{Aquel que ha hecho bien cada cosa que ha creado y ha comenzado la creación del ser humano a partir del barro}, Sagrado Corán – sura “As-Suyud” (La prosternación), 7.

El barro de Adán fue ascendido de la Tierra al Primer Cielo[1] (el Mundo de la Diseminación) y luego el espíritu de fe fue trasmitido dentro de él. Así se formó la primera alma humana. Luego el espíritu de santidad fue trasmitido dentro de él y se ordenó a los ángeles prosternarse ante él, {Así pues, cuando lo haya formado y haya soplado en él de mi espíritu, caed ante él prosternados}, Sagrado Corán – sura “Al-Hiyr” (El tracto rocoso), 29 y sura “Sad” (Sad), 72.

De esta manera, la primera alma humana se formó del barro ascendido de Adán y del espíritu trasmitido dentro de él. Luego, con la capacidad de Dios, de esta primera alma humana se extrajo otra alma. Esta fue la segunda alma humana o alma de Eva (con ella sea la paz), la pareja de Adán (con él sea la paz). Dijo el Altísimo: {Oh, hombres, guardaos de vuestro Señor, que os ha creado de un alma sola, y ha creado de ella a su pareja, y ha propagado a partir de ambos, varones en abundancia y mujeres. Y guardaos de Dios, por quien os pedís vosotros y los consanguíneos. Ciertamente, Dios es sobre vosotros un observador}, Sagrado Corán – sura “An-Nisá” (Las mujeres), 1.[2]

Y dijo el Altísimo: {Él es Quien os ha creado a partir de un alma sola, y ha hecho a partir de ella a su pareja para que habite con ella. Entonces cuando hubo cohabitado con ella, quedó embarazada de una carga liviana y continuó con ella. Y cuando se sobrecargó, suplicaron a Dios, Señor de ambos: «Ciertamente, si nos das uno bueno, seremos de los agradecidos»}, Sagrado Corán – sura “Al-Aaraf” (Las alturas), 189.

Luego fueron producidas las almas de la descendencia a partir de las almas de Adán y su descendencia, y Dios las examinó en aquel mundo. Este fue el primer examen, previo al examen en este Mundo Físico: {Y cuando tomó tu Señor de los hijos de Adán, de sus lomos, a la descendencia de ellos, e hizo que atestiguaran sobre sus almas: «¿Acaso no soy Yo vuestro Señor?» Dijeron: «Sí, somos testigos». No sea que dijerais el Día de la Resurrección: «Ciertamente, de esto estábamos desatentos»}, Sagrado Corán – sura “Al-Aaraf” (Las alturas), 172.

Por eso, a partir del barro ascendido y de la manifestación del espíritu de fe y del espíritu de santidad, comenzaron a formarse todas las almas de los hijos de Adán, o digamos, una imagen del espíritu de fe y del espíritu de santidad. Por eso es que todo ser humano tiene la cualidad innata para alcanzar los rangos más altos, la cualidad innata para estar en la asamblea más elevada y la cualidad innata para conocer a Dios. Es más, posee el mecanismo con el cual elevarse que es la imagen del espíritu de fe y del espíritu de santidad. Así que se supone que a partir de la imagen colocada dentro de él conozca su realidad y vaya hacia ella. Pero lamentablemente, algunos hijos de Adán, en lugar de beneficiarse de esta imagen reflejada en su propio espejo, la borran y denigran sus propias almas hasta dejar en ellas solo lo irracional del cuerpo que comparte con el ganado, los simios y los cerdos. Dijo el Altísimo: {¿O cuentas con que la mayoría de ellos escuchan o razonan? No son sino como el ganado. Es más, están más extraviados del camino}, Sagrado Corán – sura “Al-Furqán” (El criterio), 44.

Dijo el Altísimo: {Di: «¿Os informo de un peor galardón que eso ante Dios?: Quienes han sido maldecidos por Dios, que se ha enojado contra ellos y ha hecho de ellos simios y cerdos que sirven al falso dios. Esos están en un peor lugar y más extraviados de lo llano del camino»}, Sagrado Corán – sura “Al-Maida” (La mesa servida), 60.

[1] La ascensión: es el regreso en un paso o más en dirección al principio o la fuente. Esto significa que si nos imaginamos al ser humano ―y asimismo al resto de la creación también― como a una manifestación de la divinidad en la nada capaz de existir, tendremos un rango determinado y cada vez que nos alejemos (cognitivamente) de la fuente de manifestación será de menor luz y mayor oscuridad (la nada que media entre ella). Supongamos que el mundo material, en el que están nuestros cuerpos, está formado por un porcentaje aproximado de luz del 10 % y un porcentaje aproximado de oscuridad (nada) del 90 %. Cada paso que la luz avance en dirección a la oscuridad absoluta (la nada absoluta – inexistencia de conocimiento y consciencia) representará un uno entero. Luego, un paso de ascenso de un cuerpo material (como el barro de Adán, con él sea la paz) será una especie de traslado a un mundo paralelo con un porcentaje de luz del 11 % y un porcentaje de oscuridad (la nada) del 89 %, es decir, un mundo precedente.

Los mundos deben dividirse de forma ideal; porque el que les dio existencia es absoluto. Así que deben estar lo más cerca posible de lo absoluto; ya que representan lo primero que procede de él (Muhammad = todos los mundos). Para comprender mejor esto matemáticamente, significa que el divisor sea lo más pequeño que puedas imaginarte. O sea, puedes imaginar que existe el número más cercano al cero, pero no puedes conocer este número decimal. Por ejemplo: si decimos que es 0.0001, entonces 0.00001 es más pequeño, y así continuar hasta llegar a un número que se puede afirmar que existe y conocer algunas de sus propiedades, pero jamás saber cuál es. Si ubicamos este número como denominador de cualquier fracción, el resultado de la división será lo más cercano al infinito; porque el denominador en esta división será lo más cercano posible al cero. Esto significa que si pudiéramos ver a una persona ascendiendo frente a nuestros ojos podremos verla ocultándose gradualmente. Es decir, veríamos un cuerpo, luego un espectro y luego una desaparición. Y en realidad en ningún momento desaparece. Pues lo único que ocurre es un traslado a un mundo paralelo al nuestro, más elevado en rango y en dirección a la luz. Podemos decir que ha regresado en dirección al principio o fuente, en uno o más paso, según la situación de ascenso de ese cuerpo material. En cualquier caso, la suma de luz y oscuridad, o de existencia e inexistencia, fuera de la fuente de luz o existencia, es igual a cero. O sea, no existe realmente nada fuera de la fuente.

Ejemplo: imaginemos una fuente de luz. La luz se aleja de ella en una dirección determinada. Cada vez que la luz da un paso hacia adelante algo de ella se condensa formando una membrana material. De esta membrana se filtra algo de luz. De esta manera, frente a la fuente de luz, comienzan a formarse membranas de esta misma luz y de ellas algo de luz se filtra. El número de membranas está lo más cerca posible del infinito. Entre ellas hay un vacío lleno de antipartículas (antimateria) que es igual a la suma de la materia de las membranas más la energía de la luz. Es decir, que la suma de la materia y de la energía fuera de la fuente de luz es igual a cero. O sea, que podemos decir que no existe realmente nada fuera de la fuente de luz.

[2] En el rango más alto, que es el primer espíritu, está el espíritu de Muhammad (bendígale Dios y a su familia). A partir de él se han creado los rangos de los espíritus que están por debajo de él, que son los espíritus de Alí y Fátima (con ambos sea la paz).


Extracto del libro Te preguntan sobre el espíritu de Ahmed Alhasan (a)