Incluyen:
Las creencias correctas:
La fe en la existencia de un creador y su unicidad, en la confirmación de sus profetas, mensajeros y sus albaceas (a), en la justicia, la predestinación, el destino, el cambio del destino, el Paraíso y el fuego, en la infalibilidad de los sucesores de Dios en su Tierra (a), en los ángeles, en lo oculto y todo lo que han informado los profetas, los mensajeros y sus albaceas (a). Lo único que tenemos que hacer es asirnos a sus anexos y reivindicar sus huellas. Dijo el Altísimo: {Di: «si amáis a Dios entonces seguidme, que os amará Dios y os perdonará vuestros pecados, y Dios es Perdonador, Misericordiosísimo»}.[1]
De Zurara, que dijo: se le preguntó a Abu Abdulá (a) sobre el comienzo del linaje de Adán, sobre cómo fue, y sobre el comienzo del linaje de la descendencia de Adán. Pues tenemos gente que dice: que Dios, Poderoso y Glorioso, inspiró a Adán a casar a sus hijas con sus hijos y que toda esta creación se originó de hermanos y hermanas.
Entonces Abu Abdulá (con él sea la paz) dijo: “Dios está muy por encima de eso”. Dijo: “Quien dice esto está diciendo que Dios, Poderoso y Glorioso, ha creado lo mejor de su creación, ¡sus amados, sus profetas, sus mensajeros, los creyentes, las creyentes, los musulmanes y las musulmanas de lo ilícito!, ¡y que no tiene el poder de crearlos de lo lícito!, cuando ya ha aceptado con ellos el pacto de lo lícito y de la pureza inmaculada. Por Dios, me he enterado de una bestia que había desconocido a su hermana y se apareó con ella. Al descubrirlo y saber que era su hermana se arrancó los genitales con los dientes y luego cayó muerta. Y otra que se había apareado con su madre hizo lo mismo al enterarse. Entonces ¿qué haría un hombre con su humanidad, superioridad y ciencia! Es solo que una generación de esta creación —que veis— prefirió alejarse de la ciencia de la gente de las casas de sus profetas, y tomaron de dónde no se les había ordenado tomar, llegando a lo que veis, la perdición y la ignorancia por la ciencia, cómo fueron las cosas en el pasado, desde el comienzo que Dios ha creado lo que ha creado y lo que siempre ha sido”.
Luego dijo: “¡Ay de ellos!, ¿cómo se alejaron tanto de lo que no difirieron ni los juristas de la gente del Hiyaz ni los juristas de la gente de Iraq, en que Dios, Poderoso y Glorioso, ordenó al cálamo escribir sobre la tabla preservada lo que fue y será hasta el Día de la Resurrección mil años antes de crear a Adán? Que en todas las escrituras de Dios por las que pasó el cálamo está la prohibición de las hermanas a los hermanos junto con lo que es ilícito. Nosotros ya vemos esto en cuatro de estas famosas escrituras de este mundo, la Torá, el Evangelio, los Salmos y el Corán. Dios las hizo descender de la tabla preservada sobre sus mensajeros, las salutaciones de Dios sean con todos ellos. La Torá a Moisés (con él sea la paz), los Salmos a David (con él sea la paz), el Evangelio a Jesús (con él sea la paz) y el Corán a Muhammad (las salutaciones de Dios sean con él y su familia), y a los profetas (con ellos sea la paz). Y realmente no hay ninguna permisibilidad de nada de eso. Yo digo: quien dice esto o algo parecido no busca sino fortalecer los argumentos de los magos. ¿Qué tienen? Que Dios los combata…”[2]
La alabanza a Dios que los expuso y los humilló por su ignorancia y su terquedad con los veraces de la familia de Muhammad (a), ya que han puesto a los profetas (a) como a hijos de la fornicación y ellos lejos están de eso. Que Dios ennegrezca el rostro de cada uno que enfrente a los veraces de la familia de Muhammad (a), que diga conocer la tradición del Mensajero, lo explícito del libro y lo alegórico de él, que se auto designe imam invitando al fuego con los asuntos de la religión como hicieron los omeyas, los abasidas y los que les siguieron en los asuntos religiosos. Hoy ya no queda excusa para sus seguidores excepto la obstinación y la soberbia, o decir: “es una cabra” ¡aunque vuele!
El puntal de las creencias al que la fe obliga es lo que hay al final de la sura de “La vaca” y es en lo que tenía fe el Profeta (s):
La fe en Dios, en los ángeles, en los libros celestiales y en los mensajeros, es igual que sean profetas o albaceas, o cualquier enviado de Dios, Glorificado sea, aunque fuera sólo un enviado para el liderazgo terrenal, como Saúl (a).
Así pues, cada musulmán debe tener fe en Dios, Uno, Único, Singular, Eterno, tener fe en la profecía de Muhammad (s) y tener fe en los ángeles, en los libros, en los profetas del pasado, en sus albaceas y en sus leyes, y respetarlas, aunque estén abrogadas, porque un día fueron una ley de Dios sobre esta Tierra. El musulmán debe tener fe en los doce albaceas (a) del Profeta Muhammad (s), y aceptar todo lo correcto que ellos (a) informaron. Asimismo, el musulmán debe tener fe en el Doceavo Albacea de los albaceas de Muhammad (a), que es el Imam Muhammad Bin Al-Hasan Al-Mahdi (a), que está vivo sustentándose hasta hoy y que se levantará con la espada como se levantó su abuelo (a). El musulmán debe serle leal, genuino con él y ponerlo a él antes que a sí mismo, que a sus bienes o a sus hijos. Debe trabajar para propagar su palabra, para difundir su misión y la injusticia que sufrió, y preparar su (a) estado. Ser enemigo de sus enemigos, los imames de la tiranía que dominan esta nación, y de sus infieles asistentes y soldados, que salieron del valiato de Dios para ir al valiato de Iblís (el maldito). Y el creyente no debe temer al número de ellos ni a su equipo.
Dijo el Altísimo: {Y tramaron un ardid, y nosotros tramamos un ardid y ellos no lo percibieron * Así pues, observa cómo fue el final de su ardid, que los hemos destruido a ellos y a su gente, juntos * Pues esas son sus casas, ruinas por lo que oprimieron. Ciertamente, en esto, hay una señal para un pueblo que sabe}.[3]
Los estatutos:
En cuanto a los estatutos, pues son el conjunto de leyes que trajeron los profetas y los enviados de parte de Él, Glorificado sea, encomendados a los siervos. Talvez algunos hayan sido abrogados, u otros hayan sido legislados con el correr del tiempo, de acuerdo con la ciencia del Juicioso Informado, con los cuales corrige la situación de los siervos y de los países en cada época. No es correcto que se abrogue, que se cambie o se añada excepto en la misión de un advertidor infalible que hable en nombre de Dios y actúe bajo su mandato. Quien quiera ir más allá de eso va por mal camino. Si observamos las leyes celestiales y los estatutos divinos encontramos que las aplica alguien así, y que solamente él es el reformador de los espíritus, los cuerpos, los países y la economía. Así que quien legisle, cambie, abrogue o añada leyes sin ser de los infalibles que hablan de parte de Dios, habrá pretendido ser un dios y que la creación debe adorarlo, aunque no lo declare con sus palabras. El Corán ya ha declarado que los judíos servían a sus rabinos y sacerdotes en lugar de a Dios; porque ellos les hacían lícito lo ilícito y les hacían ilícito lo lícito, y les obedecían. De Abu Yafar (a), en la interpretación de lo que dijo el Altísimo: {Han tomado a sus rabinos y a sus monjes como señores en lugar de a Dios}.[4] Dijo (a): “con respecto a sus rabinos y a sus monjes, ellos les obedecen, adoptan sus palabras, siguen lo que les ordenan, y han hecho su religión sobre lo que ellos les han invitado. Así pues, les han tomado como señores y les han obedecido, han abandonado lo que ordenó Dios, así como a sus libros y mensajeros. Lo han desestimado tras sus espaldas. Lo que les han ordenado los rabinos y los monjes lo han seguido. Los han obedecido a ellos y han desobedecido a Dios. Y esto está mencionado en nuestro libro, para que aprendamos de ellos…}.[5]
Por lo tanto, toda creencia en la que crea el ser humano, si no la toma de un infalible que la traiga de parte de Dios, será adoración a otro en lugar de a Dios. Cada estatuto de la ley que el ser humano ponga en práctica, si no la toma de un infalible que la traiga de parte de Dios, será una adoración a esa persona que la prescribió y la legisló; porque pretende ser un dios, mientras que los mismos infalibles no transmiten sino el estatuto de la ley de Dios.
El Imam As-Sadiq (a), en su famosa carta a los shiíes, dijo: «oh vosotros, brigada exitosa, Dios ha completado para vosotros el bien que os ha dado. Sabed que no hay en la ciencia de Dios ni en su orden, que uno adopte algo de la creación de Dios en su religión por deseo, opinión o criterios. Dios ya ha hecho descender el Corán y ha puesto en él explicaciones de cada cosa. Ha puesto gente para el Corán y para enseñar el Corán. La gente de la ciencia del Corán, a la que Dios le ha enseñado su ciencia, no puede adoptar algo por deseo, opinión o criterios. Dios los ha enriquecido por encima de eso con la ciencia que les ha dado y por asignársela a ellos. La colocó junto a ellos como generosidad de Dios para honrarlos. Ellos son la gente del recuerdo que Dios ordenó a esta nación preguntar. Ellos son los que si alguno les pregunta —ya estaba en la ciencia de Dios el creerles y seguir sus huellas— lo guían, le dan de la ciencia del Corán lo que lo guiará a Dios con su permiso y a todos los caminos de la verdad. Ellos son aquellos a los que nadie evita, ni a sus asuntos, ni a su ciencia —con la que Dios los honró al colocarla junto a ellos— excepto aquel que en la ciencia de Dios se ha dejado superar por la ruindad durante el origen de la creación, poniéndose bajo la oscuridad, esos que evitan preguntar a la gente del recuerdo a la que Dios entregó la ciencia del Corán y ordenó preguntarle. Esos son los que han tomado sus deseos, sus opiniones y sus criterios hasta que el demonio entró en ellos; porque han puesto a la gente de fe en la ciencia del Corán de Dios, como a infieles, y han puesto a la gente que se desvió de la ciencia del Corán de Dios, como a creyentes. Hasta han prohibido muchas cosas que Dios ha permitido y han permitido muchas cosas que Dios ha prohibido.
Este es la raíz del fruto de sus deseos. Antes de morir, el Mensajero de Dios (s) había hecho una alianza con ellos. Y ellos dijeron: “nosotros, después de que Dios, Poderoso y Glorioso, se llevó a su Mensajero, tenemos permitido adoptar opiniones en torno a lo que acuerden los hombres”. Esto fue después de que Dios, Poderoso y Glorioso, se llevó a su Mensajero (s) y después de la alianza que hizo con nosotros y nos ordenó cumplir. Se opusieron a Dios y a su Mensajero (s), y no hay nadie más osado contra Dios ni perdición más clara que la de quien obra así, alegando que se le permitió.
Por Dios, que su creación debe obedecerle y seguir sus mandamientos durante la vida de Muhammad (s) y después de su muerte. ¿Acaso esos enemigos de Dios pueden aseverar que alguno que se haya islamizado con Muhammad (s) acepte sus palabras, opiniones y criterios? Pues si dicen que sí, habrán mentido sobre Dios y se habrán extraviado. Y si dicen que no, nadie debería aceptar sus opiniones, deseos y criterios. Habrán reconocido la prueba contra sí mismos y terminarán alegando que a Dios se lo obedece y su mandamiento se sigue, incluso después de la partida del Mensajero de Dios (s). Ya lo ha dicho Dios y su palabra es la verdad: {Y no es Muhammad sino un mensajero. Pasaron antes de él, mensajeros. ¿Acaso pues, si muere o es matado volveréis sobre vuestros talones? Y quien vuelva sobre sus talones no dañará a Dios en nada, y recompensará Dios a los agradecidos}.[6] Esto es para que sepáis que a Dios se lo obedece y sus mandamientos se siguen durante la vida de Muhammad (s) y después de que Dios se llevó a Muhammad (s). Así como no hubo ningún hombre junto a Muhammad (s) que adoptara sus propios deseos, opiniones o criterios, oponiéndose a la orden de Muhammad (s), tampoco hay ningún hombre después de Muhammad (s) que adopte sus propios deseos, opiniones o criterios».[7]
Y si los imames (a), que con su intelecto y ciencia completos de lo explícito y lo alegórico del libro, de su revelación e interpretación, no tienen dictámenes, sino que citan a Dios y a su Mensajero (a), entonces ¿cómo es que lo hacen otros de menor intelecto e ignorando lo explícito, lo alegórico, la revelación y la interpretación?
Cuando Abu Hanifa fue a lo del Imam As-Sadiq (a), éste le dijo: «oh Abu Hanifa, ¡¿conoces el libro de Dios como hay que conocerlo?! ¡¿Conoces lo abrogado y lo que abroga?!» Dijo: «Sí». Dijo (a): «oh, Abu Hanifa, has pretendido tener esta ciencia y ay de ti, pues Dios sólo se la ha dado a la gente del libro sobre la que descendió. Ay de ti, pues esto es sólo algo particular del linaje de nuestro Profeta (s). Dios no te ha hecho heredero ni de una letra de su libro. Así que si es como tú dices, y no es como tú dices, infórmame…».[8]
[1] Sagrado Corán – sura «Al Imran» (La familia de Imrán), 31.
[2] Alal ash-Sharai, vol. 1, pág. 19.
[3] Sagrado Corán – sura «An-Naml» (Las hormigas), 50-52.
[4] Sagrado Corán – sura «Al-Tauba» (El arrepentimiento), 31.
[5] Tafsir Al-Qummi, vol. 1, pág. 289, Bihar al-Anwar, vol. 9, pág. 212.
[6] Sagrado Corán – sura «Al Imran» (La familia de Imrán), 144.
[7] Al-Kafi, vol. 8, pág. 5-6, Wasail Ash-Shia, vol. 27, pág. 37, Bihar Al-Anwar, vol. 75, pág. 213.
[8] Alal Ash-Sharai, vol. 1, pág. 90, Wasail Ash-Shia, vol. 27, pág. 48.
Extracto del libro El becerro de Ahmed Alhasan (a)