• Categoría de la entrada:La soberanía de Dios
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1) La dictadura subyace en la democracia:

Esto es evidente en la práctica. Cuando una doctrina ideológica llega al poder mediante un partido determinado este intenta imponer su visión política en el país de un modo u otro y talvez se diga que la gente es la que ha elegido y llevado esta doctrina al poder.

Yo digo que la gente ha hecho llegar a este partido y a esta doctrina ideológica basándose en lo que había presente en la arena política durante el período de elecciones. En cuanto a lo que pasará después de un año, la gente no lo sabe. Así que si sucede algo que perjudique sus intereses religiosos o seculares por este sistema de gobierno ellos no podrán detenerlo. Es como la frase: “ha llegado a un punto sin retorno”.

De este modo han llegado ejemplos como Hitler —que ha dilapidado la Tierra con corrupción— mediante las reclamadas elecciones y democracia. Si hay alguna objeción por lo que ocurría en Alemania debido a la inmadurez democrática de ese tiempo, pues, esta es la situación de Italia hoy. Ha llegado al poder un grupo que ha empujado a Italia junto con América a una podrida guerra contra el islam y los musulmanes. El pueblo italiano se opone a este gobierno hoy y la oposición exige el retiro de las fuerzas italianas. Pero este grupo de empoderados insiste en que las fuerzas de Italia continúen ocupando Iraq. Así han regresado la dictadura y el fascismo a Italia en este tiempo. Es más, en la Bretaña de la democracia, principal aliada de América en la ocupación de Iraq y en la agresión al islam y los musulmanes, millones salieron a las calles de Londres condenando esta guerra colonialista infiel contra el islam y los musulmanes sin afectar a la decisión del gobierno británico. Por lo tanto, la dictadura subyace en la democracia.

2) El país democrático más grande del mundo practica la dictadura:

Aunque el sistema de América aparente ser democrático, con la gente de la Tierra practica las más abyectas formas de autoritarismo y dictadura, y esta es una clara contradicción. Pues aquel que tiene un pensamiento sólido siente el deber de aplicarlo para todos, en todo lugar y tiempo, sin excepción. Sin embargo, los americanos quieren humillar a los habitantes de la Tierra y dominarlos, y tratar a los musulmanes de forma particular con escarnio y desprecio. Porque saben que el fin de América está en manos del Imam Al-Mahdi (a), que es el imam de los musulmanes. Además, los musulmanes americanos dentro de América sufren discriminación. Entonces, ¿dónde está la democracia?

3) La democracia y el dinero:

No hay lugar en la democracia para quien no tenga dinero para gastar en propaganda, mentiras, falsificación de hechos, contratación de mercenarios y canallas. Así aparece el poder del dinero en el sistema democrático, de forma innatural. Los partidos y las organizaciones empiezan a saquear los bienes de los pobres y los necesitados de una forma u otra y comienza la traición. Así pues, en América, los judíos controlan con dinero el curso de las elecciones y logran un éxito no menor al 70 % en la nominación de quien ellos quieran al timón del gobierno de América, para que continue el apoyo americano a la entidad sionista. La cuestión de la propaganda engañosa o mentirosa y del poder del dinero es una cuestión largamente planteada en las páginas de los periódicos de la misma América. Recuerdo haber leído hace unos años un artículo de un escritor americano en el que sostenía que la democracia en América era un simple engaño, una magra pieza de teatro, y que lo que gobierna es el engaño, la artimaña y el dinero, nada más.

4) La democracia y la libertad:

No existe sistema en el mundo que reconozca la libertad absoluta. Hasta el sistema democrático pone restricciones a la libertad de individuos y grupos. Pero, ¿en qué medida estas restricciones limitan la libertad? ¡¿Y hasta qué punto podemos dar rienda suelta a individuos y grupos para hacer lo que quieran?!

Las restricciones a la libertad en la democracia son establecidas por personas y ciertamente, cometen equivocaciones, siendo que la mayoría de ellos jadean tras deseos. Por eso, las restricciones a la libertad en la democracia se ponen a la religión, a la corrección, al mandamiento de lo reconocido y a la prohibición de lo detestable, porque en la religión divina hay otra ley que se opone al derecho positivo y es la ley divina. Y en la democracia se da libertad al exceso de deseos, a la corrupción, a la depravación y al adentramiento en lo que Dios prohibió. Por consiguiente, todas las sociedades en las que se ha aplicado la democracia se han convertido en sociedades disgregadas y degeneradas; porque el derecho positivo defiende a quien practica contubernio, la corrupción, la bebida alcohólica, la desnudez de la mujer y otras manifestaciones de la corrupción.

5) La democracia y la religión:

Ciertamente, la religión divina tiene un pensamiento muy distinto al pensamiento democrático, pues la religión divina solo reconoce a los designados por Dios {Yo soy el que pone en la Tierra un califa}. Está el Mahdi (a), que solo reconoce en nuestro tiempo la ley divina para nosotros, musulmanes (el Corán). Para los judíos está Elías (a) y la Torá, para los cristianos, Jesús (a) y el Evangelio. Así que si se da esta cuestión, ¿cómo podría el musulmán, el cristiano o el judío afirmar que cree en Dios y que reconoce su soberanía representada por el Mahdi (a) y el Corán, o por Jesús (a) y el Evangelio, o por Elías (a) y la Torá, y al mismo tiempo reconocer la soberanía de los hombres y la democracia que se oponen a la base de la religión divina y a la soberanía de Dios sobre la Tierra?

Por lo tanto, el que reconoce la democracia y las elecciones no tiene ningún vínculo con la religión divina y es un infiel en todas las religiones y en la soberanía de Dios en la Tierra.

6) La democracia de la cuna a la tumba:

Cuando comienza la marcha de la democracia en un país cualquiera, se forman talvez decenas de partidos y movimientos políticos. Pero como el engaño, la falsificación, la mentira, la difamación, la propaganda y el dinero son el verdadero gobernante, con el correr del tiempo todos estos partidos quedan desmantelados y por lo general, solo quedan dos en la arena política. En efecto, el resultado final y amargo fin es la hegemonía de uno de estos dos partidos al timón del liderazgo. Así, la dictadura regresa con el nombre de “democracia”. Los dos países democráticos con más antigüedad son el ejemplo más claro de este caso, porque están pasando por las últimas etapas de la democracia. Estos dos son Bretaña, donde dominan el Partido Conservador y el Partido Laborista, y América, donde dominan el Partido Republicano y el Partido Demócrata. En esta etapa, estos partidos se enfrentan por la dominación absoluta del poder, pues la democracia pasa por etapas dejando caer a los débiles. De este modo, los hombres pasan de la democracia a la dictadura. De hecho, la dominación de estos dos partidos y pensamientos al timón del liderazgo es en sí misma dictadura si consideramos la compatibilidad ideológica entre ambas y la ausencia de una verdadera oposición ideológica. Esto, por supuesto, si no ocurre ningún revés después de que un grupo de defensores de la democracia se apodere del timón del gobierno excluyendo al resto de las partes y en consecuencia, transformando la democracia en dictadura de la noche al día.

Sobre esto, el filósofo griego Platón, dijo: «Entre los defensores de la democracia y los protectores del pueblo surge el más severo de ellos en violencia y el mayor en astucia. Exilia a los ricos o los ejecuta. Anula las deudas, divide las tierras y forma para sí mismo una guarnición que lo resguarde de malvadas conspiraciones. El pueblo se alegra con él y él acapara el poder. Para empoderarse, para que el pueblo se distraiga de él y para perpetuar la necesidad por él, declara la guerra a sus vecinos después de haber pactado la paz con ellos, para desocuparse y realizar sus aspiraciones interiores. Corta la cabeza de todo rival y crítico, ejecuta a todo hombre ilustre y se rodea de un grupo de mercenarios y libertos. Es generoso dando a los poetas que expulsamos de nuestra ciudad para que ellos le suelten elogios en gran medida. Saquea las estructuras y quita al pueblo lo dado para dar de comer a sus guardias y asistentes. Entonces el pueblo se da cuenta de que ha pasado de la libertad a la tiranía y este ha sido el último gobierno (el anterior)».[1]

Con estas contradicciones me basta para resumir, aunque las contradicciones de la democracia son muy numerosas.

[1] La república de Platón.


Extracto del libro La soberanía de Dios, no la soberanía de los hombres de Ahmed Alhasan (a)