1. Noé (a) fue el primero de los profetas enviados dotados de resolución. En su convocatoria a su pueblo había algo de lenidad y amable exhortación. Y está claro que hasta la advertencia en la convocatoria de Noé (a) encajaba en este molde, {No soy sino un advertidor claro}.[1] Así que no fue severo con ellos, incluso en la advertencia, aunque ellos eran una tiranos obstinados, {Dijeron: «Si no desistes, oh, Noé, habrás de ser de los lapidados»}.[2]

Esto es lo que él (a) dijo en la sura «Al-Aaraf» (Las alturas): {¿Acaso os habéis asombrado de que os haya llegado un recuerdo de vuestro Señor a un varón de vosotros para que os advierta y os guardéis, y quizás se os tenga misericordia?}.[3]

Y él (a) dijo: {Y ya hemos enviado a Noé a su pueblo: «Yo soy para vosotros un advertidor claro» * «Que no adoréis sino a Dios. Yo temo por vosotros, un día doloroso»}.[4]

Y dijo (a): {Dijo: «Oh, pueblo mío, ¿opináis que si estoy sobre una evidencia de mi Señor y Él me ha dado una misericordia procedente de Él, que así pues, Él ha enceguecido para vosotros, habríamos de imponérosla mientras que vosotros la rechazáis?}.[5]

Así que la advertencia una vez se combinaba con misericordia y una vez con el temor de ellos al tormento. Esta lenidad de Noé (a), o bien era por disimulo para evitar un choque violento con los infieles y el perjuicio que pudiera acarrear a los creyentes, o bien buscando ablandar sus corazones y su afabilidad, y en última instancia anhelando la fe ellos. Esta última razón es más convincente que el disimulo, porque cuando supo por Dios que nadie de su pueblo creería excepto quienes ya habían creído, se endureció con ellos, se burló de ellos, los intimidó y los amenazó con dureza y rudeza. Dijo el Altísimo: {E inspiramos a Noé que «no creerá de tu pueblo sino quien ya haya creído, así que no te disgustes por lo que hacen» * «Y fabrica la nave ante nuestros ojos e inspiración y no te dirijas a mí por quienes han sido injustos. Ellos han de ser cubiertos» * Y fabricó la nave. Cada vez que pasaban ante él los ricos de su pueblo, se burlaban de él. Dijo: «Si os burláis de nosotros, nosotros nos burlaremos de vosotros como os burláis» * «Pues pronto sabréis a quién le llegará un castigo que le deshonrará y se desatará sobre él un castigo permanente»}.[6]

  1. La paciencia y la perseverancia: {Dijo: «Señor mío, he convocado a mi pueblo noche y día… Luego, los convoqué públicamente * Luego, se los proclamé y se los confié secretamente}.[7]

La paciencia y la perseverancia son necesarias para quien espera la fe de aquellos a quienes invita, pues muchas personas son convocadas a la verdad y no creen en un primer momento, sino que te enfrentan con dureza y rudeza. Pero con el paso de los días, Él da el éxito a la fe en la verdad, y talvez se conviertan en leales convocadores de la verdad.

  1. Recurrir a Dios, encomendarse a Él Glorificado sea y confiar en Su planeamiento y Su preparación, Glorificado sea. Incluso pedir la victoria a Dios después de haber perdido la esperanza de que crean quienes permanecieron en la incredulidad. Señor mío, {«estoy vencido. Así que obtén la victoria»}.[8]
  2. La misericordia con los creyentes, la indulgencia con ellos y no fijarse en su pasado antes de unirse a la convocatoria, sin importar cual fuera este pasado. Más bien, defendía a estos pocos y se enorgullecía por ellos. {Dijeron: «¿Acaso hemos de creerte cuando te siguen los más desdeñados?» * Dijo: «¿Y qué se yo de lo que ellos hagan?» * «La cuenta de ellos no está sino en mi Señor. Si lo percibierais» * «Y no he de ser yo quien cargue contra los creyentes» * «No soy sino un advertidor claro»}.[9]
  3. El trabajo diligente para salvar del diluvio, construyendo el barco bendito, preparando el alimento para hombres y animales, y preparando el equipo y la cantidad. Esto no es algo fácil de imaginar, sino todo lo contrario, es algo difícil, y quien lo emprenda debe enfrentar muchos problemas, especialmente si uno está marginado por su pueblo, y por tanto no tiene muchas posibilidades para realizar esta gran tarea. De aquí imaginamos cuán grande fue la paciencia de Noé, y cuánto se encomendó y confió en Dios, el Uno, el Subyugador, y cuán grandes fueron la misericordia divina y el favor que abarcó a Noé. Él, la paz sea con él, trabajó con una mano casi vacía excepto por la misericordia de Dios, y trabajó en una sociedad que no sabía sino ridiculizarlo, burlarse y ser sarcástica.
  4. La certeza. Y no me refiero a la certeza en la existencia de Dios Glorificado ni en su profecía (a), sino que me refiero a la certeza en la victoria sobre los impíos y el dominio sobre sus cuellos. Esta certeza hizo que Noé (a) tuviera una fuerte determinación, haciendo llegar el mensaje del cielo, siendo paciente con el daño y sin prestar atención a la ridiculización de la gente, sino que más bien él los ridiculizaba a ellos, ya que estaba confiado en lo que dijo el Altísimo: {Y ciertamente, ya ha precedido nuestra palabra a nuestros siervos enviados * Ciertamente, ellos, han de ser los victoriosos * Y ciertamente, nuestra tropa, han de ser los vencedores}.[10]

Resumen:

Una convocatoria a la verdad con lenidad, misericordia y dulzura, luego una extensión en misericordia para quienes creen en la verdad, y paciencia con quienes al principio no creyeron, quizás después crean en la verdad. Un trabajo noche y día, en secreto y públicamente, para comunicar la verdad sin tedio ni fatiga, {y no seas benevolente buscando ganancia}.[11] Y en todas estas situaciones es esencial la certeza en la victoria divina, recurrir a Dios, fortalecerse en Él, y encomendarse a Él con verdadera confianza, en el sentido de que el siervo confirme la generosa aleya: {No hay fuerza sino en Dios}.

 

Aclaraciones sobre las argumentaciones de Noé (a) con su pueblo

{¿No habéis visto cómo creó Dios los siete cielos superpuestos? …}.[12] Noé (a), como todos los profetas, fueron enviados para reformar la corrupción dogmática, legislativa, moral, social, política y económica. Sus argumentos son sencillos, libres de complejidad, no requieren mucha contemplación ni investigación profunda para ver claramente que son la clara verdad. Pero cuando se presentan a un pueblo que ha contaminado la naturaleza de Dios y se han teñido con una tintura diferente a la de Dios, se vuelven extremadamente complejos y ambiguos, porque se presentan a un pueblo con corazones que no comprenden y oídos que no oyen.

Las objeciones del pueblo:

  1. Eres un ser humano como nosotros, {Así pues, dijeron los dignatarios que no creían entre su pueblo: «No te vemos sino un ser humano como nosotros»}.
  2. Te han seguido los simplones débiles en opinión, {y no te vemos que te hayan seguido sino los más desdeñados de nosotros, neófitos de opinión}.
  3. Opinamos de ti que eres un mentiroso tú y quienes estén contigo, {Y no vemos que tengáis sobre nosotros ninguna preferencia. Más bien, opinamos de vosotros que sois unos mentirosos}.[13]

Todas estas objeciones están lejos del eje central del mensaje y del tema planteado para el debate. Son falacias y sofismas, más bien objeciones vanas con las que convencen a sus arrogantes almas, y con las que los eruditos engañan a los débiles en asuntos religiosos y a sus seguidores e imitadores, dominados por la ignorancia y la ceguera, {Dijeron los dignatarios de su pueblo}, los dignatarios son los que tenían autoridad religiosa y mundana, {«Ciertamente, te hemos visto en un extravío claro»},[14] ¡no solo extravío, sino claro, obvio, manifiesto según ellos!

Porque Noé vino convocando a los hombres a adorar a Dios, a la igualdad, a la justicia, a la misericordia y a la piedad. Estas cosas les obstaculizaban el camino demoníaco para menospreciar a los hombres, sus liderazgos religiosos y mundanos, y los lujos, el prestigio y la falsa santidad que estas falsas autoridades les proporcionan.

Por esto, no hay necesidad de considerar la afirmación de Noé (a), sino que basta que los dignatarios (los líderes y en espacial, los religiosos) dijeran que Noé estaba en un extravío claro y manifiesto, para que todos los hombres que estaban acostumbrados a la imitación y al seguimiento ciego dijeran que Noé estaba en un extravío claro, {y ahogamos a los que habían desmentido nuestros signos. Es que ellos eran un pueblo de ciegos}.[15]


[1] Sagrado Corán – sura «Ash-Shuará» (Los poetas), 115.

[2] Sagrado Corán – sura «Ash-Shuará» (Los poetas), 116.

[3] Sagrado Corán – sura «Al-Aaraf» (Las alturas), 63.

[4] Sagrado Corán – sura «Hud» (Hud), 25-26.

[5] Sagrado Corán – sura «Hud» (Hud), 28.

[6] Sagrado Corán – sura «Hud» (Hud), 36-39.

[7] Sagrado Corán – sura «Nuh» (Noé), 5-9.

[8] Sagrado Corán – sura «Al-Qámar» (La Luna), 10.

[9] Sagrado Corán – sura «Ash-Shuará» (Los poetas), 111-115.

[10] Sagrado Corán – sura «As-Saffat» (Las filas), 171-173.

[11] Sagrado Corán – sura «Al-Mudazzir» (El enmantado), 6.

[12] Sagrado Corán – sura «Nuh» (Noé), 15.

[13] Sagrado Corán – sura «Hud» (Hud), 27.

[14] Sagrado Corán – sura «Al-Aaraf» (Las alturas), 60.

[15] Sagrado Corán – sura «Al-Aaraf» (Las alturas), 64.


Extracto del libro Aclaraciones sobre las convocatorias de los enviados de Ahmed Alhasan (a)