• Categoría de la entrada:La ilusión del ateísmo
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Los genes son egoístas, pero esto no significa que los cuerpos se comporten de forma puramente egoísta. El significado de que los genes sean egoístas es que los cuerpos no pueden comportarse de manera altruista contra el egoísmo del gen, pues el gen, como es egoísta, se empeña en construir cuerpos que garanticen su supervivencia y su trasmisión a través de las generaciones. Por esto, la ley del gen egoísta no permite a los memes que se le oponen —memes de altruismo verdadero— y que tratan de eliminarlo, el paso en la naturaleza. La existencia de la selección natural les hace imposible el paso puesto que el destino de cualquier individuo o grupo que los contenga, será la destrucción y la extinción, y, en consecuencia, la extinción de estas características altruistas verdaderas y la imposibilidad de su presencia en la naturaleza.

Además de que los genes —cuyo principal objetivo es sobrevivir— deben construir genes con un anti altruismo verdadero en caso de que aparezca en la especie, y si no, no serían egoístas ni se encargarán de la supervivencia y de la trasmisión a través de las generaciones como está establecido. En realidad, el egoísmo de nuestros cuerpos se aprecia con claridad, pues han sido construidos para combatir al altruismo verdadero. Nosotros no nos caracterizamos por un altruismo verdadero como si fuera una característica inherente y profundamente arraigada en nuestros cuerpos, sino que nos caracterizamos por el egoísmo como característica inherente y profundamente arraigada en nuestros cuerpos y cerebros. Por esto el altruismo verdadero requiere de una revolución real mayor contra el cuerpo para tener una presencia relevante entre nosotros, como es hoy de hecho. Así que es igual que nosotros —como individuos— practiquemos o no practiquemos el altruismo verdadero, la gran mayoría de nosotros coincidimos en que es un propósito sublime y una característica apreciada con la cual deseamos comportarnos. Este deseo no nació hoy, sino que está documentado desde los primeros tiempos de la escritura humana, es decir, desde el hombre sumerio. Esto significa que hace miles de años ocurrió una verdadera revolución humana contra el cuerpo y el egoísmo del cuerpo. Esta revolución científica no se puede explicar solamente a nivel físico, al contrario, hacer esto sería imposible como he aclarado. Por esto, en esta etapa, nos vemos obligados a introducir al alma y al espíritu dentro de la ecuación para solucionar este dilema. Quien quiera rechazar la hipótesis del espíritu por odio a la fe también está obligado a proponer otra cosa, que proponga la hipótesis de un tótem, de un meme de origen desconocido o lo que quiera, pero al final será una hipótesis sin ninguna relación con la física o la biología, es más, ni siquiera con el sentido común, jamás.


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)