros definitivamente no está libre de distorsión.

Taha Baqir[4] dice:

«Quizás, lo más extraño que recientemente han hallado los arqueólogos en el sitio arqueológico conocido como Sultantepe en el sur de Turquía, cerca de Harran, hayan sido trozos de la epopeya en una extraña carta falsificada por un escritor del siglo XX a.C. Era como si la carta hubiese sido escrita por Gilgamesh y dirigida a un antiguo rey. Gilgamesh le solicitaba que le envíe piedras preciosas para hacer un talismán a su amigo Enkidu. Pesaría tanto como treinta minas».[5]

«Al comparar estos trozos originales con el texto de Nínive parecían ser de información valiosa, no sólo por tapar las brechas, sino también por mostrar inequívocamente que el Poema (la Epopeya) de Gilgamesh no existía en el tiempo de los asirios. Esto es una evidencia de que la leyenda evolucionó a lo largo de generaciones. En otras palabras, el escritor no copió el texto antiguo de manera literal y honesta. Sino que añadió, omitió y distorsionó. Esto es lo que afirma la idea (aunque equivocada) de que Oriente jamás fue y jamás será fuerte y estable».[6]

Entonces, si ha habido intentos deliberados por distorsionar textos escritos, ¿qué pensar de textos trasmitidos oralmente antes de la era de la escritura? Por supuesto que estuvieron expuestos a una distorsión mayor. Cuando fueron grabados en la era de la escritura y las primeras inscripciones, fueron grabados con su forma distorsionada. Por ende, podemos asegurar que el relato del Diluvio, el relato de Dumuzi, el relato de Gilgamesh y otros textos de origen sumerio-acadio no han sido grabados en la forma que circulaban entre los narradores antes de la era de la escritura.

[1] Fuente: Kramer, La historia empieza en Sumeria.

[2] Fuente: George, La Epopeya de Gilgamesh.

[3] Fuente: Kramer, La historia empieza en Sumeria, pág. 148.

[4] Taha Baqir es uno de los principales arqueólogos de Iraq- (1984-1912). Tiene numerosas publicaciones, la más importante de ellas es su traducción de la Epopeya de Gilgamesh.

[5] Fuente: Taha Baqir, La Epopeya de Gilgamesh.

[6] Fuente: Virolleaud, Leyendas de Babilonia y Canaán.


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)