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En nombre de Dios, el Misericordioso, el Misericordiosísimo

La alabanza a Dios. Que las salutaciones de Dios sean con Muhammad y la familia de Muhammad, los infalibles, y que las salutaciones de Dios sean con el almizcle final, la luz de Dios, y su remanente en su Tierra (que mi espíritu sea su rescate).

Dijo el Altísimo: {El día que digan los hipócritas y las hipócritas a los que han tenido fe «esperadnos para que podamos obtener de vuestra luz» se dirá: «Regresad tras vosotros y buscad luz». Entonces separará entre ellos con un muro que tendrá una puerta en cuyo interior estará la misericordia y en su exterior frente a ella, el castigo * Les gritarán: «¿no estábamos con vosotros?» Dirán: «sí, pero vosotros dejasteis seducir vuestras almas, y esperasteis ansiosamente, y dudasteis, y os engañasteis con la desiderata hasta que vino la orden de Dios y os engañó, por Dios, el engañador» * Así pues, hoy no se aceptará de vosotros rescate, ni de los que no tuvieron fe, vuestro crisol es el fuego, será vuestro guardián, y qué mal destino}.[1]

En las historias pasadas de los profetas y sus naciones, que a veces los siguieron y otras siguieron a los samiríes, y que a veces apoyaron a los profetas y otras veces los abandonaron y apoyaron a los déspotas, hay una lección para considerar y un recuerdo para mencionar.

Es necesario investigar el curso de los acontecimientos que ocurrieron después de la partida del Profeta (s), del desplazamiento del Sucesor (a) y la usurpación de su autoridad —y las tragedias a las que estos acontecimientos arrastraron a la nación que no ha dejado de sufrir por esto hasta hoy la mayor pena— para entender lo que ocurrió después de la partida del Profeta (s). Lo que sufrieron el Comandante de los Creyentes (a) y sus hijos, los infalibles (a), por los déspotas autoritarios al mando de un gobierno con una fuerza brutal, como sufrieron por las órdenes de los samiríes, líderes del extravío que siempre intentaban distorsionar la sharía y marginar a los musulmanes, así como observar nuestra situación de hoy a través de las historias pasadas de los profetas y sus naciones, ayuda a la lectura del futuro próximo en el que aparece el sello de los sucesores, el Mahdi (a), y de lo que enfrentará, ya sean déspotas que marginan y asesinan a musulmanes como el Sufiani, o samiríes (los maliciosos eruditos inoperantes).

Por esto pensé yo, un pobre de pocas obras y muchas faltas, escribir esta investigación para impedir, tal vez, que algunos creyentes caigan en el precipicio, pues prevenir es mejor que curar. Aún más, ponerse del lado del Sufiani o de los eruditos del mal que combatirán contra el Mahdi (a), no tiene más cura que beber el agua hirviente ni más remedio que las cadenas de la Gehena. Quizás sea un estímulo para que algunos creyentes trabajen para preparar un terreno adecuado para levantar el estado de “no hay divinidad sino Dios” sobre la Tierra, el estado del Imam Al-Mahdi (a), de la verdad y la justicia, en un tiempo de tiendas de campaña de injusticia en cada rincón de esta Tierra. Pues el déspota americano aprieta el nudo día tras día a los pueblos débiles, llevando a la gente de la Tierra al abismo, y los déspotas autoritarios sobre los pueblos islámicos no son sino siervos de este déspota del cual la historia humana no conoce ejemplo sobre la Tierra, pues se asocian con él para servir al demonio, y los pueblos islámicos, que son los pueblos más débiles del mundo, sufren dos cosas:

La primera: los martillos del déspota americano y los déspotas autoritarios que los dominan.

Y la segunda: los déspotas presentes dentro del marco islámico —me refiero a algunos eruditos inoperantes de la religión que pretenden representar al islam. Algunos de ellos marginan a estos pueblos e incluso tienen muchos seguidores; a quienes les enseñan a quedarse callados, a ser sumisos y a resignarse a los déspotas, y, por consiguiente, a la opresión, al hambre y a la humillación.

Por lo tanto, es una guerra continua, adentro y afuera. Un enemigo infiel que golpea continuamente y un hipócrita que erosiona desde adentro. Un faraón y un samirí. Pilatos y los eruditos inoperantes de los hijos de Israel.

Por un lado, un déspota librando una guerra sin tregua contra la religión: una televisión que muestra versículos del Sagrado Corán, para luego de un rato, pasar canciones, mujeres semidesnudas y series, con el propósito de desmantelar la estructura de la sociedad islámica, o para reducir lo que queda de la estructura de la sociedad islámica a afeitarse la barba y dejarse crecer el bigote como hacían los magos de las épocas pasadas. ¡Este es el islam a la vista de ellos! ¡Quien dice “no hay divinidad sino Dios” es asesinado, sus mujeres capturadas y sus casas destruidas! Y lo más grave, es que algunos de ellos pretenden ser árabes y hacer esto en nombre de los árabes, mientras atacan a las mujeres y violan su honor, y sus cárceles están llenas de mujeres y niños.

Ahora bien, el árabe es honorable. Si pelea, pelea contra varones, no contra mujeres. ¡Pues el arabismo peleó contra esos gitanos, los que quedaban de los mongoles y los tártaros! Que ennegrecieron el rostro de la humanidad, y cometieron crímenes y escándalos de los que se avergonzarían el faraón y Nemrod (maldígalo Dios), contemporáneos de Moisés y Abraham (con ambos sea la paz).

Por otro lado el samirí (los eruditos inoperantes) que intentan distorsionar la sharía, no se encargan de ordenar lo reconocido ni de desaconsejar lo reprochable, ni luchan por la causa de Dios ni con la lengua, ni con la mano en lo posible, olvidando que el Mensajero de Dios (s) dijo lo que eso significaba: «para que ordenéis lo reconocido y desaconsejéis lo reprochable, o los inicuos entre vosotros se fortalecerán contra vosotros, y luego los mejores de vosotros suplicarán y no se les responderá».[2]

¿Acaso existe alguien más malvado que los déspotas autoritarios que hay hoy sobre la nación islámica? Los resultados de esto definitivamente existen, así que los precursores existen, aún hasta hoy.

Por lo tanto, la causa de la intimidación despótica sobre las sociedades islámicas de hoy es: que estas sociedades han dejado de ordenar la reconocido y prohibir lo detestable. El motivo por el que estas sociedades han abandonado esta obligación son los ulemas inoperantes que dejaron de ordenar lo reconocido y prohibir lo detestable (si se corrompe el erudito, se corrompe el mundo).

Incluso hoy, en el alma de muchos musulmanes, se han arraigado las raíces de la humillación, la sumisión, la resignación a los déspotas, amor por el Mundo Temporal y amor por la vida, y un temor anormal a la muerte. Han comenzado a ver la vida con humillación mejor que la muerte con honor. Y así, han degradado al ser humano y han dado vuelta los valores. Esto es lo que más quiere el demonio (maldígalo Dios), que los pueblos islámicos débiles se queden estáticos entre la espada y la pared, o digamos, entre el faraón y el samirí. Entre un déspota que corrompe, asesina y saquea, y los eruditos (inoperantes) de la religión que no ordenan lo reconocido ni prohíben lo detestable. Y detrás del telón, los dedos del déspota americano moviendo las cuerdas a diestra y siniestra. De esta manera, no queda del islam más que su nombre.

Hoy, la obligación de los eruditos, es abordar la reforma de la nación islámica. Su obligación es llevar el peso del mensaje del que se han hecho cargo. Vosotros, estudiantes de ciencias religiosas, o vosotros eruditos del islam —shias y sunnis— ¡¿acaso creéis que todo lo que se os ha encargado es adquirir ciencias morales y transmitirlas sin accionar ni ordenar lo reconocido ni prohibir lo detestable, cuando lo que se os ha encomendado es reformar la nación, alertando a sus hijos, y luchar por la causa de Dios con todo lo que cueste y valga?!

Si creéis eso pues de verdad os digo: estáis equivocados.

Adquirir ciencias morales y transmitirlas no es difícil, pero dar vuestra comida tres días a un prisionero, a un caminante, a un pobre o a uno que se dobla del hambre como hizo el Imam Alí (a), eso sí que es difícil.[3] Vivir tu vida para hacer felices a los demás y erradicar la opresión y la injusticia es algo difícil. Dar por la causa de Dios como dio el Imam Husein (a) es algo difícil.

La paz sea contigo, Abu Abdulá, que mi padre y mi madre sean tu rescate. Diste todo y no te quedaste ni con el bebé ni las mujeres, no dejaste argumento al flojo.

Vosotros señores, si os limitáis a adquirir ciencias y a adoraros a vosotros mismos, estáis dando así a los déspotas todo lo que quieren, que os convirtáis en siervos, no en eruditos. De hecho, la condición de siervo no puede quitarse del erudito que no ordena lo reconocido y no prohíbe lo detestable, esto y el significado de lo mencionado por los infalibles (a): que el erudito es mejor que setenta siervos; porque el erudito se preocupa por la salvación de los hombres y los siervos se preocupan por su propia salvación.

Fue narrado del Imam As-Sadiq (a): «narrar nuestros hadices que fortalecen los corazones de nuestros shias es mejor que mil siervos».[4]

Dijo el Altísimo: {pues si no son tropas cada grupo de ellos, un grupo ha de obtener jurisprudencia en la religión y ha de advertir a su gente cuando regresen a ellos. Quizás se cuiden}.[5] Han de advertir a su gente, no que han de dormir… O que adviertan a un individuo o dos. Pues si os importa, señores, salvar vuestras almas, no digáis “somos estudiantes de ciencias religiosas o eruditos”, no vistáis esas ropas para engañar a los hombres, no seáis lobos vestidos con pieles de cordero como es el caso de muchos hoy. Pues esa no es una posición para buscar el Mundo Temporal, y esta no es una posición para satisfacer deseos y adjudicarse metas. Es una posición para llevar el peso del mensaje de los profetas y los infalibles (a), así que sed prudentes. Y si no, será la perdición en el Mundo Temporal y la Última.

Jesús (a) dijo: «el ejemplo de los eruditos del mal es como el ejemplo de una roca que cayó sobre la boca de un río. No bebe ni deja que el agua llegue a la siembra».[6]

En 1971, cuando el Sayed Jomeini (Dios tenga misericordia) estuvo en la noble Nayaf y sus alumnos esperaban una clase suya sobre la auto disciplina, el sayed comenzó diciendo: “Siento la obligación de recordar a los señores algunas ocasiones de las desgracias de los musulmanes…” Luego dijo: “¡¿Ahora queréis que hable de ética?! No seremos disciplinados mientras no pensemos sobre estas situaciones, y si hemos sido disciplinados fue porque hemos pensado en estas situaciones”.

Así que a los eruditos inoperantes les digo: comparad vuestras obras con la historia de los profetas y los enviados. Y la alabanza a Dios, pues en el Corán que hay entre nuestras manos hoy, hay suficientes historias de ellos (a). Encontraréis que vuestras vidas son completamente diferentes a las de ellos. Así que, o bien camináis por el camino de los profetas y enviados, o bien apartaos de este camino, para que no seáis leñadores del camino hacia Dios, como dijo el Comandante de los Creyentes (a).

Os digo lo que dijo Jesús (a) a los soberbios eruditos inoperantes judíos: “Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando”.[7]

Despertad antes de que el alma recolecte lo que se ha ganado y antes de que llegue el día en que digáis “oh tristeza nuestra por lo que nos hemos excedido por el lado de Dios”.

Las raíces del islam y los musulmanes sufren hoy la aniquilación, ¡¿luego queréis que me siente y hable de auto disciplina?!

Despertad antes de que la espada del hijo de Fátima (a) se desenvaine, cuando os arrepintáis por vuestras obras que os han ubicado hoy en la trinchera del lado opuesto. Despertad y reconoced vuestras obscenas equivocaciones, pues la vergüenza es preferible a entrar al fuego.

Al mismo tiempo insto a que los eruditos trabajadores, luchadores, ascetas del mundo, cuyo exterior refleja su interior y que trabajan noche y día, ayuden a difundir las palabras de “no hay divinidad sino Dios” y a difundir la justicia en la sociedad islámica. Aunque seáis un pequeño puñado, como dijo el Imam As-Sadiq (a).[8]

Claro que Dios bendecirá sus obras y pondrá en ellas mucho bien, si Dios quiere. Así que no os desaniméis ni fatiguéis, que sois superiores, si Dios quiere. Bienaventurados los reconocidos en el Cielo, los ignorados en la Tierra con sus muchas obras y escasa provisión. Pido a Dios que me haga de vuestros servidores y me incorpore en vuestro grupo, con mi gran ignorancia, mi poco saber y mis escasas obras, por su favor, por su misericordia y su generosidad.

Sólo quise reformar lo que pude, suplicando al Viviente que no muere, que sea yo de quienes, por Dios, no temen la censura ni la crítica. Mi éxito no depende sino de Dios, a Él me encomiendo y a Él frecuento. Él es mi patrono y a él se encomiendan los justos. Y me refugio en Dios de la infamia en el Mundo Temporal y en la Última.

Me fortifico con el Dueño del Reino y los Reinos, me aferro al Dueño del Decreto y el Poderío, pido ayuda al Dueño de la Gloria y la Divinidad, de todo lo que temo y prevengo, por Muhammad, y Alí, y Fátima, y Hasan, y Husein, y Alí, y Muhammad, y Yafar, y Musa, y Alí, y Muhammad, y Alí, y Hasan, y Muhammad (a), y la alabanza sólo a Dios.

En nombre de Dios, el Misericordioso, el Misericordiosísimo {Y cuando tu Señor llamó a Moisés: «ve al pueblo de los injustos * El pueblo de faraón, ¿no han de guardarse?» * Dijo: «Señor mío, temo que me desmientan * y que se estreche mi pecho y no se suelte mi lengua, así pues, envía a Aarón * Y tienen contra mí un pecado, así pues, temo que me maten» * Dijo: «No. Así pues, id ambos con nuestras señales. Ciertamente, Yo estoy con vosotros como oyente»}.[9]

[1] Sagrado Corán – sura «Al-Hadid» (El hierro), 13-15.

[2] Al-Kafi, vol. 5, pág. 56.

[3] Al-Qunduzi expuso en Yanabi Al-Mawada: de Ibn Abbas sobre lo que dijo el Altísimo: {Son leales a sus promesas y temen un día cuyo mal se extenderá * Y dan alimento, a pesar de su amor por él, a un necesitado, y a un huérfano, y a un cautivo} «Ad-Dahr» (La era), 7-8. Dijo: «Hasan y Husein (que Dios se complazca con ambos) se habían enfermado. Su abuelo [el Mensajero de Dios (s)] y algunos de sus compañeros regresaron y dijeron: “oh padre de Hasan, ¿y si haces una promesa por tus hijos?” Alí (que Dios se complazca con él) dijo: “si mis dos hijos se recuperan, por ellos ayunaré tres días en agradecimiento a Dios”. Fátima (que Dios se complazca con ella) dijo lo mismo. Y la criada [de ellos, una nubia llamada Fadah] dijo lo mismo de ella. Y los dos niños dijeron: “nosotros ayunaremos tres días”. Dios los sanó, y no tenían ni poco ni mucho. Entonces Alí (que Dios se complazca con él) partió hacia lo de un varón judío llamado Simón Bin Haba. Y le dijo: “¿aceptarías un trozo de lana que la hija de Muhammad (a) hilará para ti por tres medidas de cebada?” Dijo: “sí” y se las entregó. Luego Fátima (que Dios se complazca con ella) tomó una medida, la molió y horneó cinco panes, un pan para cada uno de ellos. Alí (que Dios se complazca con él) rezó con el Profeta (s) el magrib, y cuando ella puso la comida entre sus manos llegó un pobre y se paró en la puerta. Dijo: “la paz sea con vosotros, gente de la casa de Muhammad (s). Soy pobre, dadme algo para comer”. Entonces le dieron la comida y se quedaron el día y la noche sin probar nada más que agua. La segunda noche vino a ellos un huérfano que dijo: “dadme de comer”, y le dieron la comida. La tercera noche vino a ellos un prisionero, y les dijo: “dadme de comer”, y le dieron. Y se quedaron tres días con sus noches sin probar nada más que agua. Entonces, cuando fue el cuarto día y ya habían cumplido su promesa, Alí tomó la mano derecha de Hasan y la mano izquierda de Husein (que Dios se complazca con ambos) y miró al Mensajero de Dios (s). Como ambos temblaban como polluelos de tanta hambre y sus ojos se perdían, cuando el Mensajero de Dios (s) los vió dijo: “¡Socorro, Dios! ¡¿La gente de la casa de Muhammad se muere de hambre?!” Entonces Gabriel (a) bajó y recitó: {¿Acaso ha llegado al hombre un período de la era en el que no haya sido algo recordado?} hasta el final de la sura. Yanabi Al-Mawada Lid-Duyi Al-Qurba, vol. 1, pág. 279, Shawahid At-Tanzil Lil-Hakim Al-Huskani, vol. 2, pág. 403, Tafsir Ibn Kazir, vol. 4, pág. 649, y otros.

[4] Al-Kafi, vol. 1, pág. 33.

[5] Sagrado Corán – sura «At-Tauba» (El arrepentimiento), 122.

[6] Faid Al-Qadir, vol. 4, pág. 206, Al-Ilm wa al-Hikma fi Kitab wa As-Sunna, pág. 446, Musuwaa al-Aqaid al-Islamiya, vol. 2, pág. 486.

[7] Nuevo Testamento – Mateo 23, 13.

[8] De Muhammad Bin Abdul Jaliq y Abu Basir, que dijo: «Abu Abdulá (a) dijo: “oh Abu Muhammad, nosotros tenemos, lo juro por Dios, uno de los secretos de Dios y una de las ciencias de Dios. Y juro por Dios, que ningún ángel cercano, ni profeta enviado, ni creyente al que Dios haya probado la fe de su corazón los puede soportar. Y juro por Dios, que Dios no encargó esto a nadie aparte de nosotros, ni ha pedido ser adorado así por ninguno aparte de nosotros. Nosotros tenemos uno de los secretos de Dios y una de las ciencias de Dios, que Dios nos ha ordenado predicar. Hemos predicado de parte de Dios, Poderoso y Glorioso, lo que Él nos ha ordenado predicar, y no le hemos encontrado lugar, ni gente, ni portadores que lo soporten hasta que para esto Dios creó unos pueblos. Fueron creados del barro con el que han sido creados Muhammad, y su familia y su descendencia (con ellos sea la paz), de una luz de la que Dios creó a Muhammad y a su descendencia, los elaboró por el favor de su misericordia, de la cual hizo a Muhammad y a su descendencia. Y predicamos de parte de Dios lo que Él nos ha ordenado predicar y ellos lo aceptaron y lo soportaron [lo predicaron de nosotros, lo aceptaron y lo soportaron]. Les llegó nuestro recuerdo e inclinaron sus corazones a conocernos, a nosotros y a nuestro hadiz. Si no hubieran sido creados de esto no hubieran sido así. No, por Dios, que no lo hubieran soportado”. Después dijo: “Dios creó pueblos para el Infierno y el fuego, y nos ordenó predicarles como les habíamos predicado a ellos, y a estos les dio repugnancia. Sus corazones sintieron aversión, reaccionaron contra nosotros, no lo soportaron, lo negaron y dijeron ‘son hechiceros mentirosos’. Entonces Dios grabó sus corazones y les hizo olvidarlo. Luego Dios liberó sus lenguas con algo de verdad. De este modo, hablaban de ella mientras sus corazones la negaban, para que esto sea una defensa de los patronos de Él y de la gente que lo obedece. Si no hubiera sido así no habría ningún siervo de Dios en su Tierra. Nos ordenó protegerlo de ellos, mantenerlo secreto y oculto. Así que escondedlo de quienes Dios ordenó protegerlo y mantenedlo en secreto para quien Dios ordenó que se mantenga secreto y oculto”». Dijo: «luego levantó su mano, lloró y dijo: “Oh Dios, aquellos serán un pequeño puñado. Haz que la vida de ellos sea como nuestra vida y la muerte de ellos como nuestra muerte. Que no haya ninguna autoridad sobre ellos y ningún enemigo tuyo que nos haga lamentarnos por ellos. Pues si Tú nos haces lamentar por ellos, jamás serás adorado en tu Tierra. Y las salutaciones de Dios sean con Muhammad y su familia, y les bendiga en entrega”». Al-Kafi, vol. 1, pág. 406

[9] Sagrado Corán – sura «Ash-Shuaara» (Los poetas), 10-15.


Extracto del libro El becerro de Ahmed Alhasan (a)