• Categoría de la entrada:La ilusión del ateísmo
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Este argumento comprende: que el ojo es una parte compleja y compuesta de varias partes de una forma precisa y ordenada, que funciona sistemáticamente como un equipo organizado y diseñado para desempeñar su función tan bien como sea posible, así que no se puede imaginar que haya ocurrido un salto o una mutación hereditaria que conduzca a la aparición de un ojo.

En realidad, este argumento está basado en la idea de una evolución que ocurriría en un solo paso con respecto al ojo y esto es incorrecto. No tiene nada que ver con la teoría de la evolución, pues la evolución, en realidad, ocurre gradualmente. Por ejemplo, se puede imaginar que el ojo haya evolucionado durante cientos de millones de años, atravesando miles o incluso millones de pasos evolutivos, graduales y acumulativos. Por lo tanto, podemos decir que comenzó con una célula sensible a la luz hace cientos de millones de años y que el proceso de evolución continuó hasta llegar al ojo actual. Sin duda, un aparato que detecta la luz ofrece al organismo una ventaja sobre los demás para continuar con la reproducción y la supervivencia. Además, cada vez que mejora la capacidad de la vista, más ventaja tiene el animal sobre los demás, por lo menos en lo que respecta a escapar de enemigos, así como a obtener alimentos. De esta manera, cada paso dado hacia la percepción de la luz y la vista, le ofrece una ventaja para la supervivencia y la reproducción sobre los competidores que no poseen este paso evolutivo.

Como resultado, no se puede decir: que medio ojo no funcione o no sirva a quien lo posea. Porque un ojo sin lente, por ejemplo, da una visión borrosa al que lo tiene, le ofrece una ventaja, para la supervivencia y la reproducción, sobre el ciego. Por lo tanto, podemos decir: que la evolución de un aparato complejo y compuesto, tal como el ojo, es una cuestión muy natural. Lo mismo ocurre con el sonar del murciélago, que da a algunos tipos de murciélagos, la capacidad de medir, mientras vuelan, la distancia que hay entre ellos y un objetivo en movimiento, teniendo en cuenta el efecto Doppler.


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)