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Pregunta 2: ¿Por qué Abraham (a) ve solamente un planeta, una luna y un sol?

Respuesta: El Sol es el Mensajero de Dios (s), la Luna el Imam Alí (a)[1] y el planeta el Imam Al-Mahdi (a).[2]

El Sol, la Luna y el planeta en el Reino eran la manifestación de Dios en la creación. Por eso a Abraham (a) le parecieron similares, pero cada uno en su medida. Muhammad, Alí y el Resurgente (a) se distinguen por ser la manifestación completa de Dios en la creación en la vida del Mundo Temporal; porque ellos son despachadores y no solamente enviados.

Porque Muhammad (s) es el dueño de la victoria clara. Él es aquel por el que se abrió lo que se parece al ojo de una aguja, al que se le reveló algo de los velos de la divinidad y vio algunos signos mayores de su Señor.[3] Él es la ciudad del saber[4] y ella una imagen de la Ciudad de las Perfecciones Divinas o de la Esencia Divina.

En cuanto a Alí, pues porque él es la puerta de la ciudad del saber. Él es una parte de ella. Todo lo que brota de ella brota a través de él. Así que Muhammad (s) es la manifestación de Dios Glorificado y Altísimo, y el nombre de Dios Glorificado en la creación. Alí está tocado por la esencia de Dios.[5] Así que cuando ya no esté Muhammad y solo quede Dios, el Uno, el Subyugador en ciertos momentos, Alí ―con él sean las bendiciones de mi Señor― será la manifestación de Dios Glorificado en la creación y Fátima ―con ella sean las bendiciones de mi Señor― con él. Ella es especial por ser el interior de la Luna y el exterior del Sol. Por eso Alí (a) dijo: «Si se me quitara el velo no aumentaría en certeza»;[6] porque, aunque no se le quite el velo, él aún tendría la misma posición que aquel para el cual se quitó el velo.

En cuanto al Resurgente (a), él es la manifestación del nombre de Dios Glorificado, en vida, antes de su martirio, mientras viva y adore con la perfección de sus atributos y sinceridad. Pues él une su azalá con su piedad y su piedad con su azalá, como si no se cansara de adorar a Dios Glorificado. Esto es porque él es que se sienta en el Trono el Día de la Religión, es decir, el Día de la Resurrección Menor, y en el Corán es el Día Sabido. Además, porque él es el que gobierna en nombre de Dios entre las naciones en ese día. Así que debe haber un espejo que refleje la esencia divina en la creación, para que el que gobierne sea Dios en la creación. Pues las palabras del Imam (a) son las palabras de Dios. Su juicio es el juicio de Dios. El Reino del Imam (a) es el Reino de Dios Glorificado y Altísimo. De este modo, ese día se cumplirá lo que el Altísimo dijo en la sura Al-Fátiha: {Rey del Día de la Religión}, y el Imam (a), ese día, será el ojo de Dios, la lengua parlante de Dios y la mano de Dios.[7]

[1] De Abu Basir, de Abu Abdulá (a) que dijo: le pregunté sobre lo que dijo Dios: «Por el Sol y su claridad». Dijo: «El Sol es el Mensajero de Dios (s). Dios aclaró con él la religión a los hombres». Dije: «Por la Luna cuando lo sigue». Dijo: «Ese es el Comandante de los Creyentes (a)». Dije: «Por el día cuando la muestra». Dijo: «Ese es el Imam de la descendencia de Fátima, con ella sea la paz. Él hace una pregunta al Mensajero de Dios (s) y luego la muestra a quien le pregunte. Dios Glorificado se refirió a él, pues dijo: “Por el día cuando la muestra”». Dije: «Por la noche cuando la cubre». Dijo: «Esos son los imames de la opresión que se apropiaron de la orden excluyendo a la familia del Mensajero de Dios (s) y se sentaron en el tribunal que era de la familia del Mensajero de Dios (s), más digna que ellos. Así cubrieron la religión del Mensajero de Dios (s), con injusticia y opresión. Y por eso Él dijo: “Por la noche cuando la cubre”». Dijo: «La oscuridad de la noche cubre la luz del día…», Bihar al-Anwar, vol. 24, pág. 70. Y de Ibn Abbas que dijo: El Mensajero de Dios (s) dijo: «Mi ejemplo entre vosotros es como el ejemplo del Sol, el ejemplo de Alí es como el ejemplo de la Luna. Así pues, si el Sol se oculta, guiaos por la Luna», Bihar al-Anwar, vol. 24, pág. 76.

[2] Si se compara al Imam Al-Mahdi (a) con el Mensajero de Dios (s) y con el Imam Alí, Fátima, Hasan y Husein… (a), él es el planeta resplandeciente. De As-Sadiq Yafar Bin Muhammad, de su padre, de sus padres (a), del Comandante de los Creyentes (a) que dijo: «El Mensajero de Dios (s) dijo: “Cuando ascendí al cielo mi Señor (a) me inspiró…”. Hasta que dijo: “Y Él (a) dijo: ‘Levanta tu cabeza’. Entonces levanté mi cabeza y vi las luces de Alí, de Fátima, de Hasan, de Husein, de Alí Bin al-Husein, de Muhammad Bin Alí, de Yafar Bin Muhammad, de Musa Bin Yafar, de Alí Bin Musa, de Muhammad Bin Alí, de Alí Bin Muhammad, De Hasan Bin Alí, de “Muhammad” («م ح م د«) Bin Hasan el Resurgente en medio de ellos, como si fuera un planeta resplandeciente. Dije: ‘Oh Señor, ¿quiénes son ellos?’. Dijo: ‘Ellos son los Imames y este es el Resurgente que hace lícito lo que yo he hecho lícito y prohíbe lo que yo he prohibido. Con él me vengaré de mis enemigos. Él será una tranquilidad para mis patronos. Él es el que curará el corazón de mis shiíes, de los injustos, los traidores y los infieles…’”», Kamal ad-Din wa Tamam an-Nima, pág. 252.

[3] Se narró del Imam As-Sadiq (a) en el hadiz de la Asunción: «… hasta que dice: … y él observó en lo que se parecía al ojo de una aguja lo que Dios quiso de la Luz de Grandeza. Entonces, Dios Bendito y Altísimo, dijo: “Oh, Muhammad”. Él dijo: “Heme aquí, a tus órdenes, Señor”. Dijo: “…”», Al-Kafi, vol. 1, pág. 443.

[4] Se narró del Mensajero (s) un hadiz reconocido: «Yo soy la ciudad del saber y Alí es su puerta…».

[5] Esta interpretación nos aclara lo que dijo el Mensajero (s) sobre el derecho del Comandante de los Creyentes (a): «No injurien a Alí, porque él está tocado por la esencia de Dios», Al-Gadir, del Jeque Al-Aminí, vol. 10, pág. 213.

[6] Al-Munaqib de Ibn Shahr Ashub, vol. 1, pág. 317.

[7] Del Imam As-Sadiq (a), en un largo discurso con Al-Mufaddal Bin Omar: «… Es más, Mufaddal: el Resurgente (a) apoyará su espalda sobre la Inviolable (la Kaaba), extenderá su mano que se verá blanca y sin defecto, y dirá: «Esta es la mano de Dios, de parte de Dios, de la orden de Dios». Luego recitará esta aleya: «Ciertamente, los que te juran lealtad, juran lealtad a Dios. La mano de Dios está sobre sus manos. Así pues, quien la rompa, pues la rompe contra sí mismo…», Bihar al-Anwar, vol. 53, pág. 8.


Extracto del libro Las alegorías vol. 1 de Ahmed Alhasan (a)