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Dijo el Enaltecido: {Él ha legislado para vosotros de la religión lo que encomendó a Noé y lo que te hemos inspirado a ti, y lo que hemos encomendado a Abraham, y a Moisés, y a Jesús, que establezcáis la religión y no os dividáis en ella}.[1]

Y dijo el Enaltecido: {Di: «No soy una novedad entre los mensajeros y no sé lo que será de mí, ni de vosotros. No sigo sino lo que se me ha inspirado y no soy sino un advertidor claro» * Di: «¿Habéis visto si proviene de Dios y habéis descreído de él, y ha dado testimonio un testigo de los Hijos de Israel de algo semejante y ha creído, y vosotros os ensoberbecéis? Dios no guía a la gente opresora»},[2] {Ciertamente, esto está en las escrituras primeras * Las escrituras de Abraham y Moisés}.[3]

El Islam, como religión divina, no difiere de la religión judía, ni de la cristiana, ni de la hanifí, y no es algo inventado. Sí, tal vez difieran algunos detalles de la legislación en estas religiones, y el Islam trajo algunos detalles distintos que se ajustan al recorrido integrador de la humanidad sobre esta tierra. Pues las creencias divinas de todas las religiones son una sola: la fe en Dios, en Sus ángeles, en Sus libros y en Sus mensajeros. Son una sola nación y su convocatoria es una sola.

En cuanto a lo que afirman algunos que, por haber oído mal, han respondido mal, diciendo que el cristianismo y otras invitan al abandono de la vida material y a atender solo la vida espiritual, y que por eso han fracasado, mientras que el Islam invita a reformar el espíritu y el cuerpo a la vez y que por eso es más adecuado…

Yo digo: en realidad, esta afirmación no es correcta. Quien quiera difundir el Islam debe ser un crítico objetivo y no andar a ciegas, ni insultar a los profetas de Dios y a Sus mensajeros, ya sea que sepa o no. Incluso atribuyen a Dios ignorancia y falta de sabiduría con el pretexto de querer difundir el Islam. Hoy escuchamos a algunos eruditos musulmanes hablar de los sionistas –maldígalos Dios– y dicen: «El Salomón y el Templo de ellos». No, estimado: es nuestro Salomón y nuestro Templo. Nosotros, los musulmanes, somos más merecedores de los profetas y de sus huellas que los judíos y otros. Dijo el Enaltecido: {Ciertamente, los hombres más dignos de Abraham son los que lo han seguido, y este profeta, y los que han creído. Y Dios es el Patrono de los creyentes * Ha anhelado un grupo de la gente del libro que os extraviarais, y no extravían sino a sus propias almas, y no lo perciben * Oh, gente del libro, ¿por qué negáis los signos de Dios, siendo vosotros testigos? * Oh, gente del libro, ¿por qué vestís la verdad con la falsedad y ocultáis la verdad, y vosotros sabiendo?}.[4]

Así pues, el Islam, el cristianismo y el judaísmo son religiones celestiales; Muhammad, Jesús y Moisés (a) son profetas; y estos profetas tienen una sola convocatoria. Convocaron a los hombres al camino de Dios, Glorificado sea, a transitarlo, a dirigirse hacia las perfecciones espirituales e inmateriales. Y las sharías de ellos –con ellos sean las bendiciones de mi Señor– contienen muchos estatutos de transacciones legales cuya finalidad es reformar el mundo material y proporcionar bienestar a la sociedad humana económica, social y políticamente.

En cuanto a lo que se observa en sus palabras de la frecuente convocatoria a orientarse hacia las perfecciones espirituales e inmateriales y a apartarse del mundo material, no es sino una cuestión de compensación frente a lo que veían: el hastío de los hombres hacia sus perfecciones espirituales y la orientación excesiva hacia el mundo material, con una dedicación anormal a él. Del mismo modo, hoy no necesitamos dirigir a los hombres en nuestra sociedad islámica hacia el mundo material, pues están, de principio a fin, volcados hacia él y apenas perciben lo que hay más allá; más bien necesitamos invitarlos a dirigirse a Dios. Dijo el Enaltecido, reprochando a esta humanidad volcada hacia lo material y apartada de lo espiritual: {Dejálos que coman y disfruten y los distraiga la esperanza, pues pronto sabrán},[5] es decir, los distrae el trabajo y la inmersión en la Vida Mundanal.

En cuanto a lo narrado en las palabras de los profetas (a) –que en realidad es poco si se compara con lo demás– de orientar a algunos grupos de la sociedad divina hacia el trabajo, el sustento y el disfrute de lo que Dios les ha provisto, es porque un grupo muy reducido de creyentes tal vez crea que Dios –Glorificado sea– detesta que disfruten de las bondades materiales que les ha concedido. Y también porque algunos parásitos quieren sentarse a adorar –según dicen– mientras los hombres les traen el sustento y se lo ponen en la boca. Esto, en realidad, no tiene nada que ver con la religión. Pues ese es un buscador de comodidad que quiere sentarse en un lugar fresco sin cansar su cuerpo, mientras el agricultor, a quien el sol derrite, le trae su sustento y se lo pone en la boca.

[1] Sagrado Corán – sura «Ash-Shura» (La consulta), 13.

[2] Sagrado Corán – sura «Al-Ahqaf» (Las dunas), 9-10.

[3] Sagrado Corán – sura «Al-Ala» (El Altísimo), 19.

[4] Sagrado Corán – sura «Al Imrán» (La familia de Imrán), 68-71.

[5] Sagrado Corán – sura «Al-Hiÿr» (El recinto), 3.


Extracto del libro El becerro de Ahmed Alhasan (a)