• Categoría de la entrada:El yermo o el camino a Dios
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Este acto de adoración infunde en el alma el interés por la situación de los musulmanes pobres, además de la devoción a Dios. Así que no pases el día de tu ayuno pensando en el desayuno o en qué comida comerás. Cuando sientas hambre y estés ayunando recuerda cuántos musulmanes pasan la mayoría de los días del año hambrientos. No seas de los que

{Y si se les dice: «Gastad de lo que os ha provisto Dios» dicen los que no han creído a los que han creído: «¿Hemos de alimentar a quienes, si hubiese querido Dios, los hubiera alimentado? Ciertamente estáis en un extravío evidente»}.[1]

Y dar de comer a algunos pobres no es todo lo que puedes hacer. Más bien todos debemos trabajar para erradicar la pobreza de esos musulmanes que hoy representan a la mayoría de los hijos de la nación islámica, que es rica en todo tipo de recursos, desde tierras agrícolas hasta minerales y petróleo. Y si lo que hay en el territorio de los musulmanes se gastara en los musulmanes conforme a la sharía islámica, el musulmán sería hoy de los hombres más ricos. Pero lamentablemente hoy, los ricos territorios islámicos están dominados por falsos dioses a los que sólo les interesa el saqueo de sus recursos, la construcción de palacios, el libertinaje y las bebidas alcohólicas. Uno de esos falsos dioses viaja a uno de los países occidentales y con él van siete enormes aviones con cien toneladas de productos alimenticios, objetos de lujo, y otras cosas como sirvientes y demás, en lo que se gasta tanto como para alimentar a una ciudad islámica con gente que muere de hambre. Otro de ellos gasta en medios de comunicación tanto como para alimentar a un pueblo creyente que se muere de hambre y que él mismo domina con el derramamiento de sangre. Todo esto para cubrir su rostro negro y su boca rebosante de sangre de creyentes, para seguir siendo el que domina a los musulmanes, aunque fuera por un último día, para depredar los riquezas y devorar muchas comidas. Que Dios jamás sacie su estómago.

Oh queridos, en el ayuno se pondera y se reflexiona sobre la situación de los musulmanes. En el ayuno hay una lucha contra uno mismo, el demonio, el deseo y los adornos del Mundo Temporal. En el ayuno hay amor por Dios y odio por Dios. En el corazón del ayunante hay misericordia por los creyentes, y violencia y rudeza contra los infieles y los hipócritas. Así que guardaos de que vuestro ayuno sea hambre y sed.

Se narró del Mensajero de Dios (s): «¡Qué poco ayuno y cuánta hambre!».[2]

El Comandante de los Creyentes, las bendiciones de Dios sean con él, dijo: «¡Cuántos de los que ayunan sólo obtienen de su ayuno sed y cuántos de los que se levantan sólo obtienen de levantarse fatiga! ¡Es mejor el dormir y el desayuno de los sabios!».[3]

Se narró del Mensajero de Dios (s), que dijo a Yabir Bin Abdulá al-Ansarí: «Oh Yabir, este es el mes de Ramadán. Quien ayuna durante el día, se levanta a suplicar por la noche, contiene su estómago y sus órganos sexuales y refrena su lengua sale de sus pecados como sale del mes». Yabir dijo: «¡Qué hermoso relato!». Entonces el Mensajero de Dios (s) dijo: «Oh Yabir, ¡y qué difíciles condiciones!».[4]

Quizás el acto de adoración más importante asociado al mes del ayuno sea la lectura del Corán. Así que trabajad en reflexionar en el Corán y estudiad el Corán para vivir la vida de los dichosos y morir como los mártires. Pues, el Mensajero de Dios (s) dijo: «Vendrá un tiempo para los hombres en el que no quedará del Corán más que su caligrafía».[5]

¿Cuántas copias del Corán hay hoy? ¿Y cuántos son los que leen el Corán, alabado sea Dios? ¿Pero acaso reflexionamos sobre el Corán? ¿Acaso adoptamos la moral del Corán? ¿Acaso reflexionamos sobre sus aleyas? ¿Acaso somos siervos de Dios? ¿Acaso hemos dejado de creer en el falso dios como nos ha ordenado el Corán? ¿Acaso estamos convencidos?

Dijo el Altísimo: {Y si hubiera un Corán por el que se movieran las montañas, o por el que se desgarrara la Tierra, o por el que hablaran los muertos. Pero de Dios son los asuntos todos}.[6]

Glorificado sea Dios, todo esto está en el Corán, ¡y nosotros despreocupados del Corán! Pues somos de Dios y a Él regresamos. ¿Acaso suponemos que reflexionamos sobre el Corán mientras que nos conmovemos por la menor desgracia que nos sucede a nosotros? Pues en el Corán hay lecciones incontables sobre la paciencia y la confianza en Dios, en la sura de los poetas:

{Y cuando se vieron los dos grupos, dijeron los compañeros de Moisés: «Estamos atrapados» * Dijo: «¡No! Ciertamente conmigo está mi Señor. Él me guiará»}.[7] ¿Acaso reflexionamos sobre el significado de estas aleyas?

Los compañeros de Moisés (a) afirman que caerán en las manos del faraón y su ejército, y Moisés (a) afirma que Dios lo guiará y lo salvará del faraón y su ejército:

{«¡No! Ciertamente conmigo está mi Señor. Él me guiará»}.

¡¿Acaso empleas estas aleyas como armas para derrotar a tu enemigo como hizo Moisés (a)?!

[1] Sagrado Corán – sura Ya Sin (Ya Sin), 47.

[2] Véase: Bihar al-Anwar, vol. 93, pág. 293.

[3] Nahyul Balaga, con comentarios de Muhammad Abdu, vol. 4, pág. 35.

[4] Al-Kafi, vol. 4, pág. 87, Tahdib al-Ahkam, vol. 3, pág. 196.

[5] Al-Kafi, vol. 8, pág. 308, Zawab al-Aamal, pág. 253.

[6] Sagrado Corán – sura Ar-Raad (El trueno), 31.

[7] Sagrado Corán – sura Ash-Shuará (Los poetas), 61-62.


Extracto del libro El yermo o el camino a Dios de Ahmed Alhasan (a)