• Categoría de la entrada:La ilusión del ateísmo
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La evolución o el desarrollo por la selección o elección natural tiene tres pilares que son la variabilidad, la selección y la herencia. Su delimitación interna es la variabilidad y la herencia, y su delimitación externa es la supervivencia del más apto o la selección del entorno natural del más apto. Por esto podemos decir: que el desarrollo por la selección natural consiste en un proceso legislado porque está dentro del marco de varias leyes que lo gobiernan. Entonces podemos decir: que es un proceso preciso gobernado por un estatuto de varias leyes. Demostraremos cómo es esta ley precisa y este estatuto[1] preciso, y que debe haber un legislador que lo haya elaborado para alcanzar un propósito determinado y específico, si Dios quiere.

La selección natural es a través del medio ambiente, puede ser a través de la naturaleza circundante como las condiciones meteorológicas de calor, frío, humedad, nieve, aguas profundas o poco profundas, aguas potables o lodosas, puede ser a través de la hostilidad, es decir, por medio de comer o ser devorado, o por voluntad, tal como la selección sexual.

La selección de las condiciones meteorológicas y naturales es algo que se debe a unas leyes físicas que tienen un efecto en la Tierra y en el universo como conjunto, y estas leyes son claramente evidencia de un legislador.

Con respecto a la selección natural basada en el mecanismo de selección por la hostilidad, es decir, la hostilidad por comer o ser devorado, también está legislada y es evidencia de un legislador, pues a nivel de los herbívoros, estos han desarrollado un sistema de digestión y nutrición adecuados para su alimentación y las plantas también han desarrollado instrumentos de defensa como las espinas. A nivel de los carnívoros, estos han desarrollado mecanismos de caza como la velocidad, los colmillos, el poder de visión y el camuflaje, mientras que la presa desarrolló su capacidad para camuflarse, moverse rápido y elegir los momentos adecuados para alimentarse. Por lo tanto, encontrará que los seres vivos se fortalecen unos a otros y evolucionan unos por otros. Esto es algo que, como unidad integral, no puede ser llamado aleatorio. Al contrario, representa una organización legislada y, por consiguiente, es evidencia de un organizador y legislador.

En cuanto a la selección sexual, pues es, por ejemplo, cuando las hembras de algunas aves eligen al macho que se destaca por las plumas más largas o los colores más brillantes.

Cuando vemos un instrumento compuesto y complejo como el telescopio o el microscopio, concluimos en que hubo un diseñador que lo fabricó y una ley que reguló la fabricación de este instrumento compuesto. Así que no es razonable que no juzguemos de la misma manera cuando vemos otro instrumento compuesto y complejo que se le parece en cierta medida, como el ojo. Dejaré la descripción del ojo del biólogo ateo Richard Dawkins para que nos describa el ojo como lo ve un especialista:

«Este nivel de magnificación muestra el ojo como un instrumento óptico. La semejanza con una cámara fotográfica es obvia. El diafragma del iris es responsable de la constante variación de la apertura, el “stop f”. El cristalino, sólo una parte de un sistema lenticular compuesto, es el responsable del enfoque variable. La distancia focal se cambia comprimiendo el cristalino por acción de los músculos (o en los camaleones moviendo el cristalino hacia adelante o hacia atrás, como en las cámaras hechas por el hombre). La imagen se proyecta sobre la retina, en la parte posterior, donde excita las fotocélulas. Las células sensibles a la luz (“fotocélulas”) no son lo primero con lo que se encuentra la luz, sino que están sepultadas en el interior, enfocadas en sentido contrario a la luz… La primera cosa que encuentra la luz es, de hecho, la capa de células ganglionares que constituye la «interface electrónica» entre las fotocélulas y el cerebro. En realidad, las células ganglionares tienen la responsabilidad de preprocesar la información con medios sofisticados, antes de transmitírsela al cerebro y, de alguna manera, la palabra «interface» no hace justicia a esto. “Procesador periférico” podría ser un nombre más adecuado. Las conexiones de las células ganglionares discurren a lo largo de la superficie de la retina hasta la «mancha ciega», donde se sumergen a través de la retina para formar el tronco del cable principal hacia el cerebro, el nervio óptico. Hay alrededor de tres millones de células ganglionares en la “interface electrónica”, que recogen datos de unos 125 millones de fotocélulas… Según se contempla su fina arquitectura, hay que recordar que toda esa complejidad se repite 125 millones de veces en cada retina. Y que complejidad similar se repite billones de veces en cualquier parte de la unidad corporal. La cifra de 125 millones de fotocélulas es unas 5.000 veces el número de puntos que pueden resolverse separadamente en una fotografía periodística de buena calidad. Las membranas plegadas… son las estructuras que recogen la luz. Su estructura en capas aumenta la eficacia de la célula para capturar fotones, las partículas fundamentales de las que está formada la luz. Si un fotón no es capturado por la primera membrana, puede ser capturado por la segunda, etc. El resultado es que algunos ojos son capaces de detectar un solo fotón. Las emulsiones fotográficas más rápidas y sensibles utilizadas por los fotógrafos necesitan unos 25 veces más fotones para detectar un punto de luz. Los objetos de forma alongada situados en la parte media de la célula son, en su mayoría, mitocondrias… Cada una puede imaginarse como una factoría química que, en el proceso de distribuir su producto primario, la energía utilizable, procesa más de 700 sustancias químicas diferentes, en largas y entrecruzadas cadenas de montaje extendidas a lo largo de la intrincada superficie de sus membranas internas plegadas… Cada núcleo, como veremos en el capítulo 5, contiene una base de datos codificada digitalmente mayor, en contenido de información, que los 30 volúmenes de la Enciclopedia Británica juntos. Y esta cifra es para cada célula, no para todas las células del cuerpo juntas… Cuando uno come un trozo de carne, se está destruyendo el equivalente a más de 100.000 millones de copias de la Enciclopedia Británica».[2]

Este ensamblado, esta complejidad y esta organización precisa obligaron al Dr. Richard Dawkins —a pesar de ser ateo—, a admitir que hay una organización y que no hay ninguna aleatoriedad o coincidencia en todo este ensamblado y toda esta complejidad increíbles y hermosos, sin embargo, como es ateo, dividió los mecanismos de la evolución para debilitar los indicios de esta, de que la evolución como conjunto está sujeta a una ley y tiene un propósito, negando el propósito.

Todo esto para decir: que hay un fabricante de relojes compuestos y complejos que fabrica según una ley precisa. Sí, pero Dawkins, como no quiere ver el propósito dijo: que este fabricante no es consciente, sino ciego y, por consiguiente, es la naturaleza, nada más. La realidad es que Dawkins, al admitir la ley, se ha obligado inevitablemente a reconocer al legislador, y a un legislador consciente. Con esto queda demostrado que hay un fabricante consciente o dios. En cuanto a la cuestión del propósito al cual está ciego el Dr. Dawkins pues, ya lo hemos explicado anteriormente y lo explicaremos en detalle más adelante, si Dios quiere.

Ilustración 8: Etapas de la evolución del ojo

Fuente:[3] Nilsson et al., A pessimistic estimate of the time required for an eye to evolve

Ilustración 9: Etapas de la evolución del ojo, así como también el número de generaciones esperadas para cada etapa de la evolución

Fuente:[4] Curt Deckert, PhD., Eye Design Book

Cuando observamos el sonar o el ultrasonido, concluimos en que hay un diseñador que fabricó este instrumento complejo y compuesto que puede detectar submarinos en las profundidades de los océanos y gravas en la vesícula biliar del ser humano. Entonces, ¿es razonable que al ver el sonar presente en el delfín o el murciélago no juzguemos de la misma manera? Pues los delfines atlánticos pueden distinguir la forma y pueden distinguir la distancia entre los objetivos muy cercanos unos de otros, y el sonar (ultrasonido) de alta tecnología presente en los murciélagos les permite moverse en la noche, superar los obstáculos con toda agilidad, les permite distinguir entre la frecuencia del eco propio y la frecuencia del eco de otros murciélagos o ruidos. Los murciélagos por medio del sonar propio pueden cazar su presa de noche con toda facilidad ya que algunas especies de murciélagos —como el murciélago de herradura— tienen la capacidad de calcular la velocidad relativa de movimiento entre sí —mientras vuela— y su presa en movimiento en función del efecto Doppler, es decir, que utiliza una tecnología de radar más desarrollada que la tecnología de radar de tránsito fijo que calcula la velocidad de movimiento de un automóvil por la carretera. Además de todo esto, los murciélagos han evolucionado su sonar millones de años antes de nosotros.

Entonces si decimos que el sonar de un barco, el sonar de un médico o un radar de tránsito fue diseñado por un diseñador de acuerdo a una ley precisa y bien concebida para cumplir con el propósito para el cual fue fabricado, entonces debemos decir: que el sonar del murciélago ha sido diseñado por un diseñador de acuerdo a una ley precisa también, para cumplir con el propósito para el cual fue fabricado, con toda eficacia como vemos, pues los murciélagos utilizan la alta tecnología de la ecolocalización. El biólogo Dr. Dawkins dice:

«Estos murciélagos son como aviones espía en miniatura, repletos de instrumentos sofisticados. Sus cerebros son paquetes de electrónica mágica miniaturizada delicadamente sintonizada, programada con el complejo software necesario para decodificar un mundo de ecos en tiempo real. Sus caras están con frecuencia distorsionadas en forma de gárgolas, y nos parecen feas hasta que nos damos cuenta para lo que son: instrumentos diseñados de forma exquisita para emitir ultrasonidos en la dirección deseada».[5]

Por lo tanto, el sonar en los murciélagos confirma una importante realidad que es que no ha sido fabricado por aleatoriedad, sino que hay una organización y una ley que regula su fabricación y perfecciona su creación para cumplir con el propósito de la mejor manera.

Hay una conclusión importante a la que llegó Darwin después de discutir lo que trata sobre los instintos y su evolución:

«es muchísimo más satisfactorio considerar instintos, tales como el del cuclillo joven, que expulsa a sus hermanos adoptivos;[6] el de las hormigas esclavistas; el de las larvas de icneumónidos, que se alimentan del cuerpo vivo de las orugas, no como instintos especialmente creados o fundados, sino como pequeñas consecuencias de una ley general que conduce al progreso de todos los seres orgánicos; o sea, que multiplica, transforma y deja vivir a los más fuertes y deja morir a los más débiles».[7]

Esta conclusión a la que llegó Darwin representa un informe claro de que la teoría de la evolución, por sí misma, indica la existencia de un dios; porque la teoría de la evolución, según la conclusión adelantada por Darwin, es una expresión precisa de una ley de desarrollo que no podemos, al verla, pasar por alto u olvidar que detrás de ella, hay un legislador consciente, sabio y juicioso, es más, que tiene un propósito con todo el sentido de la palabra —como aclararemos— y con esto se demuestra, sin ninguna duda, la existencia de un dios.

El Dr. Richard Dawkins también dice:

«Dado que la complejidad de los seres vivos encarna la antítesis total del azar, si se piensa esto del darwinismo, ¡resultará fácil refutarlo! Una de mis tareas consistirá en destruir este mito tan ampliamente extendido de que el darwinismo es una teoría de «azar».[8]

Aquí Dawkins determina: que la selección natural está legislada y que jamás es aleatoria, sino que hay una organización que la gobierna. Pero Dawkins, por considerarse ateo, niega el propósito y cree que negando el propósito después de haber reconocido la ley y la organización será suficiente para negar la existencia de un dios legislador y organizador.

El Dr. Richard Dawkins dice:

«Paley[9] compara el ojo con un instrumento diseñado como el telescopio, para concluir que «existen exactamente las mismas pruebas de que el ojo fue hecho para la visión, como de que el telescopio fue hecho para ayudarle en su función». Por lo tanto, el ojo debe haber tenido un diseñador, de la misma forma que lo tuvo el telescopio. El argumento de Paley está formulado con una sinceridad apasionada e ilustrado con los conocimientos biológicos más avanzados de su tiempo, pero es erróneo, gloriosa y rotundamente erróneo. La analogía entre el telescopio y el ojo, entre un reloj y un organismo vivo, es falsa. Aunque parezca lo contrario, el único relojero que existe en la naturaleza es la fuerza ciega de la física, aunque desplegada de manera especial. Un verdadero relojero tiene una previsión: diseña sus engranajes y muelles, y planifica las conexiones entre sí, con una finalidad en mente. La selección natural, el proceso automático, ciego e inconsciente que descubrió Darwin, y que ahora sabemos que es la explicación de la existencia y forma de todo tipo de vida con un propósito aparente, no tiene ninguna finalidad en mente. No tiene mente ni imaginación. No planifica el futuro. No tiene ninguna visión, ni previsión, ni vista. Si puede decirse que cumple una función de relojero en la naturaleza, ésta es la de relojero ciego».[10]

Como está completamente claro, Richard Dawkins reconoce que hay un producto complejo, que hay una ley para la fabricación y que hay un fabricante, simplemente no ve el propósito pues dice: que el fabricante no tiene ningún propósito. Por consiguiente, determina que el fabricante no es consciente de lo que hace y que por lo tanto es la naturaleza nada más. Por esto Dawkins niega la existencia de un dios. Sin embargo, como supongo que el Dr. Dawkins es considerado un biólogo competente —y no un filósofo como algunos quieren describirlo— ha sido muy pasado por alto, pues su reconocimiento de la existencia de una ley y de la existencia de un producto complejo sujeto a una ley basta como evidencia de un legislador y un fabricante consciente. Que él no vea el propósito no significa que no exista un propósito, pues inevitablemente necesita demostrar la inexistencia del propósito para negarlo y esto es lo que no puede, demostrarlo, como nosotros hemos demostrado y seguiremos demostrando el propósito, si Dios quiere, cerrando con esto, cualquier acceso del ateísmo en términos de selección natural.

«La utilización de sonidos y ecos por los murciélagos es solo uno de los miles de ejemplos que podría haber escogido para insistir sobre el lema del buen diseño. Desde un punto de vista práctico, los animales parecen haber sido diseñados por un ingeniero o un físico teóricamente sofisticado e ingenioso, pero no hay evidencia de que los propios murciélagos comprendan la teoría en el mismo sentido en que lo hace un físico. Hay que pensar en un murciélago como algo análogo al instrumento de control de radar de la policía, y no a la persona que lo diseñó. El diseñador del radar que usa la policía para medir la velocidad comprendió la teoría del efecto Doppler, y la expresó en ecuaciones matemáticas, escritas explícitamente sobre un papel. La comprensión del diseñador está incorporada en el diseño del instrumento, pero el instrumento no comprende por sí mismo cómo funciona. El instrumento contiene componentes electrónicos conectados de manera que comparan dos frecuencias de radar automáticamente, y convierten el resultado en unidades prácticas: kilómetros por hora. Los cálculos implicados son complejos, pero se hallan dentro de las posibilidades de una cajita de modernos componentes electrónicos conectados correctamente. Está claro que un cerebro consciente sofisticado realizó las conexiones (o, por lo menos, diseñó el circuito), pero no hay ningún cerebro consciente implicado en el funcionamiento de la caja minuto a minuto. Nuestra experiencia de la tecnología electrónica nos ayuda a aceptar la idea de que una maquinaria inconsciente pueda comportarse como si comprendiese ideas matemáticas complejas. Esta idea es directamente transferible al funcionamiento de la maquinaria viviente. Un murciélago es una máquina, cuya electrónica interna está tan bien conectada que los músculos de sus alas le hacen dar en el blanco de un insecto, como un misil dirigido inconsciente da en el blanco de un avión. Hasta aquí nuestra intuición, derivada de la tecnología, es correcta. Pero nuestra experiencia tecnológica nos prepara también para ver la mente de un diseñador consciente, con una finalidad, en la génesis de esta sofisticada maquinaria. Es esta segunda intuición la que resulta errónea en el caso de la maquinaria viva. En este caso, el «diseñador» es la selección natural inconsciente, el relojero ciego».[11]

La realidad es que todo el que lea las palabras anteriores del doctor Dawkins comprenderá que este científico especialista reconoce que el sonar natural del murciélago indudablemente es el resultado de una ley y un legislador. Si se añade al sonar natural que tiene el murciélago, la interacción de un alto grado de exactitud con los demás órganos del murciélago como las alas, entonces la cuestión de la legislación queda confirmada cien por ciento.

Por lo tanto, Dawkins reconoce al diseñador, pero niega que el diseñador tenga una finalidad. Por eso llama a este diseñador “el relojero ciego”. El doctor Dawkins se refiere a todo lo que significan estas palabras con todas las contradicciones que esto conlleva sosteniendo que su libro El relojero ciego resuelve esta contradicción.

Y en realidad no resuelve nada, sino que es solamente un intento por dividir una enorme fábrica o una enorme industria (la evolución) en etapas, con pequeñas fábricas o pequeñas líneas de producción durante el proceso de estudio de esta enorme fábrica o enorme industria, para ocultar el propósito de esta enorme industria o enorme fábrica, por medio de esta fragmentación.

Un ejemplo: de la misma forma que ellos hacen se puede dividir cualquier industria para decir que no tiene el objetivo de alcanzar ningún propósito final, pues en la industria de la lana o el algodón, si quisiéramos hacer un seguimiento de la limpieza, de la elaboración del algodón o de la lana para el hilado, quien vea el proceso desde afuera como en partes, plantas industriales o líneas de producción separadas puede decir: esta industria no tiene el objetivo de alcanzar ningún propósito final desde el principio, todo lo que hay son propósitos a corto plazo en cada línea de producción y la línea siguiente se beneficia del propósito de la línea anterior.

Lo que sucede en el primer paso, por ejemplo, es un proceso de limpieza, preparación y clasificación del material útil del que no es útil. Luego, la fábrica textil aprovecha uno de los productos aptos del taller de limpieza y preparación para la hilatura, y realiza su hilado en diferentes medidas. Cada medida puede ser utilizada en un taller textil diferente. Después, una fábrica textil determinada elige un tipo de hilado específico del producto y realiza con él la producción de una tela determinada. Finalmente, un taller de costura elige una tela específica para producir una camisa en particular. Entonces, quien observa cada línea por separado puede decir: que el proceso no tiene ningún propósito a largo plazo y que el producto final es un efecto secundario involuntario, de la misma manera que el doctor Dawkins. Sin embargo, quien observa el proceso como un trabajo integral puede tener claramente la visión del propósito desde el principio que es llegar a la producción de ropa, mantas y cortinas. Que el proceso industrial tenga muchas ramificaciones, propósitos a corto plazo, pérdidas y material defectuoso durante el curso de la fabricación no menoscaba nuestra visión del propósito final.

[1] Todo estatuto jurídico, ya sea un estatuto para gobernar un estado o un estatuto de un trabajo determinado tiene varias leyes. A veces —en ciertos aspectos— estas leyes se oponen. Por esto, una de ellas se aplica y la otra se interrumpe en parte, o las dos se aplican de manera parcial, o ambas se interrumpen y dan lugar a una tercera ley en este estatuto para solucionar este problema estatutario y así sucesivamente. Por lo tanto, un estatuto es un conjunto de leyes para la realización de una determinada actividad. Por eso no se puede criticar el estatuto y considerar que no tiene un propósito basándose en un contacto parcial excepcional determinado causado por una falta de aceptación ni por la existencia de un problema con el donante o fabricante original.

[2] Fuente: Dawkins, El relojero ciego, págs. 17-18.

[3] Fuente: Nilsson D & Pelfer S., A pessimistic estimate of the time required for an eye to evolve. Biological Sciences Vol 256:1345. Apr 1994, PP 53-58. Available at:

http://philoscience.unibe.ch/documents/educational_materials/Nilsson1994/Nilsson1994.pdf

[4] Fuente: Curt Deckert, PhD., Eye Design Book. Available at:

http://eyedesignbook.com/ch6/fig6-01cBG.jpg

[5] Fuente: Dawkins, El relojero ciego: pág. 24.

[6] Las hembras del cuclillo colocan sus huevos en los nidos de otras aves. Cuando el polluelo del cuclillo rompe el cascarón, realiza directamente un proceso instintivo que es lanzar los huevos que están en el nido fuera de éste y lanzar cualquier otro polluelo que esté presente o esté rompiendo con él el cascarón antes de que se vaya del nido. Con esto toma control del nido. El ave incubadora lo alimentará y lo criará, creyendo que es su polluelo cuando es el polluelo del cuclillo que ha matado a los polluelos de esta ave arrojando sus huevos fuera del nido.

[7] Fuente: Darwin, El origen de las especies, pág. 131

[8] Fuente: Dawkins, El relojero ciego

[9] William Paley (1743-1805) es conocido por ser un famoso teólogo del siglo XVIII. Publicó el libro “Teología Natural” en 1802 y aquí, Dawkins se refiere a las secciones de este libro.

[10] Fuente: Dawkins, El relojero ciego, pág. 21.

[11] Fuente: Dawkins, El relojero ciego, pág. 58


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)