• Categoría de la entrada:El Yamani prometido
  • Tiempo de lectura:11 minutos de lectura

En nombre de Dios, el Misericordioso, el Misericordiosísimo

{Ellos lo ven lejano * y nosotros lo vemos cercano}. Nadie está en desacuerdo sobre esto, excepto aquel infiel obstinado y arrogante incluido en las palabras del Altísimo, {ellos lo ven lejano}, cuyos deseos lo han inclinado hacia la Gehena. En estos días difíciles vivimos es el tiempo de la sagrada aparición del Estado de Justicia Divina. Esto alegra a todos los profetas, enviados, patronos y bienhechores de la gente del Mundo Temporal y la Última. Pues en el Estado de Justicia Divina se aplican las leyes que los profetas trajeron y se hacen realidad los sublimes objetivos que Dios les ha encargado aplicar sobre esta Tierra. Ellos han sido expulsados, asesinados y perseguidos. Perseguidos solo por establecerlo, por establecer la justicia, por poner cada cosa en su lugar y reconocer la soberanía de Dios en la Tierra. {Y cuando dijo tu Señor a los ángeles: «Yo soy el que pone en la Tierra un califa»}, Sagrado Corán – sura «Al-Báqara» (La vaca), 30. Y dijo el Altísimo: {Oh, David, te hemos puesto como califa en la Tierra. Así pues, juzga entre los hombres con la verdad y no sigas los deseos, pues te extravían del camino de Dios. Los que se extravían del camino de Dios, para ellos hay un tormento severo por haber olvidado el Día de la Cuenta}, Sagrado Corán – sura «Sad» (Sad), 26. Y dijo el Altísimo: {Di: «Oh Dios, Rey del reino, entregas el reino a quien quieres y quitas el reino a quien quieres, y enalteces a quien quieres y humillas a quien quieres. En tu mano está el bien. Ciertamente, Tú eres sobre todas las cosas Poderoso»}, Sagrado Corán – sura «Al Imrán» (La familia de Imrán), 26.

Dado que la aparición del califa de Dios en la Tierra para establecer un estado como este (el Estado de Justicia Divina) fue anticipada por todas las religiones divinas, y dado que todas reconocen que es una orden que debe proceder de Él, toda la gente de las religiones cree que el gobernante de Dios y califa Suyo en la Tierra procede de ellos basados en lo mencionado en sus libros históricos y celestiales. Además, se sabe que los libros celestiales presentes hoy no están desprovistos de tergiversación. Pero no se puede marginar la reclamación de la gente de todas las religiones. Al contrario, se pueden dirigir las reclamaciones de todos hacia un planteo que abarque en general a todas las que difieren en los detalles, siendo que las expresiones presentes en estos libros, en su mayoría proceden de Dios, pues no hay desacuerdo en sus textos, sino en sus criterios.

Así pues, los judíos esperan al profeta de Dios, Elías (a), creen en su aparición en el Fin de los Tiempos y para ellos, antes de esta, hay señales.

Los que profesan la religión cristiana esperan a Jesús (a), creen en su aparición y para ellos, antes de esta, hay señales.

Los musulmanes, a pesar del desacuerdo doctrinal que tienen, creen en la aparición del Imam Al-Mahdi (a) y para ellos, antes de esta, hay señales.

Estas señales se dividen en señales no predestinadas, es decir que pueden ser revisadas y cambiar o no ocurrir en lo absoluto. Que se realicen no es condición previa al Imam (a), sino que son señales que si ocurren indican la cercanía del alivio, y si no ocurren no indican su lejanía.

Y en señales predestinadas, es decir, que son pilar fundamental del establecimiento del Estado de Justicia Divina como lo mencionaron los imames. De As-Sadiq (a): «Antes del levantamiento del Qaim (a) hay cinco señales predestinadas: el Yamani, el Sufiani, el clamor, el asesinato del alma pura y el hundimiento en Baidá».[1]

El objeto de esta investigación es el pilar principal que hay entre estas cinco señales. Este es el Yamani que las narraciones indican como el califa del Mahdi. En una narración está como el califa de Dios, el Mahdi, y dice que el que se rebele contra él será gente del fuego. Y hay otras narraciones que ponen énfasis en seguirlo. Este énfasis en seguirlo no se menciona para ninguna persona antes del Imam en lo absoluto. Así que quien conozca a la persona del Yamani, se amolde a él y lo siga, seguirá al Imam de su tiempo. {Cada alma, por lo que se ha ganado, es rehén * Excepto los compañeros de la derecha}. Hay narraciones de la Gente de la Casa infalible que mencionan suficiente para que el investigador imparcial conozca a esta personalidad en caso de que haya alguna acusación. Si un impostor se revindicara no tardaría en revelarse su asunto y esa es la sabiduría de la familia de Muhammad, del Yamani, del Señorío en todas sus palabras. Si reflexionamos en sus palabras vemos que ellos querían aclarar cada cosa a sus patronos y al mismo tiempo no querían decir todo por temor a sus enemigos.

Si el estudioso de la verdad que busca al Imam de su tiempo observa las narraciones encuentra que aunque parezca que se contradicen, en realidad no se contradicen en este asunto. Y respecto a esto, trasladamos al lector al libro Iqad an-Naim Listiqbal al-Qaim, al libro Ar-Rad al-Hasim Ala Munkari Durriya al-Qaim y al libro Al-Mahdi Wal Mahdiyin fil Quran wa as-Sunna.

El lector tiene que centrarse en las palabras de la familia de Muhammad (s) siendo ellos el Corán parlante, los caminos de salvación de la perplejidad, la puerta de escape de las tribulaciones. Por eso el Mensajero de Dios (s) dijo: «Oh, vosotros hombres, dejo en vosotros lo que si os aferráis a ello, no habréis de extraviaros después de mí, el libro de Dios y la Gente de mi Casa. El Amable, el Informado me ha informado que ambas no se separarán hasta ser recibidas por mí en la fuente».[2]

Por estas palabras entendemos que todo camino que no sea camino de la familia de Muhammad ha sido manchado de oscuridad y todo lo que no esté de acuerdo con lo que ellos (a) hablaron es la misma perdición, pues ellos son el núcleo del Corán. Ellos y el Corán son un solo camino. Así que, quien no esté de acuerdo con ellos y rechace sus palabras se opone a Dios. Y quien los obedezca y acepte sus palabras, obedece a Dios. El Mensajero de Dios (s) los llamó califas y sucesores.

En el discurso de su despedida (s), pidió escribir para que su nación esté a salvo del extravío. Lo reconocido, cuando uno está a punto de partir, es dejar encargos de las cosas más importantes que dependen de uno. Lo más importante para él (s) era que su nación se salvara del extravío. Sin embargo, el demonio de la nación lo impidió, diciendo que «el hombre está ido». Este acontecimiento es conocido por todos. Después de aquello, Mustafá, llamó a solas a su hermano, su ministro, su mano derecha, el hijo de su tío paterno, su Aarón y su sucesor, Alí, el hijo de Abu Talib (a) y le encargó lo más importante que su nación necesitaría después de él, que es el nombramiento de los califas de Dios en la Tierra y argumentos de Dios sobre la gente de cada época, para que la nación no vaya al abismo de la Gehena. Para que la nación siga a quien Dios puso como argumento a sus ángeles {Y cuando dijo tu Señor a los ángeles: «Yo soy el que pone en la Tierra a un califa», dijeron: {Y cuando dijo tu Señor a los ángeles: «Yo soy el que pone en la Tierra un califa», dijeron: «¿Acaso has de poner en ella a quien corrompa en ella y derrame sangre, y nosotros glorificamos con tu alabanza y te santificamos?» Dijo: «Ciertamente, Yo sé lo que no sabéis»}. Así que Dios Altísimo envío profetas como califas suyos en la Tierra. Los distinguió con su inspiración y encargó a cada califa nombrar a su sucesor. Y las naciones fracasaron en espera del califa de Dios, excepto unas muy pocas de los patronos y bienhechores (véase el libro Fashl al-Muntadirin min Izdarat Ansar Al-Imam Al-Mahdi). Cuando Dios Altísimo selló la profecía con Muhammad (s) había califas de Dios posteriores a él: doce imames infalibles (a) y después de estos, doce mahdis (a). Estos son por cuyas manos se establece el Estado de Justicia Divina después de su padre (a). El Mensajero de Dios (s) los nombró sus sucesores. Así que los imames están mencionados con nombre en su testamento. Él menciona de forma explícita el nombre del primero de los mahdis después de él. En cuanto a las referencias mencionadas sobre él, hay muchos libros sin que nadie los haya considerado. Entre ellas está la persona del Yamani (a) que es una de las señales predestinadas que deben ocurrir antes de la aparición del Imam (a). La persona del Yamani es la persona más importante antes de la aparición del Imam. La adhesión a él es la adhesión al Imam (a) porque él es principal precursor antes de él (a). Los compañeros del Qaim (a) y los demás han de ser probados con él, tal como cuando Dios probó a los compañeros de Saúl con el río.

De Abu Abdulá (a), que dijo: «Los compañeros de Saúl fueron probados con el río que Dios Altísimo dijo: {Dios ha de probaros con un río. Así pues, quien beba de él no será de los míos. Y quien no deguste de él será de los míos}. Y los compañeros del Qaim (a) han de ser probados de esta forma».[3]

Este río del Paraíso está en el capítulo de la familia de Muhammad (a) como ellos (a) lo mencionaron: «El pilar del Yamani es nuestra puerta por la cual se entra al Paraíso. En él hay un río del Paraíso en el cual se arrojan las obras de los siervos».[4]

He escrito y reunido lo que Dios me ha posibilitado en este trabajo, asistido por Dios que me dirigió —Glorificado sea— y beneficiado con la aclaración de algunas cuestiones por parte del sayed Ahmed Alhasan, Sucesor y Mensajero del Imam Al-Mahdi (a). Pido a Dios Altísimo el éxito en aclarar lo que está relacionado con él, como ayuda para mis hermanos creyentes, para mostrar la verdad a la gente de la verdad, aunque esto deteste a los rencorosos que odian y envidian a la familia de Muhammad. Pido a Dios que maldiga a los enemigos de la familia de Muhammad y a los usurpadores de su derecho, desde los primeros hasta los últimos. Y la alabanza a Dios, Señor de los mundos.

 

Jeque

Haidar Az-Ziadi

9 de Dul Hiyya de 1426 H

[1] Ilzam an-Nasib fi Izbat al-Huyya al-Gaib, vol. 2, pág. 119.

[2] Al-Ihtiyay, vol. 1, pág. 70.

[3] Al-Gaiba de Numani, pág. 316.

[4] Yamia as-Saadat, vol. 3, pág. 314.


Extracto del libro El Yamani prometido, el Argumento de Dios de Haidar Az-Ziadi (a)