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En nombre de Dios, el Misericordioso, el Misericordiosísimo

Y la alabanza a Dios, Señor de los mundos

Y bendiga Dios a Muhammad y a la familia de Muhammad, los Imames y los Mahdis y les dé paz en entrega

La paz sea con vosotros y la misericordia de Dios y Sus bendiciones

Parece que hay quienes les cuesta entender mi cita de las palabras del Comandante de los Creyentes (las bendiciones de Dios sean con él), «Por Dios, que estaré en paz mientras estén en paz los asuntos de los musulmanes y no haya en ellos opresión sino en contra mío en particular, en procura de la recompensa de ello y Su favor, y en abstinencia de aquello por lo que competís de su ornato y esplendor». Aunque está claro, es una explicación del motivo de que yo intervenga en asuntos públicos, especialmente cuando se trata de injusticia contra la gente, y como es evidente por todo lo que he dicho desde hace casi un año, mi enfoque ha estado en las manifestaciones pacíficas y en reclamar derechos, nada más que esto.

Sabemos que aquellos que viven sus vidas exclusivamente lejos de la vida de los pobres, los hambrientos y los huérfanos talvez no entiendan o no les importe estas palabras. Pero estamos en contacto estrecho y continuo con miles de huérfanos, la mayoría de los cuales han quedado huérfanos por el fracaso de la administración del país y vemos la situación de estos huérfanos y pobres que a veces no pueden ni cubrir las más básicas necesidades de la vida. Y nosotros, aunque nos encargamos de miles de ellos, somos incapaces de mantener a otros miles que necesitan nuestro cuidado o una pequeña suma de dinero que cubra algo de las necesidades de su vida diaria. También estamos en contacto estrecho con enfermos. Podemos ayudar a algunos pero somos incapaces de ayudar a muchos de ellos, y los vemos sufrir y morir sin atención alguna del gobierno fracasado que les ha dificultado hasta el tratamiento médico.

Hay mucho más para decir, queridos, pero en resumen, vemos el dolor que sufren muchas personas en Iraq, y por eso nos vemos obligados a hablar, pues ni nuestra religión, ni nuestra ética, ni nuestros principios nos permiten guardar silencio. Por eso hemos alentado y seguimos alentando las manifestaciones pacíficas para reclamar derechos.