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Es la velocidad que permite a un cuerpo o a una partícula escapar de la atracción de otro cuerpo. Por ejemplo: la velocidad de escape de la Tierra o de la gravedad de la Tierra es de aproximadamente 12 kilómetros por segundo y es mucho menor que la velocidad de la luz. Por eso la luz escapa de la Tierra hacia el espacio que la rodea y por eso la Tierra es visible para un observador fuera de ella. Lo mismo ocurre con el Sol y las otras estrellas, excepto con los agujeros negros, pues la velocidad de escape de ellos es mayor que la velocidad de la luz, por eso son oscuros y no se ven.


Extracto del libro La ilusión del ateísmo de Ahmed Alhasan (a)