Al principio, el espíritu de santidad y el espíritu de fe estaban juntos en el barro ascendido, y la primera alma humana fue creada. Luego, a partir de esta primera alma, vinieron las otras almas humanas, así que estas otras almas son una especie de imagen de la primera alma humana. En ella se manifiesta el barro, junto con los deseos y la fuerza física que contiene. En ella se manifiesta el espíritu de fe y el espíritu de santidad, {y por un alma y lo que la niveló * y le infundió su inmoralidad y su devoción * ya ha triunfado quien la ha purificado * y ya ha fallado quien la ha echado a perder}, Sagrado Corán – sura “Ash-Shams” (El Sol), 7-10.

Así pues, para cada ser humano hay un alma y esta alma en este mundo material es una especie de espejo en el que se refleja el espíritu de fe y el espíritu de santidad. Esta alma tiene tres espíritus que son: “espíritu de vida, de fuerza y de deseo”. Cada uno de estos espíritus es el alma humana, puesto que están orientados en esta dirección y cumplen esta función. Si imaginamos al alma como a una fábrica, cada uno de estos espíritus sería una parte de ella y entre ellos se complementarían para que la fábrica produzca. Por ejemplo, el espíritu de vida sería la energía eléctrica de la fábrica. El espíritu de fuerza serían los motores que marchan gracias a la energía eléctrica o espíritu de vida. Y el espíritu de deseo serían las máquinas que funcionan gracias a los motores.

La existencia por sí misma del alma no implica que el ser humano tenga un espíritu verdadero, porque el espíritu verdadero empieza a partir del Segundo Cielo. O sea, el alma debe elevarse al Segundo Cielo hasta obtener el espíritu verdadero. Sí, puede ser llamada espíritu, incluso en el Primer Cielo, considerando que su manifestación proviene del Reino Superior o del espíritu verdadero y que sus tres espíritus (el espíritu de vida, de fuerza y de deseo) son el motor del cuerpo. Además, la elevación del ser humano y la altura de su estación, sin importar cuál sea, no despoja al motor del cuerpo de este nombre ―o sea, de «alma». Así que, aunque el ser humano tenga participación en los Cielos Celestiales, o incluso en el Séptimo Total (el Cielo del Intelecto), como los profetas, albaceas y patronos (con ellos sea la paz), podemos decir que el motor es el alma humana, porque este nombre es teniendo en cuenta su situación y que fue creada del barro elevado y del espíritu.

El alma humana descendida es como un espejo en el que se refleja el espíritu de fe y el espíritu de santidad, o la realidad hacia la que el ser humano debe ir. Esta es la tendencia innata humana que lo impulsa a elevarse para alcanzar la estación humana más alta. Así pues, si tropieza en su camino buscando la elevación con sinceridad alcanzará la estación que Dios concilie para él y conocerá a su Señor según su situación. Pues lo que se pide del ser humano es que su alma se eleve a la estación del espíritu verdadero y del intelecto. Así que quien no se eleve al Segundo Cielo solo tendrá lo que es una sombra del espíritu, y lo mismo en relación con el intelecto. En tanto que el ser humano que no se eleve al Séptimo Cielo Total solo tendrá lo que es una sombra del intelecto y no el intelecto en sí. En cuanto a llamarlo a veces “espíritu” o “intelecto”, pues es considerando que refleja al espíritu e intelecto verdaderos.

  • De Ibrahim Ibn Umar Al-Yamani, de Yabir Al-Yuufi, que dijo: «Abu Abdulá (con él sea la paz) dijo: “Oh, Yabir, Dios Bendito y Altísimo ha hecho la creación en tres categorías. Esto está en lo que dijo Dios Glorioso y Poderoso: {Y fuisteis parejas, tres * Así pues, los compañeros de la derecha. ¿Qué son los compañeros de la derecha? * Y los compañeros de la izquierda ¿Qué son los compañeros de la izquierda? * Y los precursores, los precursores * Esos son los cercanos}. Y los cercanos son los mensajeros de Dios (con ellos sea la paz) y la élite de Dios de entre su creación. En ellos[1] puso cinco espíritus. Los apoyó con el espíritu de santidad, por el cual reconocen las cosas. Los apoyó con el espíritu de fe, por el que temen a Dios Glorioso y Poderoso. Los apoyó con el espíritu de fuerza, por el que son capaces de obedecer a Dios. Y los apoyó con el espíritu de deseo, por el que desean obedecer a Dios Glorioso y Poderoso y detestan desobedecerle. Y puso en ellos el espíritu de recorrido, con el que los hombres van y vienen. Puso en los creyentes y en los compañeros de la derecha el espíritu de fe, por el que temen a Dios. Puso en ellos el espíritu de fuerza, por el que son capaces de obedecer a Dios. Puso en ellos el espíritu de deseo, por el que desean obedecer a Dios. Y puso en ellos el espíritu de recorrido, con el que los hombres van y vienen”».[2]
  • De Yabir, de Abu Yafar (con él sea la paz): Dijo: «Le pregunté sobre la ciencia del Sabio y me dijo: “Oh, Yabir, en los profetas y albaceas hay cinco espíritus. El espíritu de santidad, el espíritu de fe, el espíritu de vida, el espíritu de fuerza y el espíritu de deseo. Y con el espíritu de santidad, oh, Yabir, reconocen lo que hay desde debajo del Trono hasta lo que hay debajo de la tierra húmeda”. Luego dijo: “Oh, Yabir, a estos cuatro espíritus los alcanzan las vicisitudes, pero no al espíritu de santidad, pues él no escarcea ni juega”».[3]
  • Y de Mufaddal Ibn Umar, de Abu Abdulá (con él sea la paz) que dijo: «Le pregunté sobre la ciencia del Imam, de lo que hay en las regiones de la Tierra, mientras estaba en su casa, apartado entre cortinas. Y me dijo: “Oh, Mufaddal, Dios Bendito y Altísimo puso en el Profeta (bendígale Dios y a su familia) cinco espíritus. El espíritu de vida, por el que avanzaba y caminaba. El espíritu de fuerza, por el que se erguía y se esforzaba. El espíritu de deseo, por el que comía, bebía e iba a las mujeres lícitas. El espíritu de fe, por el que creía y era justo. Y el espíritu de santidad, por el cual llevaba la profecía. Cuando el Profeta (bendígale Dios y a su familia) falleció, el espíritu de santidad se trasladó y pasó al Imam. El espíritu de santidad no duerme, ni se distrae, ni escarcea, ni se envanece. Los cuatro espíritus se duermen, se distraen, escarcean y se envanecen. Y él veía a través del espíritu de santidad”».[4]

[1] Además, esta narración y las siguientes muestran que el espíritu de santidad está en ellos.

[2] Al-Kafi, Al-Kulaini, vol. 1, pág. 271.

[3] Al-Kafi, Al-Kulaini, vol. 1, pág. 272.

[4] Al-Kafi, Al-Kulaini, vol. 1, pág. 272.


Extracto del libro Te preguntan sobre el espíritu de Ahmed Alhasan (a)