• Categoría de la entrada:La ilusión del ateísmo
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He elaborado el problema del incesto con la evolución y su respuesta, para aclarar la realidad y reducir los puntos de objeción.

En un sentido, el problema del incesto con la evolución es el siguiente: si hubiera evolución, entonces Adán o uno de sus padres adánicos que le precedieron probablemente serían el resultado del incesto, pues no hay jurisprudencia que lo prohíba, entonces ¡¿por qué el incesto no predomina en esas sociedades como se espera en ausencia de una jurisprudencia que lo prohíba?!

El que puede encarar este problema es quien no cree en que los humanos sean resultado de un incesto entre los hijos y las hijas de Adán, pues los eruditos de las religiones no pueden encarar este problema hacia la cuestión del consenso entre la evolución y la religión; porque consideran que el incesto en tiempos de Adán era una cuestión natural y una unión lícita, y por consiguiente, este problema no existe entre los judíos, los cristianos, la mayoría de eruditos e intérpretes sunníes y muchos de los eruditos e intérpretes shiíes; porque consideran que la humanidad entera vino como resultado del incesto. Según la creencia de ellos los hijos y las hijas de Adán se casaron unos con otros y la humanidad es el resultado de este apareamiento que se opone hasta a la composición biológica de los cuerpos que rechazan el incesto.

Según la familia de Muhammad, esta declaración es corrupta e incorrecta. Los Imames de la familia de Muhammad (con ellos sea la paz) ya han aclarado que es falsa y las narraciones recibidas de la familia de Muhammad (con ellos sea la paz) han negado esta corrupción en Adán y su descendencia, y que el incesto ilícito haya estado en la jurisprudencia de Adán (con él sea la paz).

Narró Zurara de Abu Abdulá (con él sea la paz): [Adán (con él sea la paz) engendró a Set y lo llamó “el don de Dios”. Fue el primer sucesor que le sucedió de los adanidas en la Tierra. Luego Set engendró a Jafet. Cuando maduraron, Dios, Glorioso y Excelso, quiso que llegaran al linaje que veis y a la prohibición que ya había sido trazada por el cálamo, pues Dios, Glorioso y Excelso, prohibió las hermanas a los hermanos. Así descendió, después de la tarde de un jueves, una hurí del Paraíso llamada Nasla. Dios, Glorioso y Excelso, ordenó a Adán que la casara con Set y él la casó con él. Luego, después de la tarde del día siguiente, descendió una hurí del Paraíso llamada Mansala y Dios, Glorioso y Excelso, ordenó a Adán casarla con Jafet, y él la casó con él. Set engendró a un muchacho y Jafet engendró a una doncella. Entonces cuando maduraron, Dios, Glorioso y Excelso, ordenó a Adán casar a la hija de Jafet con el hijo de Set y así hizo. Los mejores profetas y mensajeros provienen de la estirpe de ellos dos. Que Dios no permita que exista aquel asunto de hermanos y hermanas].[1]

Lo que se menciona en algunas narraciones sobre las esposas de los hijos justos de Adán es que eran huríes. Según esta descripción, las almas de ellas fueron conectadas a sus cuerpos como fue conectada el alma de Adán con su cuerpo humano terrestre y fue el comienzo del curso de Adán y su descendencia sobre la Tierra, aunque esta alma fue creada en el Cielo a partir del barro ascendido y del soplo antes de descender y conectarse al cuerpo.

Respuesta al problema:

Ha quedado claro con lo presentado que los que pueden encarar este problema son los que creen en lo que dijeron los Imames (con ellos sea la paz), que la humanidad no es un resultado del incesto o de una unión ilícita.

Con respecto a la respuesta, pues basta con decir: que no hay ninguna evidencia de la inexistencia de alguna ley que prohíba el matrimonio ilícito antes de Adán (con él sea la paz) entre aquellos primeros pueblos, de los cuales desciende Adán (con él sea la paz), pues puede ser que hubiera mandamientos primarios para esas comunidades adaptados a sus capacidades cognitivas, ya que es evidente que los nasnas o las poblaciones humanas, anteriores a nuestro padre Adán (con él sea la paz), tenían mandamientos, mandamientos básicos adecuados para su condición y nadie puede afirmar que la prohibición del matrimonio ilícito no fuera parte de la ley de ellos. De hecho, en realidad, la prohibición sin duda estaba, pues es lo que el cálamo trazó según las narraciones. Lo que trazó el cálamo es una ley en vigor para Adán, para sus hijos y para sus antepasados encomendados.

En cuanto a la respuesta al problema desde un punto de vista científico, pues ya se ha demostrado que la evolución biológica en general, tiende a prevenir el incesto por medio de la selección genética que lleva a su prevención o digamos, que los cuerpos constituidos con un mapa genético que contenga el gen que impulsa al cuerpo a abstenerse de practicar el incesto serán más aptos para sobrevivir. En casos que existen en la naturaleza la evolución ha tenido un éxito manifiesto y evidente al evitarlo y el Homo sapiens es uno de esos casos. Nosotros creemos que el desarrollo del mapa genético está sujeto a leyes que llevan a los cuerpos a evitar este acto.

Si observamos la especie de grandes simios más cercana al ser humano, que es el chimpancé, vemos que la hembra, cuando alcanza la pubertad, abandona a su familia, se va y busca pareja en otra familia. La Dra. Jane Goodall,[2] que es la especialista más famosa sobre las sociedades del chimpancé, dijo:

“No Consortships, either observed or inferred, have involved mothers and sons or maternal siblings. No male has ever been observed to try to take his mother or sister on a consortship. Because the father – daughter relationship is not known, there are likely to be occasions when such pairs go off together. But again, the fact that the older males tend to be less sexually interested in young females of their own community can reduce the likelihood of incestuous consortship of this sort.”

«Ningún consorte, observado o inferido, ha involucrado a madres e hijos o hermanos maternos. No se ha observado nunca a ningún macho intentando tomar a su madre o hermana en un consorte. Debido a que la relación padre—hija no se conoce, es probable que haya ocasiones en que tales parejas vayan juntos. Pero otra vez, el hecho de que los machos mayores tienden a estar menos interesados sexualmente en hembras jóvenes de su propia comunidad puede reducir la probabilidad de consorte incestuoso de este tipo».[3]

“Young females were sometimes reluctant to respond to the courtship of much older males and they suggest that this could be another mechanism for minimizing incestuous mating”

«Las hembras jóvenes a veces son reluctantes a responder al consorte de machos mucho mayores y sugieren que esto podría ser otro mecanismo de minimizar el apareamiento incestuoso».[4]

“At Gombe there are permanent transfers, or immigrants (females who have left their natal community to join neighbouring ones), and temporary transfers, or visitors (females who visit neighbouring communities for relatively short periods, usually during consecutive periods of estrus, then return to their original social group). In addition, certain peripheral females may continues to move back and forth between communities.”

«En Gombe hay traslados permanentes, o inmigrantes (hembras que han abandonado su comunidad natural para unirse a las vecinas), y traslados temporarios, o visitantes (hembras que visitan comunidades vecinas por períodos de tiempo relativamente cortos, usualmente durante períodos consecutivos de celo, para luego regresar a sus grupos sociales originales). Además, alguna hembra de la periferia puede continuar ir y viniendo entre comunidades».[5]

“In free-living chimpanzees Jane Goodall has observed incest taboos. Mothers do not allow their sons to copulate with them, sisters do not copulate with their brothers and females do not copulate with older males in their familial group. Though none of these chimpanzees are biologically related, they have grown up in this family group and show no sexual behavior toward one another.”

«En chimpancés de vida libre, Jane Goodall, ha observado tabúes del incesto. Las madres no permiten a sus hijos aparearse con ellas, las hermanas no se aparean con sus hermanos y las hembras no se aparean con machos mayores de su grupo familiar. Aunque ninguno de estos chimpancés está emparentado biológicamente, han crecido en este grupo familiar y no han mostrado ningún comportamiento sexual uno hacia el otro».[6]

Si los miembros de una comunidad de chimpancés evitan el incesto y el fenómeno de evitar el incesto existe en el reino animal, entonces ¡¿qué es lo que evita que esté presente y generalizado en las sociedades homínidas adánicas si antes de Adán (con él sea la paz) se abstuvieron completamente de practicar el incesto?!

Especialmente con la existencia de la prevención biológica del incesto, los cuerpos constituidos con un mapa genético que contengan el gen que hace que los cuerpos eviten el incesto será el mapa genético que triunfará en la naturaleza y que la selección natural favorecerá, es decir, será el más apto para sobrevivir; porque el mapa genético que no contenga este gen estará expuesto a la desaparición y a la extinción debido a genes letales recesivos cuyos efectos aparecerán manifiestamente gracias al incesto o unión ilícita, ya que los cuerpos constituidos con un mapa genético que no contenga el gen que evita el incesto serán menos aptos que otros para criar descendencia; porque el incesto conducirá a un mayor riesgo de coincidencia de genes recesivos letales que causan la muerte dramáticamente. Por lo tanto, el mapa genético que permita el incesto perderá ante el mapa genético que no lo permita en la carrera de la evolución y la supervivencia. Así con el tiempo el mapa genético que construya cuerpos que eviten el incesto sobrevivirá. Por esto es natural que las hembras del chimpancé y el gorila, al alcanzar la pubertad, abandonen a sus familias para buscar pareja en otra familia y entre extraños.

«Un gen letal es aquel que mata a su poseedor. Un gen letal recesivo, como cualquier gen recesivo, no surte efecto a no ser en dosis doble. Los genes recesivos letales se adquieren en el acervo génico, porque la mayoría de las personas que los poseen tienen sólo una copia y por tanto nunca acusan sus efectos. Los genes letales son raros porque, si alguna vez se vuelven comunes, encuentran copias de sí mismos y matan a sus portadores.

Podría haber, sin embargo, montones de tipos diferentes de genes letales, por lo que podemos seguir quedando perplejos al respecto. Las estimaciones acerca del número de ellos que hay agazapados en el acervo génico humano varía. Algunos libros calculan unos dos genes letales por persona, por término medio. Si un hombre al azar se une a una mujer al azar, lo más probable es que los genes letales de uno y otro no se encuentren y que sus hijos no los acusen. Pero si un hermano se une con una hermana, o un padre con una hija, las cosas son tremendamente distintas. Por raros que puedan ser los genes recesivos letales en la población en general, y por raros que puedan ser los genes letales recesivos de mi hermana en la población general, existe una probabilidad extraordinariamente alta de que los suyos y los míos sean los mismos. Si se hacen las sumas, resulta que, por cada gen letal recesivo que yo poseo, si me uno a mi hermana, uno de cada ocho de nuestros descendientes nacerá muerto o morirá muy joven. Diremos de paso que morir en la adolescencia es aún más “letal”, genéticamente hablando, que morir al nacer: un feto que nace muerto no ocupa tanto tiempo vital y energía de los padres. Pero se mire como se mire, un incesto entre parientes próximos no es sólo levemente perjudicial. Es potencialmente catastrófico. La selección para la evitación activa del incesto podría ser tan fuerte como cualquier presión de selección que se haya medido en la naturaleza.

Los antropólogos que se oponen a las explicaciones darwinianas de la evitación del incesto no se dan cuenta quizás de la posición darwiniana básica a la que se enfrentan. Sus argumentos son a veces tan débiles que sugieren una desesperada petición especial. Suelen decir, por ejemplo: “Si la selección darwiniana nos hubiese dotado realmente de un rechazo instintivo al incesto, no necesitaríamos prohibirlo”. El tabú sólo surge porque la gente tiene deseos incestuosos. Como la norma que prohíbe el incesto no puede tener una función biológica, debe ser puramente “social”. Esta objeción es parecida a la siguiente: “los coches no necesitan seguro en la llave del encendido porque tienen seguro en las puertas. Por lo tanto, el seguro en el encendido no pueden ser un dispositivo antirrobo; ¡debe tener una significación puramente ritual!” A los antropólogos les gusta subrayar el hecho de que diferentes culturas tienen diferentes tabúes y, efectivamente, diferentes definiciones de parentesco. Parecen pensar que también esto socava las aspiraciones darwinianas a explicar la evitación del incesto. Pero podría decirse igualmente que el deseo sexual no puede ser una adaptación darwiniana porque culturas diferentes prefieren copular en posiciones diferentes. Me resulta muy plausible que la evitación del incesto en los seres humanos, al igual que en otros animales, sea consecuencia de una fuerte selección darwiniana.

No sólo es malo aparearse con personas genéticamente muy próximas. La reproducción muy distante también puede ser nociva debido a la incompatibilidad genética entre variedades diferentes. No es fácil predecir dónde se sitúa el intermedio ideal. ¿Debes aparearte con tu primo en primer grado? ¿O con tu primo segundo, o tercero?

Patrick Bateson ha intentado preguntar a las codornices japonesas dónde se sitúan sus preferencias a lo largo de un espectro. En un diseño experimental, denominado Aparato Ámsterdam, se invitó a estos pájaros a elegir entre miembros del otro sexo dispuestos detrás de casetas en miniatura. Los pájaros prefirieron a los primos hermanos por encima de los hermanos o de los pájaros no emparentados. Experimentos ulteriores sugieren que las codornices jóvenes aprenden los atributos de sus compañeros de nidada para luego, en una etapa posterior, tener tendencia a elegir compañeros sexuales parecidos, pero no demasiado, a sus compañeros de nido.

Las codornices, por tanto, parecen evitar el incesto por su propia carencia interior de deseo hacia aquellos ejemplares con los que se han desarrollado. Otros animales lo hacen por la observancia de leyes sociales, reglas de dispersión socialmente impuestas. Los leones macho adolescentes, por ejemplo, abandonan la manada paterna cuando las hembras de la familia les tientan, y sólo se cruzan con ellas si consiguen usurpar otra manada. En las sociedades de chimpancés y gorilas, suelen ser las hembras jóvenes las que se marchan a buscar machos en otras bandas. Ambas pautas de dispersión, al igual que el sistema de la codorniz, pueden encontrarse entre las diferentes culturas de nuestra propia especie».[7]

Es decir, que el resultado es que nosotros, biológicamente, tenemos cuerpos que están construidos para evitar el incesto. Es un resultado natural de la evolución y la supervivencia de los genes más aptos para sobrevivir en la carrera de la competencia. Que algunos animales eviten el incesto es algo demostrado experimentalmente. Con esto se demuestra la falsedad de la creencia de los judíos, los cristianos, los juristas sunníes y los juristas shiíes que les siguen con esta creencia y se demuestra la verdad, aclarada por la familia de Muhammad (con ellos sea la paz) hace más de mil años.

[1] Fuente As-Saduq, Man la yahdaru al-faqih, vol. 3, pág. 381, hadiz 4337.

[2] La Dra. Jane Goodall es una científica británica especialista en primatología, etología y antropología. Es considerada la principal experta en el mundo con respecto a los chimpancés, así como es famosa por haber estudiado durante 45 años las interacciones sociales y familiares de los chimpancés salvajes en el Parque Nacional Gombe Stream, en Tanzania.

[3] Fuente: Goodall, The Chimpanzees of Gombe: Patterns of Behavior. Dra. Jane Goodall, Los Chimpancés de Gombe: Patrones de Comportamiento: pág. 470.

[4] Fuente: Goodall, The Chimpanzees of Gombe: Patterns of Behavior. Dra. Jane Goodall, Los Chimpancés de Gombe: Patrones de Comportamiento: pág. 469.

[5] Fuente: Goodall, The Chimpanzees of Gombe: Patterns of Behavior. Dra. Jane Goodall, Los Chimpancés de Gombe: Patrones de Comportamiento: pág. 86.

[6] Sitio oficial de la universidad americana Central Washington. Central Washington University. Chimpanzee and Human Communication Institute, Frequently Asked Questions. Available at: http://www.cwu.edu/chci/frequently-askedquestions.

[7] Fuente Dawkins, El gen egoísta, págs. 293-294.


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)