• Categoría de la entrada:La ilusión del ateísmo
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Charles Darwin publicó el 24 de noviembre de 1859 su famoso libro El origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida. En este libro planteó la teoría de que los organismos terrestres (vegetales y animales) evolucionaron y que su conjunto no llegó a existir de repente o de una vez.

A pesar de que Darwin no tenía en ese momento suficientes fósiles que respaldaran su teoría sobre esto, presentó evidencia que obtuvo de una observación e investigación de cuestiones como la hibridación, la domesticación, tomadas de algunas evidencias que obtuvo en su famosa expedición alrededor del mundo en el HMS Beagle y algunas evidencias de la observación de biólogos y sus investigaciones. La mayor parte de la evidencia de Darwin es evidencia de la observación, de la anatomía comparada y de la investigación de la cadena de organismos modernos. Sin embargo, la evidencia científica de la evolución se acumuló después de Darwin, gracias a la investigación científica —y con la ayuda de los avances técnicos— de la paleontología, la anatomía comparada y la genética. Darwin y los biólogos posteriores a él concluyeron en que la cuestión de la evolución es: que la combinación de la variabilidad entre miembros —debido a la variabilidad de sus mapas genéticos, por ejemplo— junto con el proceso de selección del medio ambiente que los rodea y la herencia, dan como resultado una evolución acorde a dicho medio ambiente y esto no requiere de fósiles para demostrarse; porque es lógico que se produzca, si el lector entendió el significado de la variabilidad de los mapas genéticos, de la preservación o la selección natural de las razas favorecidas.

Sencillamente; cuando tenemos variabilidad con selección, o selección con herencia, inevitablemente tenemos evolución. La variabilidad existe y no hay ninguna duda de que se da entre miembros de una misma especie. La selección también es inevitable; porque es inherente a la naturaleza, a sus demandas y a los cambios que se producen continuamente, como el descenso del nivel del agua, las sequías, el aumento y descenso de temperaturas, o la incorporación de un nuevo depredador o presa. La herencia también es inevitable mientras haya procreación y reproducción. Por lo tanto, la cuestión de la evolución ha sido algo inevitable en el pasado, lo es en el presente y lo será en el futuro; ya que todas sus premisas existen y han existido. Así que la cuestión no admite un sí o un no; porque está clara como la rotación de la Tierra. Además de lo expuesto, está la evidencia acumulada de la anatomía comparada, de los fósiles y la genética que confirman la cuestión de la evolución, aunque la evolución es clara, incluso en la secuencia de los organismos actuales que tenemos ante nosotros.

Por lo tanto, la evolución ocurre cuando hay variabilidad, herencia como resultado de la reproducción y selección del más apto en un entorno natural. Por ejemplo, si tomamos la evolución de los órganos compuestos como el ojo, el oído y la nariz, el primero de los pasos en su evolución es la evolución de una célula sensorial en un animal primitivo multicelular, luego estas células se reproducen en las generaciones posteriores porque hay una variabilidad como resultado de la mutación genética que esta reproducción brinda. Si estas células sensoriales proporcionan una utilidad y energía que al animal le sirva para eludir enemigos y obtener alimento —si proporciona mayor energía que la que le cuesta al animal— entonces los animales que reciban esta característica serán más capaces de sobrevivir y serán seleccionados por el entorno natural. De este modo se completa la selección de estas células sensoriales y así, cada vez que el paso evolutivo sea de mayor utilidad que su costo para el animal, éste se preservará; después de que las células sensoriales especializadas se reproduzcan a través de los pasos evolutivos como resultado de la variabilidad y la selección, habrá disponible un grupo de células sensibles a la luz, y otras sensibles a las sustancias químicas o a los olores. Así continuarán los pasos, pues cuando hay un grupo de células sensibles a la luz en el animal, cada vez que se disponga de variabilidad, el entorno seleccionará a las más favorecidas, pues tiende hacia el estado más óptimo, así que preferirá una forma cóncava; porque es más sensible a la luz. Preferirá una lente que enfoque la luz y haga más nítida la imagen, y así sucesivamente. Cuando hay mutaciones apropiadas y adecuadas, el animal prefiere (no es una preferencia consciente, sino conforme a leyes del desarrollo que he explicado) un sistema que reúne el trabajo de células sensoriales de diferentes tareas y organiza su trabajo en conjunto, y no por separado; porque eso le da mayor capacidad de sobrevivir. Si la mutación lo brinda, o proporciona su vinculación con él y organiza su trabajo, esta se conserva. Ejemplo de esto es el sistema nervioso primitivo, del cual podemos decir que es el origen del cerebro. De este modo también, evolucionan las células sensoriales para convertirse en un ojo, en una nariz… etc. En líneas generales, con respecto al animal, es una cuestión económica, pues si la característica que obtiene como resultado de la mutación genética le ofrece una ventaja para obtener alimento y un aumento en su capacidad para obtenerlo en 2 unidades de energía, mientras su costo de energía para emplear esta característica es de 1 unidad, entonces esta será una característica útil y por lo general se conservará. Si su costo de energía es mayor que su utilidad, es decir, según el ejemplo anterior, si su costo para emplear esta característica es de 3 unidades de energía entonces será perjudicial y quedará eliminada. Aquí la eliminación no es del animal como individuo que la elimina, sino que la especie animal la eliminará, es decir, que los animales que hayan obtenido esta característica que perjudica más de lo que beneficia, perecerán; porque no tendrán la capacidad de sobrevivir o competir con sus pares.

Hay un desacuerdo en el camino que ha tomado la evolución, pues hay varias teorías sobre la explicación del curso de la evolución, que se diferencian en la velocidad de la evolución y en si siempre ha marchado a un ritmo firme, si ha variado en su velocidad o si es acelerado. Hay una teoría casi abandonada que es la teoría de la mutación genética aguda, es decir, que el órgano compuesto se habría formado directamente y de una sola vez por medio de una sola mutación genética.


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)